La enseñanza encuentra en la acción social un aliado, también durante la pandemia

El cierre de los colegios por la pandemia de la COVID-19 ha traído consigo la paralización de todas las actividades presenciales programadas de marzo en adelante, incluyendo aquellas que llevaban asociados servicios a la comunidad. Sin embargo, algunos centros han replanteado sus estrategias para no frenar su trabajo de impacto social.
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Twitter Colegio Nuestra Señora de la Piedad, Herrera de Pisuerga (Palencia).

Cuando hace unos meses empezaban a cerrarse los centros educativos a causa de la COVID-19, fueron muchos los proyectos escolares que se frenaron en seco. Entre ellos los vinculados al aprendizaje-servicio (ApS), una práctica que combina la enseñanza con la acción social. Sin embargo, las largas semanas de confinamiento y las clases a distancia también han servido para reconducir esta actividad.

Desde el diseño de patrones de mascarillas para coser en casa, o de salvaorejas para imprimir con tecnología 3D hasta el contacto constante por carta entre niños y ancianos de residencias, o por teléfono con las personas que han pasado solas en sus casas todo este tiempo. Han sido muchas las iniciativas que se han puesto en marcha desde centros formativos y que le han dado una vuelta de tuerca al ApS.

¿Pero qué es exactamente el aprendizaje-servicio? Se trata de una corriente pedagógica que lleva asociado un servicio a la comunidad que empezó a funcionar de forma oficial en España, y más concretamente en Cataluña, a principios de este siglo. Desde la Red Española de Aprendizaje-Servicio (RedApS) explican su funcionamiento con ejemplos sencillos.

Aprovechar la clase de música para montar un concierto en una residencia de ancianos. Poner en práctica conocimientos de matemáticas para organizar una campaña de captación de fondos para una causa solidaria. O realizar una sesión de educación física junto con niños y niñas con discapacidad para estimular su motricidad. Son solo pequeñas ideas que tienen un gran calado en los estudiantes por el conocimiento que genera en ellos la experiencia.

Y que, por otro lado, sirven también como herramienta de desarrollo comunitario, promoviendo alianzas entre los centros educativos, entidades sociales y servicios públicos a nivel local.

“Hay muchos municipios que se han unido a nuestra red viendo la potencia que tiene el ApS, no solo desde el punto de vista educativo sino también como mecanismo de cohesión social a nivel local”, explica Roser Batlle, cofundadora y portavoz de la RedApS.

“Hay muchos municipios que se han unido a nuestra red viendo la potencia que tiene el ApS, no solo desde el punto de vista educativo sino también como mecanismo de cohesión social a nivel local”. Roser Batlle.

Esta asegura que todavía no se han realizado estudios estadísticos generales de los beneficios que ofrece esta fórmula educativa a nivel social, aunque sí hay análisis concretos.

“Hay uno del Ayuntamiento de Hospitalet, uno de los más veteranos de la red, que se realizó a los seis años de empezar a implementar el ApS”, comenta.

Y enumera todas las mejoras que se mostraban en el documento: “Descensos en los niveles de conflictividad en el aula; un aumento en el número de graduados en educación secundaria; crecimientos en el número de alumnos con excelencia en las pruebas de acceso a la universidad; caídas en las cifras de absentismo, y mejoras en el nivel de convivencia”.

Los ejemplos de la pandemia

Aunque inicialmente el confinamiento frenó multitud de acciones presenciales que estaban previstas por los centros educativos que realizan ApS, muchos de sus profesores han sabido reconducir esta labor para seguir enseñando con valores sociales. Es el ejemplo del colegio público Nuestra Señora de la Piedad, localizado en Herrera de Pisuerga (Palencia).

“Al llegar el confinamiento redireccionamos nuestras líneas solidarias hacia la fabricación de EPIs por el gran necesidad que existía, llegando a donar más de 500 pantallas faciales impresas en 3D. Y posteriormente seguimos con los adaptadores de mascarillas o ‘salvaorejas’ con palabras de ánimo y apoyo diseñadas por los alumnos”, explica Javier García de Bustos, coordinador TIC en este centro palentino.

Desde su punto de vista, estos trabajos han tenido mucha más repercusión en sus jóvenes estudiantes, ya que su labor ha sido destinada a personas de su misma localidad y de la comarca. “En otras ocasiones, nuestras actividades repercutían en otros lugares de España y del extranjero, pero en este caso los alumnos están teniendo un feedback de agradecimiento de personas cercanas a ellos”, comenta.

Allí llevan desde 2017 realizando actividades de ApS, muchas de ellas vinculadas a proyectos tecnológicos. “Habíamos iniciado uno de innovación educativa relacionado con los ODS que culminaba con actividades de aprendizaje servicio y esto se ha pospuesto para el próximo curso. También en impresión 3D habíamos impreso y montado un brazo para un niño amputado de Rumanía”, afirma García de Bustos.

Abarcando todas las edades

El de Herrera de Pisuerga no es el único centro educativo que ha recalibrado rápidamente sus estrategias para seguir enseñando a sus alumnos a través de la acción social. En Burgos, el colegio rural agrupado Valle del Riaza y la Residencia Hogar María de Molina, en la localidad de Milagros, han mantenido su proyecto de convivencia intergeneracional entre niños y mayores por carta.

Si antes los niños se desplazaban semanalmente hasta la residencia para hacer una actividad semanal conjunta de plástica o de música, ahora ambas partes se escriben cartas para seguir manteniendo el contacto al mismo tiempo que trabajan la escritura, la lectura y el desarrollo cognitivo.

Si antes los niños se desplazaban hasta la residencia para hacer una actividad semanal, ahora se escriben cartas para seguir manteniendo el contacto al mismo tiempo que trabajan la escritura, la lectura y el desarrollo cognitivo.

Por otra parte, desde el colegio Virgen de la Vega, de Moraleja (Cáceres) se ha puesto en marcha el proyecto Moraleja, una empresa de tod@s con los alumnos de 6º de primaria para fomentar el consumo local y revitalizar el pequeño comercio en estos momentos de desescalada.

Promovido por el profesor Joan Ramajo, se incluye en la iniciativa #Amomoraleja que llevaba tiempo realizándose en el centro educativo. Su objetivo es conocer, valorar, mejorar y ayudar al desarrollo de la localidad mientras trabajan competencias de lengua, matemáticas, ciencias sociales y educación artística. Por ejemplo, diseñando un logotipo para la campaña, jugando con palabras relacionadas o aprendiendo conceptos asociados al consumo, como el gasto, el ahorro y los sectores económicos.

También los alumnos universitarios han estado colaborando en diversos proyectos de impacto social. Por ejemplo, los de la Universidad de León que, en colaboración con el programa ‘Soledad Cero’ de Cáritas de la Agrupación Parroquial San José (León), han realizado llamadas telefónicas constantes a diversas personas de la región que han pasado el confinamiento en soledad. Es decir, desarrollando competencias comunicacionales al mismo tiempo que realizaban un servicio de acompañamiento.

Desde la asociación Aprendizaje-Servicio de la Universidad de Almería, por su parte, han elaborado materiales lúdicos e informativos, cada alumno volcado sobre su especialidad correspondiente, para entretener, animar y apoyar a pacientes, personal de hospitales y a usuarios de residencias de mayores. También para niños y jóvenes que se encontraban aislados por enfermedad tanto en hospitales como en sus casas o en centros de acogida.

Crecimiento lento, pero seguro

Estos son solo unos pocos ejemplos de lo que se está haciendo a lo largo y ancho del país, cada vez más. “El ApS es como una lluvia fina: hace diez años apenas se conocía, pero poco a poco, y sobre todo gracias al boca-oreja, está logrando tener cada vez más repercusión. Es una de esas revoluciones educativas que crecen de abajo a arriba, una dinámica que aunque es más lenta, se asienta con mayor seguridad”, considera la portavoz de la RedApS.

“El aprendizaje-servicio es una de esas revoluciones educativas que crecen de abajo a arriba, una dinámica que aunque es más lenta, se asienta con mayor seguridad”, RedApS.

Desde su punto de vista, España es uno de los países europeos más reconocidos en este campo. “Tenemos dos redes de impulso: la RedApS, de ámbito territorial, y una red específica de universidades. Llevamos trabajando en esto desde el 2004: investigando, publicando, etc. Y la gran implicación de las administraciones locales que aquí se está viendo no está pasando en ningún otro país”, asegura Batlle.

De hecho, cuenta cómo en Cataluña ya hay una práctica obligatoria de ApS para alumnos de secundaria que se ha puesto en marcha en el curso que está a punto de acabar y que lleva seis años de ensayo. “El Departamento de Educación de la Generalitat ha estado promoviéndolo, realizando acciones de formación, información y asesoramiento durante todo este tiempo para poder llevarlo a cabo”.

Aunque su implementación ha sido complicada por la situación que estamos viviendo, se ha podido observar en los ejemplos expuestos que no es imposible y que hay muchas fórmulas de enseñanza en remoto que pueden aportar un servicio a la comunidad.

A pesar de la incertidumbre, la creatividad del profesorado y de otras organizaciones vinculadas al aprendizaje-servicio está sirviendo para que su desarrollo siga adelante.

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