Forces for good

HAZ14 junio 2010

The six practices of High-Impact Nonprofits; Leslie R. Crutchfield y Heather McLeod Grant; Jossey Bass, 2010.

Este es un libro destinado a ser citado en el sector durante los próximos años. ¿Qué tiene de especial Forces for Good? Ciertamente un contenido denso y rico. Y el resultado no es casual. Crutchfiel y McLeod, la primera gerente de Ashoka y la segunda una ex McKinsey que forma parte del consejo de la Stanford Social Innovation Review, por tanto buenas conocedoras del sector, han tenido la oportunidad y el tesón de dedicarse durante cuatro años a analizar el sector no lucrativo de Estados Unidos.

Han entrevistado a miles de directivos, realizado incontables cuestionarios y visitado centenares de organizaciones. Todo eso con un único objetivo: descubrir cuál es el secreto de las organizaciones no lucrativas que consiguen un gran impacto social. Para contestar a esa pregunta primero tuvieron que seleccionar una docena de organizaciones conocidas por su impacto social y que, al mismo tiempo, fuesen lo suficientemente heterogéneas como para poder identificar una serie de elementos comunes, si es que los había.

Entre la muestra finalmente elegida se encuentran instituciones tan diversas como Habitat, una de las organizaciones no lucrativas más grandes de los Estados Unidos, con un presupuesto superior a los cien millones de dólares, conocida por su programa de construcción de viviendas con ayuda de voluntarios destinadas a personas de bajos recursos; la Heritage Foundation, el think-tank conservador más influyente de Estados Unidos, que cuenta con una base social de más de doscientos mil donantes individuales; o Teach for América, una de las organizaciones de voluntariado más importantes de ese país, que ha conseguido movilizar en pocos años a miles de graduados de las principales universidades para que dediquen voluntariamente dos años de su vida a enseñar en las escuelas públicas, revolucionando la enseñanza tradicional.

Tras sus cuatro años de investigación, y mucho trabajo de campo, las autoras afirman haber identificado seis características comunes a todas las organizaciones de alto impacto social. La primera consiste en combinar la acción con el lobby, es preciso impulsar proyectos pero también hacerse oír; la segunda, movilizar las fuerzas del mercado; la tercera, convertir los colaboradores en predicadores de la causa; la cuarta, crear redes con otras organizaciones; la quinta, tener capacidad para adaptarse rápidamente a los cambios y, por último, la sexta, compartir y distribuir el liderazgo a lo largo de toda la organización.

Muchas de estas conclusiones no son nuevas, las llevan repitiendo otros autores desde hace años, y otras, probablemente, sean muy discutibles, pero eso no desmerece un ápice el esfuerzo y el interés del libro. No hay por qué coincidir en todo lo que las autoras afirman ni en su tesis final para reconocer el extraordinario trabajo y el enorme esfuerzo de síntesis que han realizado las dos expertas. No es un libro cuya lectura puedan omitir las personas interesadas en el sector no lucrativo y la innovación social.