Cuatro nuevos emprendedores para cambiar el mundo
Cada año la fundación Ashoka, especializada en emprendimiento social, añade nuevas caras (con sus marcas correspondientes) a su red de empresarios con conciencia. El 2017 terminó con cuatro más: Victoria Tortosa, fundadora de La Exclusiva; Pablo Santaeufemia, de Bridge for Billions; Ignacio Medrano, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) y creador de Savana, y Roser Ballesteros, responsable de Vox Prima.
El caso de La Exclusiva es ya conocido por los lectores de Revista Haz: Desde 2013 esta empresa de distribución ha estado encargando y enviando la compra a un gran número de personas, la mayoría de la tercera edad, que viven en zonas rurales de baja densidad y desprovistas de comercios, localizadas en Soria.
Ahora ha ampliado su radio de actuación a Burgos y está dando servicio a casi 600 pueblos. Por otra parte, esta empresa ha conseguido que el 60% de sus clientes hayan mejorado sus hábitos alimenticios. “Queremos que antes de 2030 haya Exclusivas en todas las zonas escasamente pobladas. No solo de España, también de Europa”, comenta su creadora.
Además, entre otros objetivos, Tortosa remarca su intención de crear una inmobiliaria rural “para que la falta de vivienda habilitada no sea un problema para dinamizar el entorno rural”. Y ofrecer servicios más orientados a una población joven que les anime a volver a los pueblos, algo que fomentaría la creación de nuevos negocios y de nuevas oportunidades de empleo. “Y de servicios básicos: colegios, centros de salud…”.
Médicos permanentemente actualizados
Según Ignacio Medrano, un buen médico es aquel que está constantemente actualizado, “pero no es fácil en un mundo en el que la información crece cada vez más deprisa”. Por eso creó Savana. Se trata de una herramienta informática que emplea big data e inteligencia artificial para extraer el conocimiento de las historias clínicas y presentarlo de forma ordenada a clínicos e investigadores.
“Tenemos acceso a información colectiva de 20 millones de historiales médicos de 25 hospitales en España y América Latina”, asegura Medrano. Según sus cálculos, actualmente hay unos seis millones de pacientes que se están beneficiando de este modelo de conocimiento y diagnóstico médico.
De cara a 2019 sus responsables esperan estar trabajando con 65 hospitales en todo el mundo. “En 2030 vamos a poder anticiparnos a muchas dolencias gracias a esta tecnología. Cuantos más historiales tengamos más fácil será predecir lo que va a pasarle a un paciente concreto”, asegura el creador de Savana.
Incubando empresas
Otro de los emprendedores reconocidos por Ashoka ha sido Pablo Santaeufemia, fundador de Bridge for Billions, una incubadora online que tiene como máxima democratizar el acceso a la formación de calidad sobre emprendimiento. “Hay más de 9.000 programas de apoyo para aquellos que quieren arrancar un negocio, pero no pueden cubrir las necesidades de los más de 100 millones de emprendedores potenciales que hay en el mundo”, explica Santaeufemia.
Además, éstos suelen darse en ciudades grandes y son tan limitados en capacidad que terminan aceptando solo a aquellos candidatos con recursos y conexiones con inversores. “Algo que excluye de forma inevitable a mujeres, a minorías raciales y a otras personas con pocos recursos”, advierte el creador de la compañía.
Su plataforma facilita la entrada en un programa online que guían al emprendedor a través de ocho módulos a crear su plan de empresa, gracias a la ayuda de un mentor especializado en su área de actuación. “Nuestro objetivo a medio plazo es el de apoyar a más de 3.500 emprendedores de forma individual y a más de 2.700 a través de convenios y aliados para poder crear más de 26.000 puestos de trabajo antes de 2019”, concreta Santaeufemia.
Según éste, a partir de 2020 los avances tecnológicos que se esperan permitirán a Bridge for Billions automatizar muchos de los procesos y llegar a un público aún mayor. “Esperamos llegar a más de tres millones de empresas en 2030, y que el 75% de éstas venga de países en vías de desarrollo”.
Lectoescritura creativa
La última de las propuestas seleccionadas por Ashoka ha sido la de Vox Prima, fundada por Roser Ballesteros. Su compañía utiliza la pictoescritura con el fin de fomentar la creatividad en la infancia y mejorar los niveles de lectoescritura. “La capacidad creativa del niño decrece de manera muy significativa en edad escolar. Es una capacidad que está íntimamente ligada con la capacidad de emprender e innovar, pero que los sistemas educativos ignoran de manera sistémica”, asegura Ballesteros.
Según su experiencia, la competencia escrita es un predictor muy importante a nivel académico y, sin embargo, los niveles que se dan en España son preocupantes. “Solo en Cataluña el 41% de los perfiles son de nivel medio bajo-bajo”. La metodología empleada por Vox Prima transforma el aprendizaje de lectura y escritura a lo largo de toda la etapa de Educación Primaria, con herramientas que estimulan la creatividad, el dibujo, el pensamiento visual y el story telling.
“Nuestro proyecto está testado y es escalable”, afirma la fundadora de la empresa, que ha desarrollado esta metodología trabajando con 22 centros educativos y más de 3.500 alumnos en los últimos siete años. “Los alumnos con pictoescritura producen textos el doble de largos y tres veces más complicados que con una metodología tradicional. Además, su comprensión lectora es seis veces mayor”, añade.
De cara a 2030, Ballesteros aspira a tener más de un millón de usuarios incorporados a su plataforma digital, “y que ésta nos permita detectar, analizar y solucionar los patrones de error más frecuentes en estas edades”. Los responsables de Vox Prima también se marcan como hito utilizar la inteligencia artificial para estudiar cómo la cultura mediática y el bombardeo de la imagen han modificado todos los procesos de aprendizaje. “Podremos diseñar soluciones creativas para adaptarnos a ello”.
Por un cambio en la educación
Ashoka España también ha engrosado las filas de la red de escuelas Changemaker con dos nuevos ‘fichajes’: el colegio de primaria y secundaria Verdemar de Santander (Cantabria), y el Instituto de Educación Secundaria (IES) Miguel Catalán de Coslada (Madrid).
El primero destaca por enseñar a sus alumnos a formar pequeñas empresas cooperativas, desde las que llevan a cabo proyectos reales. En primaria manufacturan productos, los venden y donan sus beneficios a ONG. En el caso de los alumnos de secundaria, se ofrecen servicios diversos, como ludotecas para los pequeños o de apoyo y acompañamiento para la tercera edad.
Por su parte, el centro madrileño propone a sus alumnos proyectos de aprendizaje y servicio fuera del centro educativo, estrechamente vinculados con el voluntariado: en el Banco de Alimentos, en la biblioteca del Hospital del Henares, en centros de protección animal…
Según el director del instituto, Ángel García, se ha observado una mejora en los resultados académicos de los alumnos que participan en estos proyectos. “Refuerzan los conocimientos obtenidos en clase poniéndolos en práctica durante sus voluntariados”, asegura. Por otra parte, aumenta su grado de compromiso y también su autoestima, ya que se convierten en una parte activa de la transformación de su entorno.