Inclusión financiera para empoderar a las mujeres

Todo comenzó con una máquina de coser usada. Gracias a un préstamo de una entidad microfinanciera, Siti Fatimah pudo comprarla y empezar una nueva aventura empresarial. Esta mujer fuerte y emprendedora, de 56 años, reside en Tangerang (sur de Indonesia), donde la vida no siempre es fácil. Menos aún cuando su marido perdió la vista en un accidente. Un duro golpe para el matrimonio, del que dependen cinco hijos.
<p>Gracias a un préstamo, la indonesia Siti Fatimah pudo desarrollar su negocio de mochilas personalizadas, que le permite mantener a su familia. Foto: Oikocredit.</p>

Gracias a un préstamo, la indonesia Siti Fatimah pudo desarrollar su negocio de mochilas personalizadas, que le permite mantener a su familia. Foto: Oikocredit.

Fatimah había puesto en marcha varios negocios de modesto tamaño en el pasado, pero ahora la situación requería un esfuerzo mucho mayor. Para ello se inspiró en una tradición local: en las fiestas de cumpleaños, donde la costumbre es obsequiar a los niños con pequeñas bolsas de regalo. La emprendedora se dio cuenta de que estaba ante una prometedora oportunidad que no podía dejar escapar. Así nació su negocio de mochilas con diseños personalizados.

Fatimah decidió asociarse con su vecina Erin, propietaria de una máquina de imprimir, para dar vida a mochilas únicas y atractivas. Erin, con su habilidad para imprimir diseños detallados, y Fatimah, con su destreza en la confección, formaron un equipo dinámico que pronto transformó el modesto taller de costura en el que trabajaban en un centro de producción vibrante.

El negocio comenzó hace tres años gracias a un préstamo de Esta Dana Ventura, entidad microfinanciera que permitió a Fatimah comprar una máquina de coser de segunda mano. Además de ocupar a las dos socias y al marido de Fatimah que, a pesar de su ceguera, contribuye dando la vuelta a las mochilas ya cosidas, el taller ha incorporado a una nueva empleada. Otros trabajadores de la empresa de Erin también se han unido al equipo de producción para ayudar a satisfacer la creciente demanda.

“Puedo enviar a mis hijos a la escuela, pagar el alquiler y comprar alimentos. Estoy contenta con el crecimiento de mi negocio. Recuerdo que empecé con una sola máquina y ahora tengo tres, aunque sean de segunda mano. Y espero comprar una máquina más”, afirma Fatimah con orgullo.

Oikocredit, centrada en el emprendimiento femenino

Esta Dana Ventura, la microfinanciera que concedió a Fatimah el préstamo con el que pudo adquirir su primera máquina de coser, es una de las organizaciones socias con las que trabaja Oikocredit, cooperativa de crédito expandida por todo el mundo y dedicada a promover las finanzas éticas para combatir la pobreza y la exclusión financiera.

El objetivo de Oikocredit es la mejora de la calidad de vida de las personas y las comunidades de bajos ingresos en más de una treintena de países en África, Asia, América Latina y el Caribe. Zonas en las que se dedica a financiar proyectos relacionados con el impacto social y la protección del medio ambiente en tres sectores: inclusión financiera, agricultura y energías renovables.

Oikocredit dispone en los países en los que desarrolla su actividad de personal experto que trabaja directamente sobre el terreno en colaboración con diversas entidades locales. Hablamos de más de 500 organizaciones socias, que en su gran mayoría son instituciones microfinancieras y cooperativas agrarias.

En 167 países existen leyes que restringen la igualdad económica entre géneros y las mujeres siguen sin poder abrir una cuenta bancaria sin la autorización del padre o del marido en 72 naciones.

Desde su creación, hace casi medio siglo (1975), uno de los propósitos de Oikocredit ha sido aumentar las oportunidades y los recursos económicos de las mujeres. De hecho, el 87% de los clientes finales de la cooperativa de crédito son mujeres. Las cuales siguen siendo, con enorme diferencia, las más afectadas por situaciones de exclusión financiera, concepto que apunta directamente a las dificultades para acceder a productos y servicios financieros de calidad.

Actualmente perviven leyes que restringen la igualdad económica entre géneros en 167 países, lo que supone la inmensa mayoría de los 193 que existen oficialmente. Y una mujer sigue sin poder abrir una cuenta bancaria sin la autorización del padre o del marido en 72 naciones.

Además, el número de cuentas dedicadas al ahorro es claramente inferior dentro del género femenino: 31% en el caso de los hombres, frente al 8% si hablamos de mujeres. El Foro Económico Mundial (WEF) calcula que, al ritmo actual, harán falta 132 años para cerrar la brecha de género.

Otro hándicap añadido se deriva del hecho de que la exclusión financiera de las mujeres es un tipo de desigualdad de género poco visible y reconocida. Así lo asegura el estudio Finanzas y desigualdades de género, realizado por la asociación vasca de la federación de ONGD Setem. Según dicho informe: “Son desigualdades injustas, que inciden negativamente en la experiencia de vida de las mujeres y producen un tipo de discriminación que no ha tenido igual atención que la prestada a otras formas de subordinación que padecen las mujeres. Las desigualdades de género que produce el ámbito financiero limitan su autonomía económica y el desarrollo de algunos de sus derechos económicos”.


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Motivo por el que resulta fundamental la puesta en marcha de iniciativas que tratan de favorecer el acceso al crédito para los proyectos empresariales liderados por mujeres. En este sentido, destaca el lanzamiento del pionero Bono Social de Diversidad e Inclusión en noviembre de 2023 en Ecuador. Se trata del primer bono social de diversidad e inclusión con incentivos vinculados al cumplimiento de objetivos en el mundo.

Dicho instrumento financiero fue suscrito a través de sendas inversiones de diez millones de euros por parte de Oikocredit y de BID Invest, perteneciente al grupo BID (Banco Interamericano de Desarrollo).

El tercer componente de esta ecuación es la Cooperativa de Ahorro y Crédito Jardín Azuayo, socia local de Oikocredit en Ecuador y entidad beneficiaria de los recursos, que serán destinados a ampliar el acceso al crédito para micro, pequeñas y medianas empresas de propiedad o lideradas por mujeres. También se pueden beneficiar personas con pocos ingresos, bajo nivel educativo, indígenas y migrantes.

El bono cuenta además con el apoyo de la Iniciativa de Financiamiento de Mujeres Emprendedoras (We-Fi), una alianza internacional dedicada precisamente a luchar contra las barreras a las que se enfrentan los emprendimientos femeninos a la hora de financiarse.

“Contar con las mismas posibilidades que los hombres para conseguir financiación genera en la mujer independencia y empoderamiento, a la vez que mejora la autoestima, lo que le hace sentirse útil en el grupo familiar”, Rose Serrano, de Oikocredit.

En palabras de Rose Serrano, responsable de inversores de Oikocredit en España: “Esta operación ratifica el compromiso de la cooperativa con la inclusión financiera, apoyando a las mujeres y fomentando así la igualdad de oportunidades para el acceso al crédito y de cara al crecimiento de sus negocios”.

“El hecho de contar con las mismas posibilidades que los hombres para conseguir financiación genera en la mujer independencia y empoderamiento, a la vez que mejora la autoestima, lo que le hace sentirse útil en el grupo familiar”, añade Serrano.

Perspectiva de género

Para Rocío Barreto, que regenta un pequeño taller de artesanía en San Miguel de Tucumán, en el noroeste de Argentina, los préstamos que le concedió Pro Mujer, entidad asociada con Oikocredit, fueron de gran ayuda no solo para ampliar su taller y adquirir más materiales y herramientas, sino también para cumplir con su sueño de abrir una tienda física en el corazón de su ciudad. En opinión de la artesana, lo que hace especial a Pro Mujer “no es solo su apoyo financiero, sino también su enfoque sencillo y la limitación del papeleo”.

La emprendedora señala aquí un tema clave: no se trata únicamente de garantizar el acceso a los productos financieros para las mujeres. Estos créditos y préstamos también deben adaptarse a sus necesidades específicas como clientes. Resulta fundamental, por tanto, diseñar dichos servicios financieros desde una visión que integre la perspectiva de género.

En este sentido, Oikocredit ha podido constatar que las mujeres suelen demandar, a la hora de pedir un micropréstamo, un tipo de trato específico desde la microfinanciera, a la que solicitan transparencia y comprensión hacia su situación, así como claridad en las condiciones del servicio solicitado.

Cuando reciben los fondos, las mujeres los emplean principalmente en financiar la apertura de un negocio, pero también para pagar la educación de sus hijos, reformar la casa o bien atender alguna emergencia doméstica. Por otro lado, un requisito fundamental que reclaman es la independencia total del marido cuando llega el momento de negociar y contratar los servicios.

Más allá de estas consideraciones generales, la situación específica de cada cliente puede variar enormemente dependiendo del contexto, motivo por el que Oikocredit está trabajando en el desarrollo de diversas iniciativas con la finalidad de asegurar la adaptación de los productos financieros a las diferentes realidades de las mujeres en sus respectivos entornos. Un claro ejemplo es el proyecto Women’s Innovation for Sustainable Enterprises (WISE), que se desarrolló en Ghana entre agosto de 2021 y junio de 2023.

Durante ese periodo de tiempo, Oikocredit trabajó con un consultor local para formar a 31 miembros del personal de cinco organizaciones socias de inclusión financiera en la adaptación de productos y servicios que abordaran las necesidades de las clientas. Un resultado de la formación fue el diseño de un plan de acción detallado de cada una de las organizaciones socias sobre actividades que conducen al perfeccionamiento de las características de los productos existentes.

<p>En África, no hay nada tan importante como empoderar a la mujer, es como si estuvieras empoderando a todo el país, afirma Grace Njoroge, pequeña empresaria textil en Kenia. Foto: Oikocredit.</p>

En África, no hay nada tan importante como empoderar a la mujer, es como si estuvieras empoderando a todo el país, afirma Grace Njoroge, pequeña empresaria textil en Kenia. Foto: Oikocredit.

Oikocredit también ha capacitado al personal de varias organizaciones socias en diferentes metodologías de género transformadoras, como son el Sistema de Aprendizaje de Acción de Género (GALS, por sus siglas en inglés) en Ecuador y Perú, y el Sistema de Aprendizaje de Acción Financiera (FALS, siglas también en inglés), en Filipinas.

Por medio de dichas metodologías se promueven cambios en las relaciones de género dentro de las familias y de las comunidades a las que pertenecen las clientas. Se trata de provocar un proceso de reflexión personal y colectiva que ponga en tela de juicio las causas subyacentes de las diferentes formas de discriminación de género, lo que abarca las normas de género restrictivas, las actitudes y comportamientos discriminatorios, las relaciones de poder desiguales y las estructuras sociales, económicas y políticas que crean y refuerzan las desigualdades de género.

Diversidad y liderazgo en las organizaciones socias

“En África, no hay nada tan importante como empoderar a la mujer. Cuando empoderas a una mujer, es como si estuvieras empoderando a todo el país”. Así lo afirma Grace Njoroge, que además de ser una pequeña empresaria del sector textil en Thika (Kenia), es miembro del Kenya Women Microfinance Bank, anteriormente conocido como Kenya Women Finance Trust o KWFT.

Esta institución de microfinanzas fue fundada en 1981 por un pequeño grupo de mujeres que ofrece préstamos y productos de ahorro a más de medio millón de féminas en Kenia. Su enfoque, que aboga por el empoderamiento femenino mediante un mayor acceso al capital, atrajo a Oikocredit a aliarse con ellas en 2010.

Para la cooperativa de crédito, la diversidad de género y el liderazgo femenino son cuestiones fundamentales no solo en relación con las clientes finales, sino también cuando se trata de las organizaciones locales con las que se asocia. Alrededor de un tercio de estas instituciones de microfinanzas contaban con, al menos, un 50% de mujeres en su cúpula en 2022.

Porcentaje que se ha mantenido relativamente estable en los últimos años y que es muy superior a la media: a nivel mundial, las mujeres ocuparon solo el 21% de los puestos del consejo y el 19% de las funciones de la alta dirección dentro de las entidades de servicios financieros en 2021. En la UE, en el mismo año, el porcentaje de mujeres en consejos superó el 35% solo en cinco países.

Más allá de las cifras, la investigación de Oikocredit demuestra que los proveedores de servicios de inclusión financiera con un mayor número de mujeres en su dirección tienden a atender más y mejor a clientes mujeres, proporcionan una gama de productos y servicios más amplia a sus usuarios y consideran la reducción de la pobreza como un objetivo social.

Otro hallazgo destacado es que, cuando las proveedoras de microcréditos son también mujeres, la eficiencia de las devoluciones aumenta. Lo cual a su vez genera un mayor incremento de la productividad. Al mismo tiempo, las instituciones microfinancieras lideradas por mujeres suelen acceder de una forma mucho más sencilla y fluida a las comunidades locales.

Los proveedores de servicios de inclusión financiera con un mayor número de mujeres en su dirección tienden a atender más y mejor a clientes mujeres, proporcionan una gama de productos y servicios más amplia y consideran la reducción de la pobreza como un objetivo social.

Comercio justo e igualitario

“Las mujeres merecen más y donde el comercio justo funciona, las mujeres pueden participar adecuadamente. Pueden arrendar tierras, crecer y fortalecerse económicamente. Esto beneficia a las familias y a las comunidades”. Estas palabras son de Athanas Matheka, cofundador de Greenforest Foods Limited, una empresa de productos alimenticios especializada en miel, cacahuetes, anacardos y cera de abejas.

Greenforest Foods Limited siempre acuerda con los agricultores un precio justo por la cosecha, en línea con las demandas del comercio justo. Hace una década, la compañía pasó por una situación delicada de la que pudo salir gracias a la financiación prestada por Oikocredit.

Este es un ejemplo del apoyo que la cooperativa presta a multitud de empresas y organizaciones relacionadas con el comercio justo. Movimiento internacional que aboga por unas relaciones comerciales más equitativas, sostenibles y también igualitarias en cuestiones de género.

Participar del cambio

Toda esta labor a favor de la igualdad de género y el empoderamiento femenino no sería posible sin las personas e instituciones que deciden confiar sus fondos a Oikocredit. Dinero con el que se realizan los préstamos e inversiones concedidos por la cooperativa de crédito, siempre en condiciones más favorables que las que proporcionaría una entidad bancaria convencional.

La inversión mínima inicial que deben realizar todas las personas que deseen formar parte de Oikocredit es de 200 euros. A cambio, se obtiene una triple rentabilidad: social y ambiental, en línea con los valores y los fines de la cooperativa, y también económica, en forma de obtención de un rendimiento justo por el capital aportado.

Contenido realizado bajo acuerdo de colaboración con Oikocredit.
Esta noticia se adhiere a los criterios de transparencia de la Revista Haz.
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