Biomasa, la energía natural

La biomasa es una de las energías renovables más versátiles, además de barata, limpia y rentable. Puede sustituir a combustibles fósiles sólidos, líquidos o gaseosos, además de ser una opción muy recomendable para abastecer los consumos energéticos de los hogares, oficinas, industrias e incluso para la producción de energía eléctrica.

Su uso viene de antiguo. Desde siempre, especialmente en las zonas rurales, se han aprovechado los residuos obtenidos de la limpieza del campo y de los bosques para alimentar las estufas y chimeneas de las casas. Hoy –a mayor escala y gracias a la evolución conseguida– los expertos dicen que su contribución al balance energético en España es la más importante entre todas las renovables.

En España se utiliza biomasa procedente de muchas y muy variadas fuentes: astillas forestales, huesos de aceitunas, cáscaras de frutos secos y un largo etcétera. Su aprovechamiento, tanto en aplicaciones térmicas (climatización, calefacción o procesos industriales) como en centrales eléctricas, tiene muchas ventajas, entre ellas que además de sustituir a cualquier energía fósil, se obtienen con ella las mismas prestaciones de confort, sencillez y calidad, y un ahorro económico muy importante debido a su menor precio frente a los combustibles convencionales.

En este sentido el aprovechamiento de la biomasa procedente de restos forestales –especialmente de leñas– para usos térmicos es un elemento muy característico de España, que se ha convertido en los últimos años en líder europeo en los denominados «montes leñeros», cuyo uso principal es la producción de madera para la generación de energía.

Según explica a Revista Haz la responsable de la Unidad de Biocarburantes del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), Mercedes Ballesteros, «sin duda, la biomasa tiene capacidad para contribuir de manera significativa al cumplimiento de los objetivos de introducción de energías renovables europeos fijados para 2020».

«Se prevé que para ese año la biomasa represente el 17,2% del total de la generación de calor y frío, el 6,5% del consumo eléctrico y el 10% de los combustibles de transporte, pero esto no será posible sin la introducción de medidas y políticas de apoyo adicionales a las existentes», añade.

A su juicio, «es prioritario desarrollar un mercado sostenible de suministro de biomasa estable y competitivo en precio, y seguir avanzando en las tecnologías de transformación de la biomasa en energía, especialmente en el desarrollo comercial de los biocarburantes de segunda generación que ayuden a reducir sustancialmente las emisiones de CO2, y a la vez no compitan con los alimentos y sean sostenibles».

En este sentido, señala esta experta, existen algunas medidas que deberían «acompasar» este proceso, por ejemplo, políticas de promoción favorables y estables, «especialmente en estos tiempos de crisis e incertidumbres económicas».

«La biomasa puede suponer una herramienta eficaz para la recuperación económica de Europa y España por su capacidad de instaurar un nuevo sector productivo localizado en el medio rural con un fuerte carácter industrial y muy intensivo en la generación de empleo», recalca Ballesteros.

Por su parte, las empresas del sector de la biomasa, como Tribiom Energía, también apuestan por asegurar un buen diseño y mantenimiento de las instalaciones para garantizar el suministro de biomasa al usuario de una manera competitiva desde el punto de vista económico, y maneja cifras que hacen pensar que el uso a gran escala de este tipo de energía en España realmente puede ser viable.

Según sus datos, España genera alrededor de 6,5 millones de toneladas anuales en residuo forestal y silvicultura, más de siete millones de toneladas al año en residuo agrícolas y otros tantos en cultivos energéticos (350.000 Ha), lo que hacen un total de más de veinte millones de toneladas/año de residuos forestales que no se aprovechan. Con todo ello se podrían instalar 1.296 MW de potencia de generación eléctrica renovable.

Tribiom Energía señala además que el potencial de aprovechamiento de la biomasa forestal en España permitiría generar cerca de 14.500 empleos.

Futuro esperanzador

Los expertos coinciden en que, pese a que el crecimiento sustancial de las aplicaciones eléctricas de la biomasa es reciente y prácticamente ha coincidido con la crisis financiera, es razonable pensar que en los próximos años se movilizarán nuevos recursos, a lo que se suman las ventajas cuantitativas de abastecimiento, el elevado rendimiento energético de la biomasa, su óptima adaptación a la cogeneración y unos niveles de inversión relativamente bajos –y por tanto accesibles a muchos inversores–. El futuro de esta fuente de energía parece esperanzador.

Un real decreto (661/2007) aprobado hace cinco años mejora notablemente la retribución de la electricidad generada a partir de los distintos tipos de biomasa y desde 2006 el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) está modificando la normativa relativa a las instalaciones térmicas en la edificación y a la calificación energética de viviendas para la correcta ejecución, evaluación y registro en los órganos competentes de las instalaciones de biomasa en edificios.

IDAE también impulsa desde 2009 el Programa Biomcasa, basado en acuerdos voluntarios con empresas del sector de la biomasa térmica en edificios con el fin de establecer un sistema de financiación que impulse una oferta de calidad y adaptada a las necesidades de los usuarios de agua caliente y climatización en edificios utilizando biomasa.

Datos de diciembre de 2012 indican que la biomasa fue la renovable con mayor número de empleos por megavatio (MW) en 2011, según el Estudio del impacto macroeconómico de las energías renovables en España, elaborado por la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), que confirman que la biomasa y el biogás son las tecnologías que más empleo generaron por MW instalado.

De hecho, la biomasa fue una de las pocas renovables que creció en este aspecto y sumó 22,3 trabajadores por MW. La que más se acerca, la termosolar, alcanzó 21 con 400 MW más. La ‘cruz’ de la moneda bioenergética la ofrecen los biocarburantes, con 1.375 empleos perdidos en 2011.

Entre los datos que aporta el estudio de APPA resaltan los 10.244 millones de contribución al PIB y los 2.101 millones ahorrados en importación de combustibles. Pero hay otro de cariz sociolaboral que tiene aún más importancia, ya que demuestra que el sector ha generado nuevos puestos de trabajo (5.983 exactamente) por primera vez desde 2008; un repunte que se produjo, según APPA, «por los empleos inducidos debidos a la construcción de nuevas centrales». No todas las tecnologías crecieron en este apartado. Solo la biomasa, la termosolar y la fotovoltaica ganaron empleo en 2011.

Sin embargo, el estudio de APPA también señala que el sector perdió 1.375 empleos el año anterior, pasando de 5.172 a 3.797. Las conclusiones del documento indican que el mayor consumo de bioetanol y biodiésel no se ha traducido en una mayor actividad debido a las importaciones masivas. «Si no se producen en España no se generará empleo nacional. Se acabará con la industria y simplemente se sustituirá la dependencia de las importaciones de petróleo por la dependencia de las importaciones de biocarburantes», afirma el estudio.

APPA, sin embargo, recuerda que «la utilización de biocarburantes en el transporte supone importantes ahorros de emisiones de CO2 y si se produjesen en mayor medida en las plantas españolas se equilibraría aún más la balanza comercial». El estudio cuantifica en 4,5 millones de toneladas el CO2 que no llegaron a la atmósfera por el uso de biocarburantes. Asimismo el documento añade que se cumplieron los objetivos marcados de consumo, algo que no se puede decir de la biomasa y el biogás, ya que, junto a la minihidráulica, quedaron por debajo de sus objetivos de potencia, con un déficit de 1.278 MW.

Pese a las alentadoras cifras –47.300 empleos en España y 12 millones en todo el mundo–, los expertos de APPA alertan de que la bioenergía «sigue sin consolidar su potencial de creación de empleo al no cumplirse sus expectativas de crecimiento». Hace algo más de un año, antes de que aparecieran la moratoria y las tasas a las renovables, APPA presentó otro informe elaborado por Analistas Financieros Internacionales (AFI) en el que se concluía que una actualización del marco retributivo de la biomasa y el biogás eléctricos permitiría crear casi 47.300 puestos de trabajo en España y atraer 3.854 millones de euros en inversiones privadas, con un beneficio económico adicional de 46 millones de euros para el Estado.

A nivel mundial, otros informes multiplican estas posibilidades de creación de empleo. Es el caso de Empleos verdes: Hacia el trabajo decente en un mundo sostenible y con bajas emisiones de carbono, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en 2008 y en él se constataba que de los 20 millones de empleos que pueden alcanzar las renovables en 2030, 12 millones, más de la mitad, corresponderían a los biocombustibles. En esta línea, el documento hacía también un llamamiento a mejorar «sustancialmente» las condiciones laborales en las que se producen esos biocombustibles en algunas partes del mundo, especialmente en los países en desarrollo.

Marco internacional

La bioenergía copa los Proyectos Europeos NER300 de la UE, algo que también sucede en España, donde datos del pasado mes de noviembre indicaban que esta ‘domina’ sobre el resto en los Proyectos Clima del Fondo de Carbono aprobados en España (25 sobre un total de 40 en sectores como la agricultura, el transporte, el residencial o el de los residuos).

El secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, y la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Susana Magro, presentaron entonces el resultado de la primera convocatoria de estos Proyectos Clima, de carácter piloto, con el fin de promover la reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero en España. Este Fondo de Carbono adquirirá las reducciones verificadas que logren estos proyectos, contribuyendo así a su viabilidad financiera.

En total, está previsto que los proyectos reduzcan más de un millón de toneladas de CO2 equivalente en los próximos cuatro años.

Por su parte, la Comisión Europea dio a conocer en diciembre los 23 proyectos de demostración innovadores en el ámbito de la energía procedente de fuentes renovables de la primera convocatoria de propuestas del Programa NER300. Un tercio de ellos, ocho, y más de la mitad del presupuesto (630 millones de euros), se destinarán a la bioenergía. Curiosamente, el único proyecto español aprobado es una termosolar híbrida con biomasa.

La CE publicó la concesión de más de 1.200 millones de euros a estos 23 proyectos que abarcan las siguientes tecnologías renovables: bioenergía (8), termosolar (4), geotérmica (1), eólica (6), energías marinas (3) y gestión descentralizada de la energía procedente de fuentes renovables mediante redes inteligentes (1).

La comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, señaló que «los 1.200 millones de euros en subvenciones, abonados por quienes contaminan, facilitarán reunir un total de 2.000 millones de euros adicionales de inversiones privadas con destino a los 23 proyectos, lo que contribuirá a que la UE mantenga su liderazgo en la energía procedente de fuentes renovables y a que se creen puestos de trabajo en la UE, aquí y ahora».

Dos proyectos de biocarburantes en Holanda y Francia se llevan un cuarto del presupuesto. Una sola de las iniciativas, Woodspirit, recibirá 200 millones de euros. El proyecto lo lidera la compañía BioMCN, con sede en Holanda y que desarrollará una planta de producción de biometanol a gran escala comercial que está previsto que entre en funcionamiento en 2016.

La materia prima que se utilizará en esta planta serán astillas de madera y la tecnología empleada será la torrefacción y gasificación de la biomasa, una tecnología que se empleará también en el proyecto Stracel, que cuenta con el segundo mayor presupuesto de los 23 aprobados (170 millones de euros), y que está liderado por la compañía francesa UPM, que empleará hasta un millón al año de toneladas de biomasa forestal para convertirla en biocarburante (BTL).

Además, entre los otros seis proyectos aprobados hay dos suecos: Pyrogrot, desarrollado por la empresa Billerud y basado en la producción de biocarburantes a partir de residuos forestales y la tecnología de pirólisis; y GoBiGas, diseñado para convertir madera de baja calidad en un gas natural sintético (syngas) de alta calidad y a gran escala. Italia, Finlandia, Alemania y Polonia se reparten los cuatro proyectos restantes.

Solo una de las veintitrés iniciativas aprobadas es española, pero destaca principalmente por dos motivos. Uno es el económico, ya que está entre los proyectos que recibirán mayor financiación (70 millones de euros), y otro es que también está vinculado a la bioenergía, ya que el campo termosolar con torre que construirá Acciona Energía en el municipio de Alvarado (Badajoz) contará con una planta de biomasa para mejorar la rentabilidad y eficiencia energética de la instalación.

Margarita de Gregorio, directora de Biomasa de APPA y coordinadora de la Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (Bioplat), explica a Revista Haz que, a pesar de que la biomasa cuenta con un inigualable potencial, su aportación energética en forma de calor o electricidad está «claramente relegada a un segundo plano», un hecho que mantiene al sector español en un estadio de desarrollo «germinal», a pesar de contar con los factores necesarios –materias primas biomásicas y masa crítica suficiente– para que fuera «uno de los principales sectores de nuestra economía».

Sin embargo, y pese a que sus capacidades ambientales y socioeconómicas «son reconocidas y apreciadas por gran parte de los estados miembros de la UE, donde el aprovechamiento energético de la biomasa o los residuos sólidos urbanos (Forsu) no ha dejado de crecer durante los últimos años, en España el marco regulatorio (fundamentalmente en el ámbito energético) que se ha establecido para el sector no ha conseguido incentivar suficientemente el despegue y consolidación de este sector, que hasta la fecha ha carecido de un marco de incentivos eficaz y orientado a maximizar la potencialidad de sus tecnologías».

«Que la biomasa es una clara cuenta pendiente que tiene España con el sector y consigo misma, como país, es un hecho reconocido. Todo el mundo entiende que se trata de algo muy beneficioso, pero existe un convencimiento generalizado de que se trata de algo complicado», añade.

Según confirma De Gregorio a Revista Haz, «son tales los beneficios ambientales y sociales que implicaría el desarrollo del sector de la biomasa en España, que el coste en el que se incurriría apoyando al sector (únicamente vía retribución a la producción de energía) se devolvería con creces a las arcas del Estado».

«Pero para que esto ocurra, hace falta que se entienda que el aporte que el sector de la biomasa puede proporcionar al conjunto de la sociedad española va mucho más allá de la generación distribuida de energía con recursos autóctonos, y pasa por ser un sector capaz de generar empleo y riqueza en el medio rural español; además de mitigar importantes daños ambientales cuyo coste de prevención y extinción supone hacer uso de cuantiosas partidas de los presupuestos generales del Estado», apunta.

«Este es el verdadero valor añadido que puede proporcionar el sector español de la biomasa; que debería ser reconocido, de una vez por todas, y ser aprovechado al máximo. Pero hay que ponerse manos a la obra cuanto antes», recalca De Gregorio, que concluye que «es hora de que se apueste decididamente por un sector que va a devolver la confianza que en él se deposite, con creces».

Ejemplos españoles

En España, muchos otros proyectos son destacables, como el ubicado en Móstoles (Madrid), donde se encuentra el mayor proyecto de biomasa térmica conocido en España y que abastecerá a casi 6.000 hogares del municipio madrileño.

«Las viviendas beneficiadas se ubican en el entorno del polígono industrial Prado de Regordoño, y fueron construidas en los años setenta», explica Teo López, ingeniero y presidente de la empresa responsable de la iniciativa, Móstoles District Heating, que añade que «se trata de una zona con un alto índice demográfico que cuenta con edificios de gran altura, cuyos servicios centrales de calefacción y agua caliente sanitaria funcionan con gasóleo, fácilmente convertibles para su uso con biomasa, aprovechando, además, que se encuentran en un estado de avanzado deterioro».

La central de calor se empezará a construir el próximo año y su finalización está prevista para antes de 2017. Partirá con una potencia de 10 megavatios (MW) y se ampliará hasta 30 MW. Se abastecerá con biomasa procedente de la poda de los jardines y parques de Móstoles, así como con biomasa forestal.

«Pocos conocen que Móstoles es una de las ciudades más verdes de España y del mundo», comenta López. Hay 390 árboles por cada 1.000 habitantes, «un ratio muy superior al que disfrutan los barceloneses, los neoyorquinos, los cordobeses o los berlineses, por ejemplo», aseguró durante la presentación del proyecto el alcalde del municipio, Daniel Ortiz.

«Es una iniciativa pionera que pretende ayudar a las economías domésticas, ya que el ahorro estimado respecto a las tarifas con gasóleo supondrá un 25%. Además, supondrá una revalorización de los inmuebles que adoptarán un sistema de calefacción y agua caliente sanitaria mucho más barato y sostenible», señala Ortiz, que añade que se incrementará la seguridad de las calderas al no existir riesgos derivados del manejo de combustibles fósiles y se elimina el ruido que estas originan.

El responsable de Móstoles District Heating SL –que forma parte de las 40 propuestas seleccionadas en los proyectos Clima por la Oficina Española de Cambio Climático– recalca que «España ocupa el tercer puesto en cuanto a potencial de biomasa en Europa, pero desaprovechamos tal circunstancia porque no realizamos una eficiente labor silvícola que elimine combustible forestal sobrante de los bosques, algo necesaria para evitar incendios, y nuestros barcos se escapan cargados de biomasa rumbo hacia otras demarcaciones».

El uso de la biomasa en instalaciones de menor tamaño, e incluso en pequeñas empresas familiares, también es ejemplar en España. El Cámping Monte Holiday en la localidad madrileña de Gargantilla del Lozoya, en pleno Valle del Lozoya, comenzó a apostar por este tipo de energía ya en 2004, como un paso más en la implantación de su Sistema de Gestión Ambiental.

A los iniciales 45 colectores solares situados en los aseos se sumó a principios de año una estufa de biomasa conectada a un sistema de suelo radiante en el restaurante. «Se trata de una Palazzetti Termopalex con circuito de agua que saca una potencia térmica de 20 Kw sobre un total de 27,5 kW, y que se abastece con las podas de los árboles del recinto y de astillas procedentes de una planta de transformación situada en la cercana localidad de Lozoyuela, que a su vez obtiene la leña de los pinares de la zona. La instalación tiene apoyo de paneles solares para aprovechar los rayos de sol, sobre todo en primavera y otoño, cuando los días son más largos.

El agua caliente se distribuye a los bungalows, bar, restaurante, recepción, dos edificios de aseos y las piscinas. En total casi dos kilómetros de tuberías y más de 12.000 litros de acumulación para dar servicio a unos 1.200 metros cuadrados de construcción y 530 metros cúbicos de agua de las piscinas.

Según explica el propietario de la instalaciones, Antonio Gonzalo, a Revista Haz, «este proyecto es una apuesta por una energía local que genera economía local». Según sus datos, la factura energética del cámping se reducirá en casi un 80% gracias a la sustitución del viejo sistema de calefacción con gasóleo y electricidad.

Al ahorro energético se suma el económico, que sus responsables calculan entre los 2.500 y los 7.500 euros al año entre las dos instalaciones (solar y biomasa). Su amortización se calcula en unos diez años, tratándose de una inversión inicial (250.000 euros) duradera y rentable.

«Queremos ir sustituyendo el gasóleo por una combinación de biomasa con astillas y troncos y paneles solares térmicos. Nuestro objetivo es conseguir en el futuro un cámping de cero emisiones de CO 2», afirma el gerente del cámping, que asegura que este cambio les posicionará ante sus clientes como una empresa «innovadora y comprometida con el medio ambiente y la creación y el fomento del empleo local».

Comentarios

  1. Muy amplio, documentado e ilustrativo.
    Felicidades a la autora.