Luces, cámara y acción... ¿solidaria?

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HAZ13 febrero 2007

Recientemente se ha celebrado el primer Festival de Cine solidario de Madrid. El proyecto fue presentado así: «Madrid es una ciudad siempre receptiva a nuevas propuestas y abierta al debate constructivo y a la influencia de ideas útiles que sirvan para mejorar la vida de las personas. Por eso quiere promover valores a través del cine».

ES UNA BUENA IDEA. Los festivales de cine dan una enorme visibilidad a los lugares donde se realizan, que se lo digan si no a la antes desconocida ciudad de Sundance, por poner un ejemplo. «El festival muestra películas que nos hablan de personas, de historias cotidianas, de deseos, de esperanzas, de valores. Son películas de fondo y con fondo que a nadie dejan indiferentes».

Aquí hay que hacer un alto, eso de que las películas que pertenecen a este «género solidario» sean aquellas que cuentan historias con fondo, hablan de personas, de sus vidas… vamos que después de este festival debería reestructurarse la academia del cine y dividirse entre cine solidario y el resto que no hable de esas temáticas, es decir ¿cine en blanco? ¿No les parece señores organizadores que tratando de encontrar un nicho han forzado ustedes demasiado el discurso?

EL CERTAMEN HA TRANSCURRIDO DE UNA MANERA AJUSTADA A LOS VALORES QUE PROMUEVE: pacífica, tranquila y silenciosamente. Estos valores están muy bien pero cuando lo que hacen es describir el transcurso de un festival de cine parece que algo no funciona. Pero, ¿dónde están las críticas? Cuando se interpone como bandera el adjetivo «solidario» los críticos, esas personas que tienen a bien ganarse la vida hablando medio mal de lo que les ocupa, tienen cierto pudor a la hora de trinchar al festival, analizarlo y emitir un juicio.

Quizá lo que se ha producido ha sido cierto silencio, que nadie se pronuncie, dejémoslo correr, que ya que son solidarios, seamos solidarios nosotros también y no critiquemos si ha merecido la pena el esfuerzo de organizar dicho festival, y si tiene sentido ese gasto de fondos públicos, etc.

SEGÚN ANUNCIAN, ESTE FESTIVAL TRATA DE DIFUNDIR VALORES SOLIDARIOS como «la integración de los inmigrantes, la atención a los mayores, o la percepción del voluntariado como algo normal en la vida de los ciudadanos».

Esta mezcolanza de objetivos, de mal llamados valores, más bien parece que lo que consigue es interponer escalas intermedias entre los destinatarios del espíritu solidario y la persona a la que le nace una iniciativa determinada.

PERO TRATEMOS DE RESCATAR ALGO DEL EVENTO, ¿se habrán incrementado las visitas a las salas de cine después del festival? ¿Habrán logrado sus objetivos de notoriedad las películas presentadas? Mucho me temo que las respuestas no son esperanzadoras puesto que, salvo el desgraciado incidente del encontronazo que tuvieron Tim Robbins y el alcalde Gallardón, parece que muy pocos se han enterado del acontecimiento. Pero claro, ¿se atreverá alguien a tildar de fracasada una acción con visos solidarios? ¿Se atreverán los políticos a reconocer el mínimo impacto de esta iniciativa?

HOY POR HOY EXISTE CIERTO GRADO DE CRISPACIÓN A LA HORA DE EXPONER IDEAS, modos de pensar distintos. Sin embargo, parece que la sociedad aun no se ha fracturado totalmente, ya que la mayoría de las personas coincide al considerar que la solidaridad es algo bueno, que hay que practicar, aúna a personas de mundos divergentes bajo un mismo espíritu. Siendo maliciosos, se podría pensar que quizá el comité organizador hubiera considerado que enarbolando esta la causa solidaria se garantizaría un público nutrido.

Pero la solidaridad en sí misma es un concepto vacío. Son las causas las que despiertan la simpatía, la afinidad va a lo concreto. Hablar de solidaridad así, sin hacer referencia a nada, aburre.

EN RESUMIDAS CUENTAS, SI MADRID ASPIRA A ORGANIZAR UN CERTAMEN CINEMATOGRÁFICO SEGURO QUE MUCHOS LO APOYAREMOS. Eso sí, señores, traten de buscar un nicho más adecuado a lo que ustedes pretenden, que Madrid suene por el mundo. Traten de ver más cine, que igual ahí encuentran la idea, pero por favor, dejen a la solidaridad seguir su curso y no contribuyan al manoseo del término, tan manido en estos tiempos.

POR CIERTO, TENDRÁN QUE PERDONARME QUE NO CONTINÚE, pero me ha llamado mi abuelo para que me «solidarice» un poco con él, en fin que quiere que vaya a visitarle…

Por Ana Agüero