Los seis negocios responsables españoles ganadores del Premio Triodos Empresas

El último ganador del Premio Triodos Empresas, Jugar i Jugar, focaliza sus esfuerzos en asesorar a familias y escuelas sobre la importancia de incitar al niño al ámbito lúdico para su desarrollo. Y también a acondicionar los espacios en los que se mueven los más pequeños con materiales y juguetes difíciles de encontrar en España.

Cada año, y desde hace cuatro ediciones, el Premio Triodos Empresas da un reconocimiento a seis compañías, asociaciones y fundaciones responsables con las que ha trabajado. Sus últimas seleccionadas han sido: Biosabor, especializada en el cultivo y envasado ecológico de frutas y hortalizas; WhatsCine, que facilita el acceso a contenidos audiovisuales para personas con discapacidades visuales y auditivas; 100×100 Madera, de construcción biopasiva; la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (Aupex); Asprodes, que ofrece nuevas oportunidades a personas con discapacidad intelectual en Salamanca; y Jugar i Jugar, asesoría en juego infantil que, además, fue la elegida para llevarse a casa el premio de 10.000 euros concedido por la entidad bancaria.

Esta compañía de Girona nació hace unos cuantos años casi junto a los hijos de sus dos creadoras: Claudia Díaz y Carmen Granados. “Cuando fuimos madres nos interesamos mucho por el juego infantil y nos formamos en la importancia que tiene en el desarrollo de los niños”, apunta Díaz. Con el tiempo, ambas se dieron cuenta de que los juguetes y materiales que necesitaban para poner en práctica este know how que iban adquiriendo no se encontraban en España, así que vieron la oportunidad de convertirse en proveedoras y en asesoras.

“Empezamos a dar charlas a padres y profesores. Y más tarde a ludotecas, escuelas, familias… y a acondicionar espacios. Hemos ido abarcando todo el universo que implica el juego infantil, desde el propio niño hasta los adultos que le rodean, pasando por el entorno en el que se mueve y los materiales que utiliza”, comenta la cofundadora de la empresa.

Ahora ambas sueñan con crear una asociación en la que se desarrolle la filosofía que impera en Jugar i Jugar, “con laboratorios de juego donde no exista el ‘no tocar’ y en el que los adultos también se involucren. Aunque todavía queda mucho para alcanzar ese fin”, reflexiona Díaz.

Otra de las empresas finalistas es WhatsCine, que lleva desde 2013 desarrollando y mejorando sistemas de accesibilidad para que las personas con discapacidad visual y auditiva puedan disfrutar del ocio audiovisual. Y todo a través de dispositivos móviles como un smartphone o una tablet, en los que debe descargarse su aplicación.

“Ya estamos en 600 salas de cine y, gracias a un acuerdo con Movistar, hemos conseguido incluir casi mil películas accesibles y 1.200 capítulos de series. En total sumamos unos 60.000 usuarios, más 30.000 asociados a los servicios de televisión”, comenta Fernando Villamanta, CEO de la compañía.

Unas cifras que pueden multiplicarse en los próximos meses si su expansión por América da buenos frutos. “Hemos montado una empresa subsidiaria, WhatsMedia, en Miami para entrar en los mercados norteamericano y latinoamericano. Ya hemos puesto en marcha algún piloto con varias cadenas para probar su validez”.

Entre los retos que se marcan sus responsables está el de concienciar en España de la necesidad de incluir la accesibilidad desde el origen de las películas y las series. “Estamos hablando de un coste ridículo, unos 2.500 euros por producción. Hemos de aprender de países como EEUU, de donde las películas vienen ya subtituladas y audiodescritas de origen. O de Brasil, que acaba de sacar una ley que garantiza la accesibilidad de las salas de cine y la transcripción de las películas”, apunta Villamanta.

Movimiento asociativo

Todos los proyectos seleccionados tienen años de recorrido, y probablemente Asprodes sea el más longevo de todos. Con más de medio siglo de historia, en estos momentos está dando apoyo y nuevas oportunidades a más de mil personas con discapacidad y sus familias desde los centros que gestiona en la provincia de Salamanca. Desde allí ofrecen servicios especializados en educación y en terapias ocupacionales, pero también de formación en el empleo.

“Nuestro gran caballo de batalla es buscar nuevos caminos hacia el empleo, sobre todo para que la tasa de actividad, que ronda el 30% para las personas con discapacidad intelectual, crezca entre nuestros socios”, explica José Gómez, que hasta hace pocas semanas era presidente de la asociación. En estos momentos en Asprodes trabajan unas 600 personas de las cuales 200 tienen este tipo de discapacidad.

Aunque ya no forma parte de la junta, Gómez sigue trabajando día tras día en sus proyectos. “Estamos en un momento de transición, queremos convertirnos en fundación y así tener más fuerza en nuestras reivindicaciones”. Actualmente, Asprodes gestiona diferentes centros de día, un colegio de educación especial, un centro especial de empleo, viviendas y residencias. “Son espacios localizados no solo en Salamanca capital, también en otros pueblos de la provincia, dando un servicio de proximidad de vital importancia para las familias asociadas”, asegura Gómez.

Un poco más joven es Aupex, que lleva trabajando desde 1992 para mejorar y unificar el servicio de las universidades populares que funcionan en las zonas rurales de Extremadura. “Ha servido para generar empleo y hacerlas crecer: solo en la asociación estamos trabajando 140 personas, a las que se suma el personal propio de cada universidad. Y son 214 municipios los que disponen de este servicio público de formación”, comenta José Mª Rodríguez, director de Gestión de Aupex.

Entre los proyectos con mayor demanda que tienen en marcha están los relacionados con el fortalecimiento del uso de las tecnologías para la vida cotidiana y el empleo y nociones de seguridad digital. “También se está haciendo especial hincapié en la economía verde y circular, en parte promovido por el Gobierno regional, y en el aprendizaje de idiomas. Tenemos más de 50 centros locales de idiomas en municipios pequeños y medianos que dan la oportunidad de aprender y certificarse en inglés, alemán y portugués”, reflexiona Rodríguez.

Implicados con el medio ambiente

Otra de las empresas finalistas, 100×100 Madera, lleva 25 años dedicándose a la construcción biopasiva en la que la madera es el elemento principal. “Hace seis años decidimos trabajar bajo el estándar de eficiencia energética más estricto del mundo, el Passivhaus, de origen alemán. Básicamente se trata de construir con el objetivo de limitar al mínimo el uso de calefacción y de aire acondicionado”, explica Ander Echevarría, director técnico comercial de la compañía.

Como muestra de esa posibilidad, construyeron sus oficinas en Guadalix de la Sierra (Madrid), donde se han registrado temperaturas superiores a los 40 grados en verano y de 8 bajo cero en invierno. “Gracias a nuestro sistema, hemos conseguido mantener las instalaciones entre 22 y 25 grados sin necesidad de calefacción o de aire acondicionado. Y lo hemos logrado sin dejar de utilizar el cristal”, comenta Echevarría.

Entre sus previsiones de futuro está la creación de unas nuevas oficinas, “un edificio de tres plantas orientado a la formación en bioconstrucción, con box de pruebas, huertos en las cubiertas… un espacio que va a generar más energía de la que consume”, afirma el portavoz de 100×100 Madera.

La última finalista de esta edición es Biosabor, una empresa familiar de Almería dedicada a la producción de hortalizas ecológicas y de un empaquetado también ecológico y responsable. “Giramos nuestra finca a este tipo de cultivos por tendencia de los mercados, pero también por nuestra filosofía de vida, enfocada hacia el medio ambiente”, concreta Francisco Belmonte, presidente de la compañía.

Desde su nacimiento en 2008 han crecido sus cifras de hectáreas cultivadas, de 50 a 300, y de empleo. “La empresa tiene ocho fundadores, y en ella trabajan unas 600 personas, 300 en el campo y otras 300 en empaquetado. Y es que para conseguir el producto que queremos necesitamos que todo se haga de forma manual”, asegura Belmonte. De esta manera, el pasado año facturaron 156 millones de euros.

Sus productos llegan hoy en día a muchos rincones del mundo, especialmente de Europa. “Escandinavia es un mercado muy importante para nosotros, son grandes consumidores de lo ecológico. También Reino Unido, Francia y Alemania. Quizás en el país donde más problemas tenemos para comercializar nuestros productos sea España”, confirma.

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