Murdoch y la prensa en España

La mayoría de los análisis sobre el escándalo de The News of the World entran en la categoría de la diatriba ideológica o la crónica de sucesos. Para Daniel Gavela del diario El País, Murdoch es un representante de la derecha más extrema. Nadie debe sorprenderse de lo ocurrido, se trata simple y sencillamente de un ejemplo del capitalismo salvaje en su estado más puro. Darío Valcárcel, por su parte, escribía en su columna de ABC una de las crónicas más duras y viscerales acusando al magnate de la prensa de ser un extorsionador a gran escala, un mafioso que ha cambiado la metralleta Thompson por los medios de comunicación.

Ambos periódicos coinciden en que The News of the World constituye un caso excepcional en el sector de la prensa, no es representativo de la mayoría de los medios de comunicación, que cumplen los principios éticos de la profesión. Como todas las medias verdades estas reflexiones tienen algo de fundamento, pero como las verdades a medias también esconden mucho más de lo que muestran. Tranquilizar la conciencia afirmando que nosotros nunca caeremos tan bajo puede que nos ayude a dormir tranquilos las noches de verano, pero la realidad se encargará de despertarnos sobresaltados más tarde o más temprano. Muy pocos periódicos están en condiciones de resistir o plantar cara a las escandalosas prácticas de The News of the World, porque se cuentan con los dedos los diarios que han desarrollado políticas y procesos internos para proteger con uñas y dientes el fair play a la hora de informar. The Guardian no es sólo el diario que ha destapado el escándalo del todopoderoso Murdoch, sino, probablemente, el único periódico que se encuentra convenientemente armado para presentar batalla contra las inevitables desviaciones del poder de la prensa.

La integridad del diario británico The Guardian no se debe a una gracia especial de su editor Alan Rusbridger o a la excelencia de sus redactores, sino al hecho de haber impulsado un conjunto de políticas empresariales dirigidas a salvaguardar su credibilidad y proteger su reputación. El hecho de contar en plantilla con un defensor del lector, que atiende diariamente las quejas de los lectores, de incluir en las páginas centrales una sección especial puesta a disposición de cualquier persona que estime que el diario ha faltado a la objetividad o imparcialidad, de tener una política clara respecto de los anunciantes, que llevó al periódico a renunciar a los anuncios de líneas eróticas y de contacto por estimar que atentaban contra la dignidad de la mujer, o de contar con un código ético que regula la práctica de la profesión y los posibles conflictos de intereses, son sólo algunas de las medidas que han contribuido a asentar el prestigio del bicentenario diario británico.

En nuestro país todavía estamos muy lejos de esas “buenas prácticas”. El reciente informe Esporas de Helechos y Elefantes sobre la responsabilidad de los diarios nacionales de información general por la elaboración de contenidos, publicado recientemente por la Fundación Compromiso Empresarial, muestra como los principales periódicos españoles (El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, El Periódico, La Razón y Gaceta de los Negocios) distan mucho de los estándares de calidad de diarios como The Guardian o The New York Times. Por tanto, sin menospreciar los artículos de Daniel Gabela o Darío Valcárcel, no creemos que estas colaboraciones, por si solas, contribuyan a disminuir los riesgos de incurrir en malas prácticas como las de The News of the Wordl. Se necesitan, sí, buenos artículos de denuncia, pero lo que se necesita, sobre todo, son buenas prácticas empresariales.

Comentarios