Despega el Hub Madrid para emprendedores sociales

Nuria García8 diciembre 2009

Los emprendedores sociales no sólo echan en falta capital para hacer realidad sus proyectos, sino también una vía de acceso a otras personas que compartan sus ganas de promover iniciativas similares o complementarias. Necesitan saber que no están solos en su afán.

Buscan espacios físicos donde encontrarse, intercambiar experiencias y sentirse conectados. Con este fin acaba de despegar el Hub Madrid de innovadores sociales como parte integrante de una red mundial de catorce hubs ya operativos –entre ellos en Londres, Amsterdam y Estocolmo– y otros catorce que van a empezar a funcionar en ciudades como Milán, Viena y Oaxaca.

La dispersión de hubs de innovadores sociales por el mundo demuestra que se trata de «un movimiento global», como explica el director del Hub Madrid, Maximiliano Oliva. Este ingeniero mexicano tomó buena nota de los trabajos del hub pionero de Londres en 2007, para luego poder encargarse de la versión madrileña junto con un equipo multidisciplinar de ocho personas de diferentes nacionalidades y formaciones muy dispares. El lema elegido para dar a conocer esta recién lanzada plataforma de apoyo a los emprendedores es «el espacio que inspira, conecta e impulbansa al innovador social». Ya cuenta con más de 450 adeptos con perfiles muy diferentes pero todos bajo un denominador común: la búsqueda de sinergias y contactos para dar forma a determinadas ideas innovadoras en el terreno social y medioambiental que, de otra manera, no llegarían a hacerse realidad.

Potenciales interesados en formar parte del Hub Madrid también son las empresas tradicionales y consolidadas, agrega Max Oliva, empresas que empiezan a creer en que «hay que reinventar la creación de valor». Precisamente una de las razones de ser del Hub Madrid es ayudar a dichas organizaciones a ser más productivas y a generar más impacto social porque «muchas de ellas se decantan cada vez más por integrar en su cadena de valor el factor del impacto social y medioambiental».

El Hub Madrid pretende un espacio de cocreación idóneo para personas que no están de acuerdo en el status quo actual de las cosas. «Por el mero contacto con otros innovadores sociales podemos cambiar nuestras percepciones y comportamientos para llegar a ser más proactivos», asegura su director. Buen ejemplo de la atmósfera que se pretende fomentar en el seno del hub es el hecho de que las mesas para las reuniones carecen de aristas; son mesas redondeadas.

Puede resultar un detalle muy trivial para quien no entienda de diseño, pero el mobiliario elegido es una invitación a debatir de forma más distendida y libre. El Hub Madrid organiza una reunión de comunidades todos los miércoles; ahí es donde radica la experiencia del trabajo colaborativo. El espacio lleva el nombre de Hub Space, zona común donde los miembros pueden acceder a los perfiles de cualquier persona de la red mundial, que ya cuenta con unos tres mil innovadores sociales en la actualidad.

«ART OF HOSTING». Ha surgido una nueva metodología para generar contextos y entornos de confianza. El arte del «anfitrión» –comenta Soledad Pons, responsable de entretejer las densas redes de este Hub Madrid– es fundamental. «Conectar a personas que son poco frecuentes» es una tarea que se puede interpretar también como la de un «constructor de comunidad».

Soledad Pons en eso tiene una dilatada carrera en posiciones similares en el sector de las ONG. Max Oliva y Soledad Pons, dos de los impulsores del Hub Madrid, hacen referencia a la gran evolución del término anglosajón hosting en los últimos cinco años. En la actualidad, Estocolmo está construyendo una comunidad con todos los hubs del mundo con el fin de profesionalizar el papel del host o anfitrión. Cómo romper barreras, cómo llegar a más gente, cómo generar confianza entre emprendedores que tienen mucho que ofrecer y que, sin las adecuadas conexiones, no pueden materializar sus ideas. Max Oliva insiste en la palabra confianza, ya que muchos emprendedores en potencia ocultan sus buenas ideas «por miedo a que otros se las puedan arrebatar». De ahí que muchas iniciativas queden en agua de borrajas.

Cuando llega alguien nuevo al hub, Soledad es una de las personas encargadas de generar esa cultura de confianza a través de reuniones y eventos, facilitando conexiones entre personas que tienen mucho que contarse. En ese esfuerzo por crear «comunidad», desde enero de 2008 las reuniones se han hecho más frecuentes a medida que el espacio del Hub Madrid se ha ido ensanchando. En los eventos y talleres programados no sólo se ofrece formación y orientación, sino que se pone en conexión perfiles que, aunque lejanos, tienen inquietudes comunes y muchas cosas que aprender unos de otros. Imaginemos que soy un profesional con una fuerte base en marketing y con muchas ganas de lanzar una idea que genere valor social. Si trabajo solo reduciré mucho mis posibilidades de éxito. Necesito personas que tengan algo que decir acerca de mi proyecto, que puedan abrirme puertas. Disminuyen las probabilidades de fracaso y también el tiempo de gestación de mi empresa.

Además del término de nuevo cuño art of hosting, el Hub Madrid emplea otras metodologías propicias para crear atmósferas de confianza y promueve la creación de manuales (handbooks) para fomentar el aprendizaje colaborativo. Max Oliva describe estos manuales como «libros vivos» que son desarrollados por anfitriones y directores del hub, pero donde se da pie a que los demás miembros hagan su propia aportación.

DISEÑO CAÓRDICO. Lo importante de las reuniones periódicas entre espíritus emprendedores es cosechar siempre algo al final. Son esenciales los resultados de estas conversaciones y «siempre surge algo importante», dice el director. Max Oliva rechaza cualquier jerarquía tradicional en los contactos vis a vis dentro del Hub Madrid, optando mejor por el libre fluir de ideas. El caos es deseable en grandes dosis porque de él emana la libertad y la creatividad –aspectos importantísimos–, pero ha de estar combinado con un determinado nivel de orden que permita la concreción de una idea. Este es el llamado chaordic design, un término que viene de la unión de dos opuestos anglosajones como son chaos y order. «El orden por sí solo no lleva a la creatividad, muy al contrario, pero es necesaria cierta dosis de orden para concretar», explica Max Oliva.

De estas negociaciones de estilo caórdico se han obtenido alianzas sorprendentes y rentables. Gente del mundo de los negocios ha entrado en contacto con representantes del diseño y la moda e, incluso, con músicos o antropólogos. Lo que no concibe un músico, se lo puede hacer ver un hombre de la banca. «Si tomas al banquero, al antropólogo y al músico en una misma conversación, puedes obtener gran cantidad de ideas absolutamente rompedoras, ideas capaces de rediseñar nuestra manera de entender la creación de valor y riqueza», enfatiza Max Oliva.

A Max y a Soledad no les gusta quedarse en la teoría; también ilustran sus palabras con ejemplos de iniciativas emprendedoras brillantes –quién sabe si surgidas del caos– que ya están dando sus frutos.

Fuera de nuestro país, destacan «Pants to Poverty» (Abajo la Pobreza), empresa que ya comercializa cerca de 60.000 calzoncillos confeccionados con algodón orgánico, un proyecto en la línea del comercio justo que da empleo a unos 6.000 agricultores en la India.

Una de las ideas sobresalientes gestada en el incipiente Hub de Madrid lleva sello español y está destinada a diseñar y fabricar ropa especial para personas con discapacidades físicas. El proyecto Ropa Capaz está teniendo mucha aceptación porque, gracias a velcros y otros trucos, estas prendas son más fáciles de vestir y ahorran mucho tiempo a estas personas. Además, el corte es totalmente moderno. Este proyecto se está abriendo paso de la mano de Gabriel Bellomusto, uno de los fundadores del Hub Madrid.

EL EQUIPO. Junto a Maximiliano Oliva, Soledad Pons y Gabriel Bellomusto, el equipo multidisciplinar del Hub Madrid cuenta con el apoyo de José Almansa, profesor del Instituto de Empresa (IE) y fundador de quince empresas totalmente operativas en la actualidad. Almansa destina el 25% de las ganancias anuales a diversas colaboraciones que mantiene en países de África. Otra fundadora es Paula Almansa, hermana de José y experta en el mundo de las finanzas, profesional con amplia trayectoria en fusiones, adquisiciones y capital riesgo social sostenible. Para la consultoría estratégica, el Hub Madrid tiene a la especialista alemana Anita Seidler, además del apoyo de Marina Roveta, experta en psicología y emprendedora que dirige el sello discográfico para promover nuevos talentos Manicomio Records.

A la pregunta de «quién son los valedores de este hub», Max Oliva hace hincapié en el sostén espiritual. Aquí tiene que hacer obligada referencia al gran papel del IE como «catalizador». Destaca la figura del profesor Joaquín Garralda, «un gran referente en materia de responsabilidad social corporativa en España», explica Oliva. En cuanto a las directrices espirituales generales, existe un «Consejo de Sabios» que sienta los principios y la misión social de estos hubs a nivel internacional.

INNOVADORES EN ACTIVO. Flamante graduada por la Universidad de Oxford, Sara Fernández es un miembro del Hub Madrid que ha visto su proyecto Link Ages premiado en Inglaterra. «Gracias a la dotación de este premio hemos podido lanzar la campaña de marketing», dice satisfecha.

Link Ages pertenece al ámbito de la «experiencia compartida» posibilitando que estudiantes universitarios puedan convivir con personas mayores en su casa a cambio de realizar una serie de labores cotidianas que estas personas no pueden hacer por sí mismas. Link Ages proporciona el contacto entre universitarios y personas de la tercera edad y establece unas reglas de convivencia.

De momento, la iniciativa está funcionando en Londres, pero se quiere exportar a otras ciudades con tradición universitaria.

Sara Fernández considera que el reconocimiento inicial a Link Ages radica en que es original «porque los proyectos intergeneracionales no están tan de moda como otros de apoyo a la drogodependencia o a los inmigrantes». De momento, la acogida de los estudiantes a Link Ages parece buena (pagarse una habitación en Londres resulta caro) aunque todavía cuesta un poco convencer a los mayores de los beneficios de compartir su techo.

De Londres a México. Allí se está gestando DHRUVA TV bajo la dirección de Gibrán Armijo y el trabajo de familiares y amigos que confían en su proyecto. Especialista en las nuevas tecnologías y hombre de profunda espiritualidad, este mexicano quiere lanzarse a la producción de contenidos televisivos que «eleven la conciencia colectiva en lugar de degradarla». Armijo, inmerso aún en su business plan, admite que, a pesar de la falta de capital para lanzar este tipo de medio audiovisual, ha hallado mucho apoyo y orientación en el Hub Madrid. Mientras sigue buscando su esquema de negocio y activa una red de contactos en su país, va editando un material dotado de ingredientes sociales y éticos para su modelo de televisión.

Otro de los innovadores sociales que se enroló en este Hub Madrid es Eduardo Jáuregui, psicólogo social. Asegura tener «mucha fe» en el Hub Madrid y precisamente por eso acudió allí con su proyecto Humor Positivo, un tipo de consultoría especializada en aplicar el sentido del humor al mundo de la empresa y de la educación. En el mundo laboral, ciertas dosis de humor y simpatía pueden lograr buenos resultados en las plantillas, como ha constatado el propio Eduardo. El éxito de su proyecto ha sido relativamente rápido, aunque «no todas las empresas tienen por qué sentirse identificadas con la filosofía del humor». En el seno del Hub Madrid Jáuregui también ha querido aplicar las ventajas del humor para el desarrollo y expansión del mismo.

Por Nuria García
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