Ciudades de Transición, comunidades que construyen su propio futuro
Este movimiento se caracteriza por la creación de redes de apoyo comunitario que promueven la sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono y la resiliencia energética. Las Ciudades de Transición representan un cambio paradigmático en la forma en que las comunidades abordan los desafíos globales desde una perspectiva local y participativa.
El movimiento como tal comenzó en 2006 en Totnes, un pequeño pueblo del suroeste de Inglaterra. Fundado por Rob Hopkins, profesor de permacultura, la iniciativa surgió como una respuesta a la creciente preocupación por el cambio climático y el ‘pico del petróleo’. La idea fundamental detrás de las Ciudades de Transición es que, mediante la acción comunitaria local, se puede reducir la dependencia de los combustibles fósiles y mejorar la resiliencia comunitaria ante crisis futuras.
Según explica el propio Rob Hopkins, “este proyecto está diseñado para ser una iniciativa viral y autoorganizativa, donde la gente elige sus prioridades y lleva a cabo las iniciativas. Es una invitación a crear algo que es bueno y a pasarlo bien mientras se logra”.
El ejemplo pionero, donde surgió todo, la ciudad de Totnes en Reino Unido, sigue siendo un faro para el Movimiento de Transición global. Esta pequeña ciudad ha implementado numerosas iniciativas que ejemplifican los principios del movimiento. Por ejemplo, la comunidad ha establecido totnes pound, una moneda local diseñada para fomentar la economía local y reducir la fuga de capitales hacia grandes cadenas comerciales. Además, Totnes ha creado grupos de trabajo que se enfocan en diferentes aspectos de la vida sostenible, como la energía, la comida, la economía local y la salud mental, demostrando que una comunidad pequeña pero comprometida puede convertirse en un modelo de sostenibilidad.
Jenny Gellatly es una de las coordinadoras de Transition Town Totnes y ha vivido la puesta en marcha del proyecto desde el principio: “Este es un movimiento que cree en la capacidad de la gente para llegar a una visión común que transforme los lugares en los que vive, para que sean más justos local y globalmente, democráticos, ecológicos y resilientes, que sean adaptativos frente a la crisis ecosocial y pongan en el centro el cuidado y la comunidad, construyendo alternativas reales de cuidado de las personas, el territorio y el planeta. Esa es la clave de su éxito”.
Por toda Europa rápidamente ha cundido el ejemplo, y las iniciativas se multiplican, coordinadas en su mayor parte por la plataforma Transition Network, cuyo lema se resume en tres palabras: cabeza, corazón y manos. Lograr una transición exitosa consiste en encontrar un equilibrio entre estos tres aspectos: la cabeza, porque hay que actuar aplicando la inteligencia colectiva para encontrar mejores formas de vivir; el corazón, porque hay que trabajar valorando y prestando atención a los aspectos emocionales, psicológicos, relacionales y sociales de lo que se hace, y las manos, porque hay que convertir las ideas en una realidad tangible.
Las Ciudades de Transición representan un cambio paradigmático en la forma en que las comunidades abordan los desafíos globales desde una perspectiva local y participativa.
En Liège, Bélgica, el movimiento de transición ha tomado la forma de Ceinture Aliment-Terre Liégeoise, una iniciativa que busca construir un sistema alimentario local resiliente y sostenible. Este proyecto ha reunido a agricultores locales, tiendas de alimentos, restaurantes y consumidores para crear una red de alimentos locales que reduce la dependencia de las cadenas de suministro globales y promueve la agricultura sostenible. La iniciativa ha facilitado la entrega directa de alimentos desde las granjas a las puertas de los consumidores, reduciendo las emisiones de carbono asociadas con el transporte de alimentos y fomentando la economía local.
En Francia, el pequeño pueblo de Ungersheim, se ha convertido también en un modelo de transición hacia la sostenibilidad. Bajo el liderazgo del alcalde Jean-Claude Mensch, se ha implementado un plan de 21 acciones para el siglo XXI, que abarca desde la agricultura orgánica hasta la construcción ecológica y la producción de energía renovable. Uno de los proyectos más notables es su granja orgánica comunitaria, que emplea a personas en riesgo de exclusión social. Además, la comunidad ha construido una planta de biogás que convierte los residuos orgánicos en energía, cerrando así el ciclo de producción y consumo.
En Berlín, la transición hacia una ciudad más sostenible se ha manifestado a través de un enfoque decidido por la energía renovable y la eficiencia energética. Un ejemplo es la cooperativa ciudadana BürgerEnergie Berlin (literalmente “la energía de la gente”), que busca involucrar a los ciudadanos en la transición hacia energías renovables, promoviendo su participación activa en la infraestructura energética de la ciudad.
El Movimiento de Transición en España
Ya en nuestro país, el movimiento de Ciudades de Transición se agrupa alrededor de varios organismos. Uno de ellos es la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS), una organización que promueve la integración de la sostenibilidad en las políticas públicas y privadas en España. Desde este organismo han puesto en marcha el proyecto Territorios en transición hacia la Agenda 2030, para impulsar la transformación sostenible de territorios rurales mediante la creación de capacidades para nuevos emprendimientos.
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Por su parte la red Transition Network tiene en España su propia filial en la organización Red de Transición (RedT), que se define a sí misma como “parte de un gran experimento ecosocial que apoya a las personas y a sus comunidades a avanzar hacia modos de vida más sostenibles y regeneradores con menos dependencia de los combustibles fósiles, en un momento de muy probable e inminente colapso ecosocial, respetando los límites biofísicos del planeta, y fomentando un cambio cultural hacia el decrecimiento basado en la acción colectiva, los cuidados y el apoyo mutuo”.
Juan del Río es el coordinador de Red de Transición, y explica así la necesidad de este tipo de iniciativas: “Queremos mostrar que hay escenarios de futuro posibles, pero que huyen del tecnooptimismo, que quiere decir que la ciencia y la tecnología nos permitirán continuar creciendo por siempre y eso es físicamente imposible. Y también huimos de escenarios sin solución, del tipo habrá un colapso total y no podemos hacer nada”.
En España, la Red de Transición en Cataluña es uno de los ejemplos más notables de cómo el movimiento de transición ha echado raíces en Europa. Cataluña alberga una vibrante red de comunidades de transición que están trabajando para crear modelos de vida más sostenibles y resilientes. En las localidades de Cardedeu y Vilanova i la Geltrú, los grupos locales han desarrollado proyectos de energía renovable comunitaria, donde los residentes pueden invertir en energía solar compartida y reducir su dependencia de las fuentes de energía no renovables.
En Navarra, una región pionera en sostenibilidad en España, se ha desarrollado un ambicioso proyecto de transición energética impulsado por la ciudadanía. La cooperativa energética EnergÉtica Navarra ha reunido a cientos de socios que invierten en proyectos de energías renovables. El proyecto ha permitido que numerosas familias y pequeñas empresas de la región reduzcan significativamente sus facturas eléctricas y su huella de carbono, mostrando cómo la energía verde puede ser una herramienta para la autosuficiencia y la sostenibilidad local.
Otro ejemplo que merece la pena destacar, de entre todos los que forman parte de la Red de Transición, es Carcaboso, municipio de la provincia de Cáceres, conocido, y reconocido, por su compromiso con la agroecología y el Bien Común. Desde hace varios años el Ayuntamiento ha desarrollado diversas iniciativas para promover la agroecología como estrategia de creación de oportunidades y empleo. Entre ellas se encuentra el Centro Agroecológico Demostrativo, un espacio para la formación y experimentación de proyectos agroecológicos; un gallinero comunitario ecológico, gestionado por siete familias, y la creación de jardines comestibles, donde vecinos cultivan productos hortícolas. Además, el Ayuntamiento ha cedido huertos agroecológicos para autoconsumo y fomentado la iniciativa Carcaboso libre de transgénicos, comprometiéndose a informar sobre los riesgos de estos cultivos.
El éxito de estos proyectos no radica únicamente en las iniciativas ecológicas que emprenden, sino en la mentalidad colaborativa que fomentan. En una era de incertidumbre y desafíos globales, el Movimiento de Transición ofrece un modelo poderoso de cómo las comunidades pueden tomar el control de su futuro y trabajar juntas para crear un mundo más justo y sostenible.
Así anima el fundador del movimiento Rob Hopkins a las comunidades que emprenden este camino: “Les diría que buena suerte y que disfruten del camino hacia sus objetivos. Si uno no se lo pasa bien haciendo de su hogar un lugar más habitable, entonces no merece la pena. Deben darse cuenta de que tienen por delante una oportunidad histórica de crear un lugar maravilloso”.