Innovación social para enfrentar el coronavirus en las residencias de mayores

El coronavirus ha convertido a las residencias de mayores en foco de las miradas. Los residentes de este tipo de instituciones son, con mucho, el colectivo con mayor mortalidad por COVID-19 en España. El patrón se repite en otros países, aunque puede haber diferencias importantes en la intensidad del mismo.
Javier Crespán17 julio 2020
<p>Foto: The Lantern</p>

Foto: The Lantern

Más allá de la enfermedad propiamente dicha, el aislamiento social decretado para frenarla ha afectado de forma especial a los mayores, en particular a los que viven solos, pero también a los que lo hacen en residencias. Hay incluso casos extremos en que la soledad ha sido médicamente certificada como factor contribuyente en la muerte de mayores que vivían en residencias.

Por otra parte, incluso en la catástrofe existen oportunidades. Se habla mucho de cómo el parón económico asociado a la pandemia y los estímulos públicos que seguirán a la misma ofrecen una oportunidad para reorientar la economía hacia modelos menos intensivos en carbono. De forma similar, el terrible impacto del coronavirus en residencias de mayores representa una oportunidad para repensar e innovar en la forma en la que funcionan en España.

No se trata de criminalizar a las residencias. Antes de la pandemia, los llamativos casos sobre malas condiciones eran sin duda una excepción. Con respecto a la gestión durante la misma, es igualmente necesario dar al sector el beneficio de la duda. Salvo en los casos en que se demuestre lo contrario, la presunción debe ser que se hicieron los mejores esfuerzos ante una situación desconocida y muy difícil de enfrentar.

De lo que sí se trata es de reconocer que existe un amplio margen de mejora en la forma en que las residencias se organizan y en los servicios que ofrecen. Con su énfasis en el usuario, la participación y la experimentación, la innovación social tiene mucho que ofrecer al respecto.

Y aunque los ecosistemas de innovación social no siempre han prestado la atención debida a las personas mayores, hay numerosos ejemplos de modelos innovadores en los servicios de residencias para adulto mayor, fruto en muchos casos del intraemprendimiento dentro del sector.

Lo que queda de este artículo se centra en presentar ejemplos de prácticas innovadoras que algunas residencias emplean ya con sus mayores, y cuya difusión tiene el potencial de contribuir a mejorar la calidad de vida de los residentes de otras instituciones.

La persona, en el centro

La visión que tienen en común estas prácticas es que contribuyen a superar el modelo de residencia centrada en los cuidados médicos y la atención de necesidades básicas, para promover un modelo enfocado en la persona, donde la autonomía, la conexión social y el bienestar integral toman protagonismo.

Las propuestas de atención centrada en la persona no son nuevas en España. Hace años que son parte de la conversación y hay bastantes ejemplos de su aplicación. Desafortunadamente, como en otros ámbitos de la innovación social, la dificultad parece residir en que se difundan y crezcan hasta convertirse en dominantes.

El cambio de paradigma empieza desde el diseño de los espacios físicos. La residencia tradicional es un espacio institucional que recuerda a un hospital o a un colegio. La alternativa son residencias que recuerden a una vivienda, tanto en las habitaciones (privadas, con muebles, fotos y decoraciones propias del residente) como en los espacios compartidos (mobiliario y salones con tamaño y estilo de hogar, en vez de ambientes de comedor universitario).

Este es uno de los componentes de lo que en España se ha dado en llamar el modelo housing. La idea es que cuando la persona mayor no pueda seguir viviendo ya en su casa, la residencia a la que se traslade sea lo más cercano posible a un hogar propio. Los servicios de apoyo garantizan que incluso si se da un deterioro físico y/o cognitivo no se requiera el traslado a otra residencia.

Esta concepción se puede extender incluso a cómo se construyen las nuevas residencias, haciendo que estructuralmente se parezcan más a un hogar. En lugar de largos pasillos hospitalarios con habitaciones, es posible diseñar las instalaciones como una sucesión de unidades residenciales para grupos de cinco a diez residentes, con sus habitaciones agrupadas en torno a un salón, comedor y cocina, como si de una vivienda se tratase.

<p>The Lantern recrea un barrio residencial, con viviendas personalizadas y espacios comunes imitan restaurantes o 'spas'.</p>

The Lantern recrea un barrio residencial, con viviendas personalizadas y espacios comunes imitan restaurantes o 'spas'.

Residencias como The Lantern, en Estados Unidos, representan la versión más ambiciosa (y costosa) de esto. Construida para asemejarse a un barrio de la época en que los residentes eran jóvenes, cada uno de ellos cuenta con su propia vivienda personalizada y los espacios comunes imitan restaurantes, spas, y pequeños consultorios médicos. El personal lleva ropa de calle, y los techos de la residencia están preparados para replicar digitalmente el día y la noche, el amanecer y el anochecer.

El diseño y organización de residencias como una sucesión de hogares más o menos autocontenidos ayudaría además en la gestión de brotes infecciosos. A la mayor facilidad para separar físicamente a grupos de residentes se añade la menor circulación del personal, ya que este tipo de modelos van normalmente acompañados de sistemas de trabajo que renuncian a cierta especialización funcional en las tareas de los empleados, a cambio de su especialización personal en grupos de residentes (en lugar de cinco limpiadores y cinco cocineros para 100 residentes, un asistente específico asignado siempre a los mismos 10 residentes).

La atención centrada en la persona requiere de la formación adecuada y continuada de todos los empleados, que deben estar familiarizados con métodos de estimulación. Esto es aún más necesario en el caso de los empleados que trabajan de forma cercana con los residentes, y particularmente con aquellos que tienen menores niveles de funcionamiento físico y/o mental.

A menudo ocurre lo contrario, y los puestos que requieren una interacción más continua con residentes, y en especial con los de mayor nivel de dependencia, son los que menor cualificación requieren y menos entrenamiento reciben.

Centrarse en la persona requiere reconocer que todo adulto mayor, cualquiera que sea su estado físico o mental, conserva todavía un grado relevante de autonomía. Sea esta mayor o menor, el objetivo es fortalecerla, y eso requiere estimulación continua, actividades adecuadas, y otorgarle control sobre su vida hasta donde sea posible. Esto aplica también a los mayores con grados de dependencia altos, para los que muchas residencias apenas diseñan actividades y programas de estimulación.

Formar parte de la sociedad

Para ser un verdadero nuevo hogar, las residencias tienen que estar plenamente conectadas con la sociedad, no ser instituciones que aíslan a los mayores de esta. En este sentido, deben ser capaces de facilitar canales de conexión con el entorno que sean adecuados para residentes con cualquier nivel de capacidad funcional.

Alcanzar este objetivo requiere acercar a los residentes a la comunidad, llevar la comunidad a los residentes, o muy frecuentemente ambos.

Los programas innovadores en este ámbito han sido muchos, aunque no siempre se inserten en un menú amplio y premeditado de opciones para dinamizar la vida social de una residencia, que es lo que permite sacarles el máximo valor. Voluntariado sénior para los residentes que lo deseen, visitas regulares de escuelas y universidades, o la integración de guarderías para niños y residencias de mayores, son algunas de las opciones.

También se pueden aprovechar las posibilidades de la comunicación a distancia, crucial durante la pandemia. Muchas residencias hicieron grandes esfuerzos para ofrecer servicios de teleconferencia entre residentes y familiares, e iniciativas como Minutos en Compañía proporcionaron valiosa atención telefónica a mayores aislados en residencias o en domicilios. Aunque precede al estado de alarma y no se focaliza en residencias, la aplicación Vincles BCN merece asimismo mención.

Identificar la existencia de una oportunidad no garantiza que sea aprovechada. Esto es cierto tanto en lo que se refiere a la descarbonización de la economía como a la innovación social en la organización y gestión de residencias de mayores. Lo que sí parece claro es que es difícil aprovechar oportunidades si no se identifican primero como tales.

Artículo apoyado por Stars4Media.

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