Necesitamos buenas partituras

Si una persona, analfabeta desde el punto de vista musical, asistiese por primera vez a un concierto y observase el papel del director de orquesta, podría concluir que su presencia es absolutamente innecesaria, pues todos los integrantes de la orquesta dan muestra de haber practicado la ejecución numerosas veces y de conocerla para interpretarla con una garantía de calidad mínima sin necesidad de requerir su asistencia. Muy probablemente al finalizar el concierto nos recomendase que prescindiésemos de sus servicios para ahorrarnos su sueldo.

Pues bien, ese consejo, que nos hace sonreír, lo hemos aplicado a conciencia en el sector social. Tenemos excelentes solistas, organizaciones que realizan un trabajo magnífico, pero nos faltan directores de orquesta; es decir, organizaciones con capacidad para impulsar, coordinar y evaluar una iniciativa colectiva. Se cuentan con los dedos de las manos los proyectos y alianzas entre las ONG, las empresas y los organismos de la administración pública con el fin de abordar un determinado problema social.

La ausencia de colaboración es también patente entre las organizaciones pertenecientes al mismo sector. La mayoría de las empresas, ONG y entidades públicas persiguen su propia agenda y objetivos individuales, sin incluir en su estrategia la colaboración con otras instituciones ni la búsqueda de objetivos colectivos. Pero no basta querer colaborar, hay que aprender a hacerlo, y apenas ahora estamos comenzando a identificar cuáles son los elementos críticos para desarrollar una estrategia de impacto colectivo.

Ya hemos mencionado uno de ellos: se requiere contar con buenos directores de orquesta, que sepan sacar el máximo potencial a cada uno de los «instrumentos». Pero no es suficiente. Los directores no pueden hacer nada si no cuentan, además de con grandes músicos, con una buena partitura. Sin partitura solo hay notas dispersas. Pueden ser más agudas o más graves. Sonarán diferentes si las tocamos en el piano, si las cantamos o si las toca el oboe. Pero son simples notas, no significan nada.

«Para que comience la música –enseñaba Leonard Bernstein– es necesario combinar esos sonidos de acuerdo con un plan. El plan consiste en unir esos sonidos con ritmos y diferentes instrumentos de modo que el resultado final sea fascinante, conmovedor y divertido al mismo tiempo». El impacto colectivo es una invitación a participar en un concierto donde se les pide a los músicos (BBVA , Fundación Telefónica, Telefónica, Cruz Roja, Cáritas, Fundación Accenture, Ministerio de Industria, Generalitat de Cataluña, Ayuntamiento de Madrid, etc.) que unan sus habilidades en un propósito común.

Algunas organizaciones creen que la solución para incrementar el impacto es sumar muchos «instrumentos» para subir el volumen. Pero la calidad de la música no consiste en aumentar el número de intérpretes, sino en ejecutar con perfección una buena partitura.

Por esa razón, la parte más crítica del impacto colectivo reside en compartir una misma visión de los problemas y de sus interconexiones. De ahí que sea tan necesario estudiar la partitura y ensayarla hasta poder interpretarla con unas garantías mínimas de calidad.

Igualmente importante es identificar la propuesta de valor de cada uno de los integrantes. En una partitura no existen notas accesorias ni discordantes. La calidad de una orquesta viene determinada por el peor de sus intérpretes. Todos los músicos se esfuerzan por igual, sabiendo que por muy excelente que haya sido la ejecución, el público siempre recordará la nota desafinada. Lo que importa es el resultado colectivo, no el individual.

Pero, sobre todas las cosas, hay que ser muy pacientes. Los cambios sociales llevan tempo, en la mayoría de las ocasiones mucho tiempo, y exigen un compromiso a largo plazo. Para escuchar el blues de trompeta de un Americano en París de Gershwin, que apenas dura diecisiete minutos, hay que esperar ocho, pero cuando lo escuchamos por primera vez, cuando nos sorprende la suavidad del sonido evocando el recuerdo del americano por su país, entonces comprendemos que esa espera mereció la pena, y que el resultado final ha sido «fascinante, conmovedor y divertido al mismo tiempo».

@jmcavanna
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