Ampliando el campo de la ciencia

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HAZ2 junio 2007

A lo largo de este mes de junio, la Real Academia de las Ciencias Económicas tiene previsto publicar los resultados de un extenso estudio multidisciplinar en materia de Responsabilidad Corporativa (RC), que se concretará en una Guía de Recomendaciones para la práctica de la RSC, así como en unos indicadores de medición a tal efecto.

A PESAR DE QUE EL DOCUMENTO TIENE MÁS DE 1.000 PÁGINAS el enfoque es correcto: destaca la necesidad de la medición, lo que no se puede medir no se puede inventariar, ni comparar, tampoco es útil a la hora de definir objetivos para mejorar de cara al futuro. También resalta el carácter voluntario de la RC, poniendo de manifiesto la importancia de generar mecanismos de autorregulación que provengan de la iniciativa privada, sin otro tipo de copartícipes.

El papel de las instituciones de gobierno queda relegado del control para pasar a ser un apoyo para aquellas empresas que tomen la iniciativa en esta materia.

CUANDO UNO AFRONTA TAMAÑA EMPRESA, no es difícil sufrir tentaciones que tratan de desviar del camino marcado. Muchas veces son las buenas intenciones las que generan los mayores malentendidos y conflictos. Tal es así, que este enorme esfuerzo de la Academia por abundar en un tema de gran relevancia en la actualidad, les ha llevado a emocionarse en demasía hasta el punto de proclamar que se trata de «una nueva ciencia económica», y que el documento que se publicará fruto de la investigación será «una reformulación del capitalismo liberal».

LA ACADEMIA TIENE LA INTENCIÓN de elaborar un libro de texto que servirá como base para proponer formalmente a la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas la introducción de la Responsabilidad Corporativa como asignatura troncal en las carreras de economía, y también como asignatura optativa para el resto de carreras.

LA RC ES UNA MATERIA QUE SE ENMARCA BAJO EL PARAGUAS DE LA CIENCIA ECONÓMICA. Y esta, a su vez, está bajo el umbral de las llamadas Ciencias Sociales. Unas ciencias que, según los científicos del ámbito de las Ciencias Naturales, son de segundo orden, ciencias menores, puesto que el método científico no puede aplicarse con el rigor con que se aplica a la Física, la Astronomía, etc.

Por su parte las ciencias sociales huyen pavorosamente de ser clasificadas como conocimiento del área de las Humanidades, donde se estudian los particulares, sin tratar de generar leyes o postulados generales, como sucede, por ejemplo, en la Filosofía.

LOS ECONOMISTAS TRATAN POR TODOS LOS MEDIOS de acercarse a esas reglas generales propias del método científico-empírico, a la búsqueda de la norma, de la ley. La Estadística es uno de los inventos mediante los cuales los economistas tratan de legitimar su ciencia. Afortunadamente, en mi opinión, cada vez es más conocido por todos el dudoso rigor de las conclusiones que se pueden extraer de un estudio estadístico.

Al comenzar los estudios de doctorado un profesor muy querido por mí me avisó: «la Economía es el único ámbito del saber donde dos personas que defienden posturas opuestas pueden ganar el Premio Nobel», tal es el grado de «ciencia» de este ámbito.

LA CIENCIA NO SE DEFINE DESDE EL ENTUSIASMO, ni tampoco desde la oportunidad, o la moda (sí, la moda). Los tiempos en la definición de la ciencia son otros, y no vienen marcados por estudios coyunturales, ni por revisiones bibliográficas. Una materia adquiere carácter de ciencia cuando tiene objeto propio, metodología propia y un estudio epistemológico sólido que la fundamente. Lamentablemente, nuestros expertos en RC a estas alturas ni siquiera han conseguido ponerse de acuerdo en definir qué se entiende por RC, RSC, RSE, etc. Lo que indica que se está demasiado lejos de encontrar ese necesario objeto de ciencia.

ARDUA TAREA TIENE LA ACADEMIA en esta misión que se ha arrogado. Esperamos ansiosos los resultados. Sin embargo, la elaboración de normas e indicadores parece pretender sin quererlo desplazar la acción humana a un segundo plano. Precisamente, es en este ámbito donde se pone de manifiesto que existen personas singulares, con iniciativas, con creatividad.

Mientras que la carrera hacia la ciencia pretende discriminar los casos prácticos y los ejemplos concretos, desde aquí reivindicamos esa parcela de aprender del que tenemos más cerca, o más lejos físicamente, pero con el cual compartimos esa materia prima, esa inquietud que en última instancia es la fuerza motora de las acciones de RC en nuestras grandes, pero también en nuestras pequeñas empresas.

Por Ana Agüero