Fundación Accenture. Poniendo el corazón y... la cabeza

HAZ1 noviembre 2008

El Grupo Accenture en España ha conseguido, en apenas seis años, poner en marcha uno de los programas de ayuda más eficaces existentes en la actualidad en todo el mundo. El programa de consultoría pro bono a las ONG, impulsado por la Fundación Accenture, está contribuyendo a modernizar y aumentar el impacto de las organizaciones sociales.

En el número 28 de la calle Reina Victoria de Madrid, sede de la Cruz Roja Española, se había reunido un heterogéneo grupo de veinte personas. Los diez consultores de Accenture, con sus trajes oscuros, contrastaban con la indumentaria más informal de los empleados de la organización humanitaria.

La convocatoria tenía por objetivo agradecer a Accenture el trabajo que había venido prestando a la Cruz Roja en los últimos cinco años a través del programa pro bono de la Fundación Accenture. La reunión se inició con unas palabras de agradecimiento de Toni Bruel, coordinador de la Cruz Roja, que fueron respondidas por Ana Millán, directora de la fundación, y terminó (antes de pasar a tomar un pequeño refrigerio) con una visita al Centro de Atención. Los directivos de Cruz Roja querían mostrar a todos los consultores de Accenture, que habían contribuido a su puesta en marcha, el funcionamiento del Centro de Atención situado en la primera planta del edificio.

El centro constituía un excelente ejemplo del impacto que el programa de consultoría gratuita de Accenture estaba teniendo entre las organizaciones del sector social. Durante más de tres años, diversos equipos de la consultora habían asesorado a Cruz Roja en la implementación de una plataforma tecnológica que prestaba un servicio de teleasistencia a distintos grupos vulnerables. Se trataba de un proyecto único en el mundo, tanto por su complejidad técnica como por su impacto social. En la gran sala se distribuían cerca de 60 voluntarios atendiendo más de 3.000 llamadas diarias procedentes de mujeres maltratadas, personas mayores o familiares de enfermos de Alzheimer. Sólo imaginar la cantidad de historias y dramas que circulaban diariamente a través de los hilos telefónicos y, gracias al funcionamiento del centro, podían ser resueltas eficazmente, constituía un motivo de enorme satisfacción para todos los que habían participado en el proyecto,

EL GRUPO ACCENTURE. El Grupo Accenture es una compañía global de consultoría de gestión, servicios tecnológicos y outsourcing. Combinando su experiencia, sus capacidades en todos los sectores y áreas de negocio, y su investigación con las compañías, Accenture colabora con sus clientes para ayudarles a convertir sus organizaciones en negocios y administraciones públicas de alto rendimiento. Con más de 186.000 personas trabajando en más de 120 países, la compañía obtuvo una facturación de 23.390 millones de dólares durante el año fiscal de 2008.

Accenture está presente en España desde hace más de cuarenta años. En la actualidad cuenta con 13.000 empleados y una facturación de 966 millones de euros en el ejercicio 2008. La organización de Accenture en España es la cuarta por facturación y número de empleados a escala mundial, así como la primera en cuota de mercado en los países donde opera. Entre sus clientes se encuentran más de dos tercios de las empresas que figuran en el IBEX-35.

Desde el punto vista del modelo de negocio la empresa está organizada en tres áreas de Negocios: 1. Consultoría de gestión; 2. Integración de Sistemas y Tecnologías, y 3. Outsourcing; y cinco Áreas Sectoriales: 1. Servicios Financieros; 2. Industria, Consumo y Distribución; 3. Recursos Naturales, Energía y Utilities; 4. Comunicaciones y Alta Tecnología, y 5. Servicio Público.

LA FUNDACIÓN ACCENTURE. La actividad de responsabilidad social del Grupo Accenture tiene su origen en las prácticas filantrópicas de las empresas de servicios en los Estados Unidos. La compañía tenía la costumbre de donar una cantidad para actividades sociales todos los años y esta praxis contribuyó a generar una cultura en favor de las iniciativas filantrópicas, que fue el germen de la de la creación de la Fundación en España.

La Fundación se constituyó con el propósito de canalizar de manera más eficaz las contribuciones de la compañía. Algunos socios entendieron que sería más eficiente coordinar las actividades filantrópicas a través de una organización creada al efecto.

A comienzo del año 2002, Juan Illana, uno de los socios de la compañía, persona con gran inquietud social y que siempre se había planteado cómo Accenture podía aportar más valor a la sociedad, propuso al consejo de socios la posibilidad de que la compañía ofreciese consultoría gratuita a las ONG.

«En un primer momento –comenta Juan Illana– mi idea fue crear una consultora, pero finalmente hablé con Carlos Vidal, por aquel entonces presidente de Accenture, y decidimos canalizar esa inquietud utilizando la propia infraestructura de la compañía. Lógicamente, esta segunda opción era mucho mejor, pues me permitía contar con una estructura ya en funcionamiento».

Juan planteó al consejo de socios emplear las horas «disponibles», en las que los consultores no prestaban servicio directo a los clientes para realizar consultoría gratuita a las organizaciones sociales, argumentando que la propuesta encajaba muy bien con las capacidades de la compañía y, además, no suponía un coste adicional para la empresa y sí una fórmula para utilizar de manera más eficiente los recursos. El razonamiento era sencillo: con un programa de consultoría pro bono se podía aportar muchísimo valor a las ONG e impulsar el aprendizaje de los empleados al exponerlos a un sector nuevo y, al mismo tiempo, reforzar su motivación. Juan, que era un gran gestor del cambio, empezó muy poco a poco: «El principal reto fue encontrar la fórmula adecuada, diseñar un modelo que no solo no perjudicase a la compañía sino que le ayudase a crear más valor».

Otro reto importante fue encontrar una persona que ayudase a ponerle patas a la iniciativa. Juan era consciente de que poner el programa de consultoría en marcha iba a exigir contar con una persona muy especial. Esa persona debía proceder de la compañía, pues era necesario que conociese todos los mecanismos internos de funcionamiento y cómo aprovecharlos en favor del programa. Tras unos meses de búsqueda apareció, providencialmente, Ana Millán.

ANA MILLÁN. Ana se incorporó a Accenture tras terminar sus estudios de Ingeniería Superior Aeronáutica. Toda su carrera profesional se había desarrollado en la empresa consultora. Comenzó trabajando con clientes del sector aeronáutico (EADS, CASA, el ejército, etc.), al cabo de unos años cambió de sector, dedicándose a clientes del área financiera; primero en Luxemburgo, donde permaneció cuatro años trabajando para la Banque Nationale du Luxemburgue y luego en Estados Unidos para una compañía de seguros.

«Los cambios –comenta Ana– los provocaba yo, porque inconscientemente iba buscando algo más, pues no terminaba de estar plenamente satisfecha con mi trabajo. Al principio, pensaba que mi inquietud estaba relacionada con el sector de negocio, y por esa razón fui cambiando de uno a otro; pero finalmente llegue a la conclusión de que lo que estaba buscando era otra cosa; me di cuenta de que lo que realmente quería hacer era trabajar para el sector social; comprendí, con mucha claridad, que mi vida no tenía sentido sino no la empleaba para ayudar a los demás utilizando mis capacidades, lo que sabía hacer. Entonces decidí solicitar a mis jefes una excedencia por tres meses para pensar lo que quería hacer con mi futuro y se lo comuniqué inmediatamente al socio de Accenture de quien dependía jerárquicamente».

A la semana recibió una llamada de Juan Illana y le propuso una cita para hablarle del proyecto de consultoría pro bono. Tras reunirse con él y conocer con más detalle el proyecto, enseguida comprendió que eso era precisamente lo que estaba buscando desde hacía tiempo.

«¿Proporcionar consultoría gratuita al sector social? ¿Sin tener que dejar mi empresa? ¡No podía pedir más! ¡Estaba deseando comenzar! Por supuesto que al incorporarme a la fundación y dejar la empresa renuncié a muchas cosas. ¿Qué supuso esa renuncia? Un recorte considerable en mi salario y una salida de la carrera profesional estándar de Accenture, llevaba ocho años en la compañía y era un sacrificio importante. Pero en ese momento no le di importancia a esas cosas. Lo que más me interesaba era dar cauce a mi inquietud personal».

EL PROGRAMA PRO BONO. En enero de 2003 el consejo de Accenture, integrado por todos los socios, aprobó asignar a la fundación un presupuesto consistente en un número de horas de consultoría gratuita al año. Juan y Ana no perdieron el tiempo y se pusieron a trabajar de inmediato, seleccionado algunas ONG con las que los socios venían colaborando a título individual.

Para sorpresa de muchos, el presupuesto inicial asignado a la fundación se ejecutó en los seis primeros meses. Al año siguiente, se plantearon como objetivo doblar el número de horas y consiguieron que el consejo les asignase 20.000 horas de consultoría pro bono. Pero muy pronto se dieron cuenta de que si querían crecer tenían que cambiar algunas cosas en la compañía desde el punto de vista interno. Hasta entonces se habían apoyado en la buena voluntad del personal. La clave para poder incrementar el número de horas y dar un salto cualitativo en el programa era conseguir que el consejo considerase las horas donadas iguales que las horas trabajadas para un cliente de pago. Tras debatirlo, el órgano de gobierno del Grupo resolvió considerar el programa pro bono como un trabajo equiparable al resto en todos los aspectos, excepto en el pago de los servicios. Se facturaba a las ONG pero Accenture, posteriormente, emitía un documento de condonación de la deuda. A partir de entonces empezaron a contar con muchos más recursos. Antes dependían de la buena voluntad de todo el mundo, ahora contaban con un trabajo más «reconocido».

LAS ONG. La fundación siempre tuvo claro desde sus inicios que quería ayudar a las organizaciones sociales. En los primeros meses del programa se apoyaron en las relaciones personales de los socios para seleccionar las organizaciones (fundaciones, asociaciones, ONG, etc.) con las que trabajarían.

«No conocíamos el sector, –comenta Ana– se trataba de hacer un barrido general para tener un conocimiento más profundo. A medida que pasó el tiempo fuimos desarrollando unos criterios de selección en nuestra cartera de clientes con el fin de ganar en eficacia. Decidimos reducir considerablemente el ámbito geográfico, centrarnos en las ONG grandes, pues son las que tienen más capacidad para asimilar nuestra ayuda y más posibilidades de impacto, y comenzar a distribuir las asignaciones de horas en función de los resultados que podíamos alcanzar».

En la actualidad la cartera de ONG supera las 30 organizaciones y está dividida en cinco grandes categorías: 1. ONG sociales; 2. Fundaciones empresariales; 3. Fundaciones de innovación; 4. Universidades; y 5. Organizaciones de empleados. El 90% de los proyectos se concentra en las ONG sociales.

Centro de atención de Cruz Roja en Madrid.

Aunque cada proyecto es único, normalmente un equipo estándar asignado a un proyecto suele estar integrado por entre cinco y quince personas, aunque lo normal son equipos de cinco personas. En el año 2008 las horas asignadas al programa pro bono alcanzaron cerca de las 85.000 horas, lo que supone un equipo de alrededor de 50 personas exclusivamente dedicado durante todo el año a este programa.

La mayoría de los proyectos con las ONG consisten en consultorías de optimización de la gestión interna de diferentes áreas organizativas (comercial, RRHH, estrategia, etc.) o desarrollos tecnológicos o una mezcla de los dos.

«En realidad, nuestro trabajo –comenta Juan Illana– está más orientado al desarrollo de sistemas de información que a la consultoría estratégica, porque es donde podemos aportar más valor, donde tenemos más gente y, también, porque es más fácil que las ONG saquen provecho a un trabajo de desarrollo de sistemas. Es más complicado que las ONG absorban una consultoría estratégica. La ventaja que tienen los sistemas de información es que al final del trabajo dejas a la organización una plataforma de trabajo, una infraestructura; es un producto más tangible y más estructurado».

Aunque las posibilidades de realizar proyectos son infinitas, la experiencia muestra que la mayoría de las ONG terminan planteando propuestas muy similares. En estos cinco años la fundación había desarrollado un know-how muy importante en algunas áreas como: desarrollo de soportes tecnológicos y estrategias para captar y relacionarse con los donantes; optimización de servicios de atención, desarrollo de herramientas informáticas para la gestión de los proyectos ejecutados por las ONG, o construcción de portales externos e internos, etc.

Pero más allá de las mejoras concretas que proporciona la fundación en las diversas áreas de la organización, una de las cosas que más valoran las ONG es el cambio de mentalidad que implica trabajar con Accenture.

Como expresa Francisco González-Robato, el hasta el pasado septiembre de 2008, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer: «En nuestro primer contacto con Accenture le pedimos un análisis o diagnóstico de la asociación. Fruto de ese análisis surgieron las propuestas de consultoría. Esta asociación tiene 55 años, lo cual quiere decir que cambiar cosas tiene sus dificultades. Tenemos 750 trabajadores y 14.300 voluntarios. Teniendo en cuanta estas circunstancias, no se trataba de hacer un simple diagnóstico sino que era necesario implementar los cambios y, precisamente, la fundación nos acompañó y guió en el proceso de impulsar el cambio organizativo. Accenture es, sin duda, uno de los artífices de la modernización de la asociación en los últimos años».

Otro de los elementos que más valoran del trabajo con la fundación es la continuidad en el tiempo. La ayuda de Accenture no es puntual, sino que supone un compromiso a largo plazo, requisito indispensable para conseguir verdadero impacto. Un buen ejemplo lo constituye el proyecto del Centro de Asistencia de la Cruz Roja.

«El proyecto del Centro de Asistencia, explica Carlos Capataz, director de Intervención Social de la Cruz Roja, probablemente sea uno de los proyectos sociales más ambiciosos acometidos por una organización y un ejemplo único de colaboración entre una empresa y una institución no lucrativa. La fundación nos asesoró en el proceso de realizar un primer diagnóstico sobre nuestro servicio de teleasistencia, nos recomendó las mejoras y los cambios que debíamos acometer para aumentar la eficiencia y el impacto, posteriormente nos ayudaron a seleccionar la solución tecnológica más adecuada y, por último, una vez elegida, nos prestaron ayuda para migrar todos los datos del viejo sistema al nuevo. Si tuviésemos que valorar a precio de mercado la consultoría que nos brindó el equipo de Accenture durante estos tres años y medio la cifra final tendría muchos, muchos ceros».

Cuando se comparan las diferentes iniciativas de Acción Social emprendidas por las empresas es muy difícil encontrar un programa que se acerque a los resultados del programa pro bono de Accenture. En sólo 6 años se han aportado más de 350.000 horas de consultoría, que se traducen unos 300 proyectos con 49 ONG, gracias a la participación de cerca de 1000 profesionales de la compañía.

BENEFICIOS INTERNOS. Los últimos cuatro años de actividad han estado impulsados por el actual presidente del Grupo Accenture, Vicente Moreno, que estuvo presente en la gestación y lanzamiento del programa y ha sido el verdadero artífice de la madurez y consolidación de la actividad social del Grupo. El convencimiento personal que tiene en el valor que esta actividad está proporcionando no sólo al sector social, sino también al propio Grupo Accenture le ha convertido en su protector y embajador de honor. «Creo firmemente que todos estos valores fomentan las relaciones de trabajo basadas en la confianza y el respeto mutuo».

Y lo cierto es que, se haya o no buscado explícitamente un retorno, el programa pro bono ha contribuido a mejorar la satisfacción y la motivación de los empleados de la compañía.

Jorge Ramón Alonso, senior manager de Accenture, con diez años en la división de consultoría, considera que su experiencia profesional en el programa pro bono fue muy enriquecedora humana y profesionalmente. El proyecto en el que participó consistió en ayudar a Cáritas a desarrollar un sistema para mejorar su relación con sus donantes y clientes: «Desde el punto de vista personal, he aprendido mucho de la vocación de servicio de las personas que trabajan en el sector social, de su austeridad y compromiso. Son muy conscientes de que su trabajo tiene un impacto social muy grande. Yo cuento con orgullo la existencia del programa pro bono a mis clientes. El hecho de que podamos tener la posibilidad de colaborar profesionalmente con las ONG me parece extraordinario».

Las experiencias de Eliseo Ángel Gonzalo-Yague y de Jorge Fernández son también muy similares. El primero es experto en e-learning y jefe de equipo del área de Recursos Humanos en Accenture; Jorge, por su parte, es jefe de proyectos de Coritel, la división tecnológica de Accenture. Los dos colaboraron con la ONG Entreculturas en diferentes proyectos. Eliseo ayudó a desarrollar un proyecto de educación aprovechando las nuevas tecnologías y Jorge participó en el desarrollo de una herramienta informática para gestionar todo el «ciclo» de los proyectos que la ONG tenía en diferentes países.

Ambos coinciden en señalar que este tipo de proyectos «ofrecen un campo más interesante para innovar o ensayar nuevas líneas de trabajo». Otro de los aspectos que más valoran de su colaboración con las ONG es el «reconocimiento». «El cliente es muy agradecido. Nos suelen felicitar efusivamente por nuestra ayuda y eso nos motiva mucho en nuestro trabajo», comenta Eliseo.

Pero lo que más estiman es el impacto social de los proyectos. Como señala José Alberto Sierra, uno de los consultores que formó parte del equipo de Accenture en el proyecto del Centro de Atención de la Cruz Roja: «Todos los trabajos que llevamos a cabo son importantes, pero es evidente para todos que las consecuencias de que este proyecto [el Centro de Atención] funcione no son las mismas que, por poner un ejemplo, el desarrollo de un software para mejorar el servicio de los cajeros automáticos. Al fin y al cabo, si el cajero no funciona siempre puedes ir a otro, pero si las llamadas que se reciben en este centro no son atendidas rápidamente, lo que está en juego es algo más que unos cuantos euros».

POR CE
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