COVID-19, ¿cisne negro o se podía predecir?

La crisis mundial que ha creado la pandemia del coronavirus o COVID-19 se ha convertido desde hace unas semanas en casi la única noticia de la que se habla y se ha puesto como ejemplo de la teoría del cisne negro.

Dicha teoría, postulada por el filósofo e investigador libanés Nassim Nicholas Taleb, se utiliza para describir el impacto que los eventos que ocurren por sorpresa tienen en los aspectos sociales.

Estos eventos no tienen precedentes en un momento determinado hasta que ocurren, tienen un gran impacto y pueden  tener  una previsibilidad retrospectiva, es decir, aunque son casi imposibles de predecir y, por lo tanto, casi imposibles de mitigar, en retrospectiva parecen como si fueran obvios e inevitables.

Dentro de los eventos calificados como cisnes negros podemos contar con ejemplos como la burbuja de las ‘punto com’ de 2001, el colapso financiero del mercado inmobiliario de los Estados Unidos durante la crisis de 2008, o el caso de  hiperinflación del siglo XXI en Zimbabue también en 2008, entre otros.

De alguna manera conectado con el hecho de que estos eventos vistos en retrospectiva sean aparentemente evitables, está otro de los términos que se vienen usando últimamente, sobre todo en redes sociales, para referirse a las personas que se dedican a criticar muy ferozmente las previsiones de expertos, gobiernos y demás cuando estas no se han cumplido.

A estas personas se les ha bautizado con el término, un tanto jocoso, de ‘capitán a posteriori’.

Estos días las redes se han acabado convirtiendo en un cúmulo de discusiones baldías entre los capitanes a posteriori, los que habían hecho las previsiones no acertadas, y los defensores de unos y otros.

Ante esto, podemos preguntarnos, guardando las distancias respecto a esas luchas casi siempre absurdas, sin centrarnos en las previsiones de cifras concretas de fallecidos, infectados, etc., y viendo las cosas desde una perspectiva más, digamos, elevada, pero siempre con nuestro traje puesto de capitán a posteriori, ¿se podía entonces predecir o no esta pandemia?

Bill Gates lo tenía claro

En una charla realizada en formato TEDTalk en el año 2015, Bill Gates decía que en su juventud el mayor riesgo para la humanidad era una guerra nuclear y que “si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, probablemente será un virus muy infeccioso más que una guerra. No misiles, sino microbios. En parte la razón de esto es que se han invertido enormes cantidades en disuasivos nucleares. Pero en cambio, muy poco en sistemas para detener epidemias. No estamos preparados para la próxima epidemia”.

Según el cofundador de Microsoft y actual copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates dedicada a reequilibrar oportunidades en salud y educación en las regiones menos favorecidas, este era un problema muy serio, por el que debíamos preocuparnos y sobre el que había que construir un sistema de respuesta realmente eficaz, más aún cuando teníamos las herramientas necesarias pero estas no estaban puestas al servicio de un sistema mundial general de salud.

Esta charla de Gates se ha convertido en una especie de profecía de lo que podía pasar y de las pocas posibilidades que teníamos de detectar y atajar el COVID-19 antes de que se convirtiera en el problema en que se ha convertido.

Por si fuera poco, en el mes de octubre del año pasado, la Fundación de Gates junto con el Foro Económico Mundial y el Centro de Seguridad Sanitaria John Hopkins hicieron un simulacro de cómo podía acabar una pandemia similar a la que ha acabado estallando. Las cifras fueron estremecedoras, con el 90% de la población infectada, 65 millones de muertos y 18 meses hasta encontrar una vacuna efectiva.

Para ayudar a luchar contra esta pandemia, Gates ha lanzado desde su Fundación un mecanismo de coordinación para tratar de encontrar tratamientos efectivos contra el virus, luchar en el futuro contra otras enfermedades infecciosas y siempre sin dejar de lado a los países menos favorecidos.

El Foro Económico Mundial no consideró grave el riesgo

Hace no muchas semanas comentábamos en Revista Haz (vid. Los riesgos climáticos, a la cabeza de las preocupaciones del planeta en 2020) que los riesgos derivados del cambio climático se habían convertido este año, por primera vez, en los cinco riesgos más en términos de probabilidad de ocurrencia e impacto potencial.

Los miembros del Foro Económico Mundial que contestaron la encuesta no consideraron la posibilidad de una pandemia como un riesgo a tener en cuenta, ni la han tenido en muchos años.

En la encuesta de 2007 la posibilidad de una pandemia era considerada como 4º riesgo en cuanto a impacto, en 2008 como 5º en impacto, en 2015 las enfermedades contagiosas estaban en la 2ª posición en  impacto (época del Ébola) y en 2020 esas enfermedades estaban en 10ª posición también en cuanto a impacto.

Como vemos, además de no considerar en general que las pandemias y las enfermedades contagiosas fueran a tener muchas consecuencias, tampoco preocupaba mucho que pudieran realmente ocurrir al no aparecer en esos años entre los cinco riesgos más probables.

El informe del Foro de este año dice que las enfermedades no transmisibles han sustituido a las enfermedades infecciosas como principal causa de muerte, y que los progresos en la lucha contra las pandemias se ven socavados por la indecisión en la obtención de vacunas y la resistencia a los medicamentos, lo que hace cada vez más difícil asestar el golpe final a algunos de los mayores asesinos de la humanidad.

También menciona que, aunque se han hecho progresos considerables desde la epidemia del Ébola en África occidental en 2014-2016, los sistemas de salud de todo el mundo siguen estando poco preparados para brotes importantes de otras enfermedades infecciosas emergentes.

Lo más preocupante es que una reciente evaluación exhaustiva, primera en su género, de la seguridad sanitaria y las capacidades conexas en 195 países puso de manifiesto deficiencias fundamentales en todo el mundo: ningún país está plenamente preparado para hacer frente a una epidemia o pandemia.

En resumen, los miembros del Foro no consideraron que el riesgo de una pandemia fuera importante a nivel de probabilidad de ocurrencia o de gravedad de impacto, pero tenían claro que si este evento ocurría no estábamos para nada preparados, lo cual se está demostrando estos días desgraciadamente.

Ningún país está plenamente preparado para hacer frente a una epidemia o pandemia.

¿Cambiará la percepción del riesgo a partir de ahora?

Si ni el propio Foro Económico Mundial estaba dando credibilidad a la materialización del riesgo de una pandemia, mucho menos lo habrán hecho las empresas.

Para empezar no todas las organizaciones tienen establecidos sistemas de gestión de riesgos, siendo casi patrimonio exclusivo de grandes empresas.

Para poder revisar los riesgos de una empresa se debe realizar su identificación (proceso de encontrar, reconocer y formalizar los riesgos que afronta), su análisis (entendimiento completo del riesgo, de manera que se analicen sus posibles efectos y consecuencias) y su evaluación (comparando los niveles de riesgo existentes para los eventos considerados con los criterios de riesgos tolerables establecidos en el contexto de los procesos y de la organización).

¿Qué organización ‘media’ tiene identificado el riesgo externo de una pandemia de este calado? Y, si lo tiene, ¿cómo puede analizar sus consecuencias reales?

Un evento como el que está ocurriendo, con parones casi totales de la actividad en muchísimos países del mundo y que va a dejar tocados a multitud de sectores y empresas que van a sufrir muchísimo por sobrevivir y que pueden finalmente acabar desapareciendo, no es fácil ni de prever, ni tampoco de cuantificar por sus interrelaciones.

Quizá es lo más parecido en consecuencias a un conflicto bélico o a un cataclismo natural, con la salvedad de que las infraestructuras afortunadamente seguirán en perfecto funcionamiento tras el envite, y que esperemos que dure menos en el tiempo.

Visto el aldabonazo que va a suponer para todo el mundo esta pandemia, no me cabe duda de que los informes anuales del Foro Económico Mundial que se hagan a partir del año que viene tendrán mucho más en cuenta este tipo de riesgo.

Y también que las grandes y medianas empresas que sobrevivan verán con mejores ojos establecer sus propios sistemas de gestión de riesgos (pensando sobre todo en los más probables y previsibles) y planes de continuidad de negocio, y que las pequeñas empresas continuarán como hasta ahora: bastante tendrán con poder abrir la persiana de su negocio cada día como para preocuparse de pensar en implementar esas cosas.

Comentarios

  1. COVID – 19 no es un cisne negro, porque a lo largo de la historia han venido ocurriendo pandemias, existen registros desde el 500 aC en Grecia.
    Aun en el siglo XXI hubieron muchas pandemias.
    Se totalmente razonable esperar que ocurrieran otras, lo raro sería que no las hubiesen.
    COVID -19 tiene algunos aspectos diferenciales, como cada una de las pandemias que ocurrieron en el pasado.
    No podemos aceptar la falta de preparación atribuyendo COVID-19 a los «unknown unkonwns»
    NINGUN CISNE NEGRO!!!!

  2. Sin ser un capitán a posteriori, me parece lícito compartir lo siguiente, al hilo del artículo…

    Hace un par de semanas, reflexionando sobre los datos que escuchaba en la TV, compartí un cálculo estadístico bastante fiable acerca de la pandemia que nos está afectando… mi idea es abrir la mente de la gente que cada vez es más incrédula sobre estos datos.

    Dice así:

    Datos ‘reales’ de infectados covid 19?

    Sólo soy un curioso… y me gustan los números.

    Si tomamos como referencia los tests que se hacen en Alemania (con tendencia a ser exhaustivos para toda la población) y los resultados de contagiados totales y muertos totales por el virus en este país (22672 y 86, respectivamente), nos encontramos una letalidad del covid 19 del 0,3%. Datos extraídos de la web del ministerio de sanidad.

    Si extrapolamos este dato a España, con 6500 muertes por este virus… pero sin aplicación de pruebas de test.

    Nos resulta una cantidad de contagiados total de mas de 2,1 millones de personas.

    Considero para aplicar este cálculo una similitud en la probabilidad de infectarse y similares pirámides de población entre Alemania y España.

    No quiero ser alarmista, pero este resultado me parece mucho más real que lo que venden por la TV.