El efecto rebote medioambiental que puede traer la ‘nueva normalidad’

La pandemia ha traído a nuestras vidas nuevos hábitos que amenazan con borrar la senda que se había creado para frenar los efectos del cambio climático: más residuos de un solo uso, más uso del coche privado por miedo al contagio en el transporte público, a lo que se suman posibles recortes en políticas medioambientales para hacer frente a la crisis.

Si hace unos meses se hablaba de los inesperados beneficios que la COVID-19 había traído al medio ambiente, la cuestión que se plantea con la ‘nueva normalidad’ es la de cómo abordar un posible efecto rebote.

Entre los retos que se vislumbran están el crecimiento de los productos de un solo uso, como mascarillas, guantes, equipos de protección, y la menor confianza en el transporte público que está haciendo aumentar el uso del vehículo propio, entre otros aspectos.

“Los compromisos medioambientales durante la pandemia también han estado en cuarentena. Y la crisis económica que estamos sufriendo ahora no puede ser una excusa para que se frenen indefinidamente”, advierte Attenya Campos, doctora en Arquitectura Sostenible, colaboradora e investigadora en la Universidad Europea de Canarias.

Desde su punto de vista, el virus ha puesto de manifiesto “la escasa resiliencia y la gran fragilidad de nuestros sistemas económicos”. Y añade: “Las empresas deberían incluir parámetros de sostenibilidad y dar con fórmulas que reduzcan al mínimo su vulnerabilidad frente a cualquier impacto. Ya sea una pandemia como la que estamos sufriendo o las consecuencias de la evolución del cambio climático”.

Riesgos a tener en cuenta

Desde el grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (Turba Lab) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) se han identificado una serie de riesgos y oportunidades que deben tenerse en cuenta para evitar graves consecuencias medioambientales.

Para empezar, la falta de confianza en la ciencia que parece haberse generado implicaría mayores reticencias a la hora de apoyar la toma de decisiones fundamentadas para afrontar la emergencia climática.

Algo que puede repercutir en una gestión presupuestaria por parte de los gobiernos que elimine de sus ecuaciones las iniciativas ecológicas. Se sospecha que habrá recortes a favor de otras partidas determinantes para el crecimiento de la economía a corto plazo, poniendo en riesgo los planes climáticos y las campañas de sensibilización y de educación ambiental.

En este sentido, también se teme que los proyectos de recuperación poscovid no incluyan una perspectiva medioambiental.

Se teme que los proyectos de recuperación poscovid no incluyan una perspectiva medioambiental.

Otro de los aspectos que no pueden obviarse es la flexibilización de las normas ambientales que ya están poniendo alerta a organizaciones ecologistas. Es el caso de EE.UU., donde se ha planteado eliminar las sanciones a las industrias contaminantes. O de Cataluña, donde el Gobierno anunció una ley de simplificación administrativa para agilizar trámites urbanísticos y ambientales.

Existen también preocupaciones relacionadas con el sector del transporte de pasajeros dependiente de combustibles fósiles. Como las aerolíneas, para las que ya se están planteando ayudas de rescate que contravendrían las estrategias de descarbonización.

Por otra parte, el miedo al contagio en el transporte público está promoviendo un uso más intenso del vehículo privado. Un cambio en la movilidad que puede derivar en un aumento de las emisiones de CO2.

“Sin duda ha existido una cierta ‘prescripción’ por parte de las administraciones del uso del vehículo privado en detrimento del transporte público, lo cual es un error por la repercusión medioambiental que tiene y por el efecto psicológico creado en el corto plazo”, asegura Ignacio Pérez-Carasa, director de Relaciones Institucionales de Alsa.

Desde esta compañía de aseguran, no obstante, que las empresas también tienen su parte de responsabilidad en este camino, y que la suya lleva desde el inicio de la pandemia trabajando para devolver al público la confianza perdida en el transporte público.

“Hemos puesto en marcha el plan Alsa Movilidad Segura para mitigar los riesgos derivados de la COVID-19 y ofrecer las máximas garantías higiénico-sanitarias a los clientes y empleados”, afirma Pérez-Carasa. Esta labor ha sido reconocida por Aenor con el Certificado de Buenas Prácticas contra la COVID-19.

El documento elaborado por la UOC incluye también una posible transformación de los patrones de asentamiento de la población hacia zonas más alejadas de los núcleos urbanos, en viviendas amplias que consuman más recursos y cuya situación geográfica provoque una mayor dependencia del coche.

“No podemos olvidar que las condiciones medioambientales son un factor de riesgo adicional en la propagación de la pandemia y por lo tanto las emisiones son, sin duda, un factor crítico para la salud”, añade el portavoz de Alsa.

A todo ello se añade el incremento de residuos que se ha ido ampliando desde el inicio de la pandemia, a nivel de usuario pero, sobre todo, profesional: mascarillas, guantes, equipos de protección individual para sanitarios y otros materiales desechables cuya mala gestión puede acabar empeorando la crisis ambiental.

Se encuentra como ejemplo el caso del Hospital Moncloa, que en el mes de marzo registró un aumento del 83%, del 97% en abril y del 7% en mayo. “Asumir ese tremendo crecimiento ha sido todo un reto para nosotros”, reconocen los portavoces del centro.

Oportunidades que se deben aprovechar

El documento de la UOC también pone sobre la mesa las oportunidades que se están abriendo, por ejemplo en materia de movilidad y de desarrollo urbano para reducir las emisiones de efecto invernadero.

Durante las últimas semanas se han cortado calles al tráfico, se han promovido los traslados a pie o en bicicleta y se ha visto reverdecer las grandes ciudades, unas tendencias que, en opinión de los autores del informe, no se deben perder.

Las perspectivas son aún mejores si se mira hacia el auge de la digitalización de reuniones y eventos, de la racionalización de vuelos de negocios y del teletrabajo. La pandemia ha consolidado esta última práctica, que puede suponer a su vez una oportunidad para promover patrones de asentamiento en zonas rurales y redistribuir a la población.



Para los autores del informe, es un buen momento para desarrollar planes de recuperación ‘verdes’, o planes de choque ‘ecosociales’, como estrategias a largo plazo para favorecer una salida común a las múltiples crisis que estamos viviendo en estos momentos. También para consolidar algunas experiencias aplicadas en el confinamiento, como los cambios drásticos en el uso del coche, de los aviones o los cruceros.

En este sentido, se están promoviendo proyectos innovadores como Solar Impulse, un avión impulsado únicamente por energía fotovoltaica en el que está participando la compañía tecnológica Altran.

“Se han abierto grandes oportunidades en el ámbito de la movilidad, la automoción, la industria y la salud. Debemos ser conscientes que, para salir más fortalecidos de esta crisis, debemos seguir impulsando y desarrollando nuestras estrategias alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, comenta Óscar Codón, director general de la Fundación Altran para la Innovación.

Por otra parte, desde la UOC se aboga por aprovechar la preocupación social reinante para fortalecer una toma de conciencia y un cambio de percepción sobre la emergencia climática, puntos clave para propiciar cambios de comportamiento y políticos. Y siempre intentando reforzar la confianza en la comunidad científica e investigadora, mostrando a la población cómo su conocimiento e innovación pueden canalizar soluciones factibles, normalmente a medio y largo plazo.

“Es importante mostrar cómo la tecnología está ayudando a la industria a producir de forma más sostenible, menos contaminante y más respetuosa con el medio ambiente, lo que beneficia, en última instancia, a nuestra salud”, asegura Codón.

Desde su punto de vista, la pandemia ha puesto de relieve la necesidad de acelerar los procesos y tomas de decisiones, la digitalización de la administración pública, la educación, la sanidad y todos los sectores estratégicos productivos, así la apuesta decidida por una inversión I+D+i de niveles similares a los principales países europeos. Una idea que tanto Altran como Alsa han puesto de manifiesto en el ciclo de webinars Construyendo Futuro, organizados por el Club Excelencia en Gestión.

En definitiva, son muchas las voces que están recomendando plantear planes de recuperación verdes que sirvan no solo para paliar la crisis económica, sanitaria y social, sino también para hacer frente

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