Política de inversiones: cómo combinar los objetivos financieros y misionales en la Iglesia
“La opción de invertir en un lugar y no en otro, en un sector productivo y no en otro, es siempre una opción moral”. San Juan Pablo II, Centessimus annus, n. 36.
Una de las áreas más sensibles en la gestión económica por parte de las entidades de la Iglesia católica es la relativa a las políticas y criterios de inversión. Como cualquier entidad que maneja recursos económicos, las diferentes organizaciones necesitan administrarlos y gestionarlos con prudencia y eficacia, explica el informe Rendición de cuentas y transparencia en la Iglesia 2019, elaborado por la Fundación Haz.
En el caso de las entidades de la Iglesia, al igual que ocurre en las organizaciones no lucrativas, esta responsabilidad de gestionar e invertir los recursos debe ser coherente con el cumplimiento de los fines misionales. Se trata pues de encajar adecuadamente los necesarios objetivos de rentabilidad con los principios y valores de la Iglesia católica.
Adicionalmente, en los últimos años ha cobrado fuerza el concepto de inversiones socialmente responsables (ISR) que no solo buscan una rentabilidad financiera razonable sino incorporar en las decisiones de inversión otros objetivos que contribuyan a mejorar la sociedad, particularmente aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG).
Los factores ambientales incluyen: cambio climático, emisiones de gases de efecto invernadero, agotamiento de recursos, incluyendo agua, desperdicio y contaminación, y deforestación.
Los factores sociales se refieren a condiciones de trabajo, incluida la esclavitud y el trabajo infantil, comunidades locales, comunidades indígenas, conflicto, salud y seguridad, y relaciones con los empleados y diversidad.
Por último, ejemplos de factores de gobernanza son: salarios de la alta dirección, soborno y corrupción, lobby político, diversidad y estrategia fiscal.
Una política de inversiones integral deberá contemplar, por tanto, tres grandes áreas, según indica el citado informe:
- Criterios y principios financieros que especifiquen los objetivos y riesgos de las inversiones, indicando el tipo de activos, la valoración de los instrumentos financieros (seguridad, liquidez y rentabilidad), la concentración de riesgos, el plazo de las inversiones, la diversificación geográfica o cualquier otra variable que se considere relevante, así como los órganos y miembros responsables de supervisar la política financiera. Estos aspectos están bien cubiertos por el Manual de inversiones financieras para la Conferencia Episcopal.
- Criterios y principios sobre ISR que promuevan la integración de la información sobre los aspectos sociales, medioambientales y de buen gobierno de las entidades o valores en las que se invierte en la decisión de inversión para garantizar que todos los factores relevantes se tengan en cuenta en el riesgo y evaluación del retorno. Existen algunos buenos ejemplos de documentos que recogen estos principios en el ámbito de la Iglesia, como Investing with a Mission. A Guide to Responsible Investment and Church Fund, publicado por The Anglican Church of Canada.
- Criterios coherentes con los valores y principios de la Iglesia católica. Además de los criterios ISR, que son comunes a todas las empresas, la Iglesia católica es una institución con un marco de valores muy claro y compartido por todos sus fieles. Resulta por tanto muy lógico que sus instituciones opten por invertir en proyectos o entidades que contribuyan a reforzar su misión (por ejemplo, en un fondo de inversión que apoye a instituciones que otorgan microcrédito a poblaciones de bajos recursos, por entender que de esa manera ayudan a los más desfavorecidos) o que dejen de hacerlo en empresas que desarrollan actividades moralmente cuestionables: pornografía, empresas farmacéuticas o de cosméticos que utilicen embriones humanos en sus investigaciones, empresas de juegos, de armamento, etc.En los últimos años han surgido algunas iniciativas interesantes, como Altum Faithful Investing, una empresa de asesoramiento financiero cuyo objetivo es dar soluciones de inversión buscando al mismo tiempo el crecimiento sólido y estable del patrimonio con el mínimo coste, aplicando principios católicos en todas y cada una de las decisiones de inversión.