La oportunidad del sector energético ante la COVID-19

La crisis económica mundial que ha causado la pandemia de la COVID-19 está teniendo efectos generalizados y a menudo dramáticos en las inversiones en el sector de la energía.

El reciente informe World Energy Investment 2020 de la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha tenido en cuenta información de la situación hasta mediados de mayo y plantea una perspectiva única y completa de la forma en que las corrientes de capital energético se están reconfigurando a causa de la crisis, incluidas las estimaciones de las inversiones mundiales en energía para todo 2020.

Este estudio, en su quinta edición, es el análisis de referencia anual de la IEA sobre inversión y financiación en todas las áreas de suministro de combustible y electricidad, eficiencia e investigación y desarrollo.

Además de un examen completo de las tendencias de 2019 que precedieron a la crisis, el informe de este año pone de relieve cómo las empresas están en este momento reevaluando las estrategias (y los inversores reevaluando los riesgos) en respuesta a las profundas incertidumbres y tensiones financieras actuales.

Según sus autores, la industria energética que surgirá de esta crisis será significativamente diferente de la que existía antes, y las vulnerabilidades e implicaciones variarán entre las empresas, dependiendo de si están invirtiendo en combustibles fósiles o en tecnologías con bajas emisiones de carbono, así como entre los diferentes países.

Los impactos de la crisis en la inversión en energía

Los efectos que el actual escenario de crisis tiene sobre la inversión en energía están causados principalmente por dos razones.

En primer lugar, los recortes de gastos debidos a la menor demanda agregada y a la reducción de los ingresos, especialmente los recortes que ha sido muy severos en la industria petrolera, donde los precios se han desplomado.

Durante estos meses, los países en cierre total han experimentado un promedio de 25% de disminución en la demanda de energía en relación con los niveles típicos y en los países en cierre parcial un promedio de 18% de disminución.

La segunda razón ha sido la interrupción práctica de la actividad de inversión causada por los cierres y las restricciones al movimiento de personas y bienes.

Para el conjunto del año, se espera que la producción de las fuentes renovables aumente debido a los bajos costos de operación y al acceso preferencial a muchos sistemas de energía, y que las emisiones globales de CO2 disminuyan en un 8%, o casi 2,6 Gt, a los niveles de hace diez años.

Se espera que la producción de las fuentes renovables aumente debido a los bajos costos de operación y al acceso preferencial a muchos sistemas de energía.

Esa reducción interanual sería el más importante de la historia, seis veces más grande que la anterior reducción récord de 0,4 Gt en 2009 (causada por la crisis financiera mundial) y el doble de grande como el total combinado de todas las reducciones anteriores desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Después de crisis anteriores, el repunte de las emisiones ha sido más grande que el declive inicial. Si también va a suceder lo mismo en esta ocasión dependerá en gran medida de lo que ocurra con la inversión en energía.

La inflexión de la inversión hacia las energías limpias no será en 2020

Dentro de este panorama, el enfoque en el valor y en los beneficios ambientales puede proporcionar una oportunidad clara para algunas tecnologías limpias, especialmente la energía solar fotovoltaica y la eólica, que no solo están entre las más baratas de nueva generación, sino que también tienen ciclos de inversión relativamente cortos.

Estas inversiones también tienen sentido para los inversores financieros. Un nuevo análisis conjunto con el Imperial College London muestra que las empresas de energía renovable de las economías avanzadas han proporcionado en la última década mayores rendimientos de capital que las de suministro de combustibles fósiles, y también han capeado mejor la tormenta en 2020.

Sin embargo, no se cree que el año 2020 vaya a ser todavía un punto de inflexión para atraer más inversión hacia las energías limpias. Las energías renovables generalmente no ofrecen todavía todas las características que los inversores buscan en términos de la capitalización del mercado, dividendos o liquidez general.

Las oportunidades para invertir en nuevas fuentes de energía limpia de bajo costo siguen concentradas en Europa y América del Norte, y, aunque las inversiones en energía de carbón han disminuido en muchas partes del mundo, las aprobaciones globales de nuevas centrales en el primer trimestre de 2020 (principalmente en China) fueron el doble de la tasa observada en 2019, y existe una larga lista de proyectos en construcción.

El ritmo de cambio en el sector de suministro de energía lo pone a la vanguardia de las transiciones de energía, pero no representa al sistema de energía al completo, ya que la proporción de electricidad en el consumo final de energía es solo de alrededor del 20%.

Además del papel cada vez más importante que desempeña la electricidad ‘baja en carbono’, la inversión en una gama mucho más amplia de tecnologías energéticas (incluida la eficiencia energética y los combustibles bajos en carbono para el calor industrial y el transporte de larga distancia) será crucial para reducir las emisiones en todo el sistema energético en su conjunto.

La respuesta política a la pandemia, influirá en la tasa de cambio del capital social relacionado con la energía.

La COVID-19, oportunidad para una energía más sostenible

El coronavirus ha dado una enorme sacudida al sistema energético, pero la respuesta a la crisis también presenta una oportunidad para dirigir el sector hacia un camino más resistente, seguro y sostenible.

La respuesta política a la pandemia influirá en la tasa de cambio del capital social relacionado con la energía. La desaceleración económica está ejerciendo una enorme presión sobre algunas de las partes más expuestas de la economía mundial.

El exceso de capacidad productiva en algunas zonas, en un momento de demanda reprimida, está acelerando el cierre o la inactividad de partes del capital social de baja eficiencia. Dentro del sector energético esto ya es visible entre las refinerías y en la menor utilización de algunas centrales eléctricas de carbón.

Sin embargo, la crisis podría frenar el ritmo de cambio en otras áreas. La resistencia a comprometer capital para nuevos proyectos podría dejar a los gobiernos, las empresas y los hogares con limitaciones de efectivo que propicien la utilización de los activos existentes durante más tiempo, lo que retrasaría la velocidad con la que se introducen en el sistema las tecnologías más nuevas.

Los bajos precios del petróleo y la reticencia a pagar mayores costos iniciales podrían incluso marcar el comienzo de un nuevo ciclo de vehículos y aparatos más baratos y menos eficientes.

Esto plantea el fantasma de un sistema energético caracterizado por la falta de inversión sistemática en nuevas tecnologías y que, en cambio, depende en exceso de su capital social existente, con todo lo que esto implica para las emisiones.

Por tanto, la situación actual está acelerando el desmantelamiento de algunas plantas e instalaciones más antiguas, pero también está frenando el gasto de los consumidores en tecnologías nuevas y más eficientes.

Los encargados de la formulación de políticas tienen la oportunidad de diseñar sus respuestas a la crisis teniendo en cuenta estos elementos, combinando la recuperación económica con los objetivos energéticos y climáticos.

Pueden impulsar el gasto de los consumidores, por ejemplo, ofreciendo incentivos para sustituir los productos viejos y de bajo rendimiento por modelos nuevos y más eficientes.

La inversión tan necesaria en redes de electricidad y almacenamiento puede garantizar que los sistemas de energía del mañana sigan siendo resistentes y fiables, incluso cuando se transformen por el auge de las tecnologías de energía limpia.

En definitiva, la forma en que los responsables de la formulación de políticas respondan a la crisis hoy determinará los peligros para la seguridad energética y la sostenibilidad que el mundo enfrentará mañana.

Artículo apoyado por Stars4Media.

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