Empoderando para un mercado laboral precario

La lucha contra la precariedad social y económica no es reciente; en la Fundación Novaterra llevamos 25 años trabajando contra esta lacra. Si bien es cierto que siempre hay personas que quedan relegadas de la sociedad por diversas razones, la crisis económica empinó la rampa de la exclusión.

Nuestro objetivo es noble: mejorar la empleabilidad de estas personas, empoderarlas social y profesionalmente, llenar su mochila de habilidades básicas para enfrentarse al mercado laboral con éxito, y conseguir un empleo que les dignifique y les permita una vida autónoma e inclusiva.

Ahora bien, pese al noble objetivo, que justifica nuestro trabajo, nos encontramos ante un enorme dilema moral, y no sólo en nuestra organización. ¿Estamos empoderando personas para un mercado laboral precario? ¿Estamos preparando arduamente a la gente para conseguir trabajos que les van a hacer sufrir?

Hace poco dinamizadores de empleo, profesionales de trabajo social y psicología de Madrid reconocían a la prensa que las condiciones de las ofertas de trabajo llegan a tal nivel de precariedad que les provocaba “auténticas dudas morales” enviar a gente a estos puestos.

Contratos de una hora, un día, que además pueden hacer que pierdan, y muchos pierden sin saberlo, su condición de parado de larga duración con la que pueden acceder a algún tipo de ayuda, incluso renunciar a ayudas por estos contratos. Y enfrentarse al servicio de empleo que les castiga si renuncian a esa supuesta “oferta” de empleo.

Sectores precarios, como la hostelería, la limpieza, y últimamente un sector muy criticado, el de las camareras de piso de hotel. Sectores que son, sin embargo, a los que pueden aspirar las personas beneficiarias de nuestros proyectos, porque la vida no se lo ha puesto fácil, y no es fácil salir de esa rampa de la exclusión que cada vez se empina y resbala más.

En Novaterra buscamos empresas serias con las que trabajar, descartamos ofertas “piratas”, filtramos, asesoramos sobre los derechos y deberes de los trabajadores, sobre derechos sindicales, contratos laborales, y excesos que se pueden cometer, y que de hecho cometen algunas empresas.

Pero no siempre es suficiente. Hay que preparar a nuestra gente para más. Y lo soportan. Porque son fuertes, porque llevan años luchando, porque no quieren defraudarnos fallando o rechazando la oportunidad que con tanto esfuerzo les hemos brindado pero, sobre todo, porque no quieren defraudarse a ellos mismos, porque quieren salir, sentirse orgullosos de sí mismos.

Las camareras de piso: el ejemplo

Fruto de esa fortaleza ha nacido Laskellys.org. Un nombre que denota sentido de la realidad y una pizca de humor; ese saludable reírse de una misma, y que proviene, como dice el chiste, de “las que limpian”.

Estas mujeres fuertes y valientes crearon primero un grupo en Facebook, para denunciar y dar a conocer su precaria situación, y hoy han creado una asociación. Aguantan represalias, despidos y combaten el miedo. Mucho miedo. Ya hay grupos en Barcelona, Cádiz, Lanzarote y Madrid. Y han secundado el manifiesto en otros lugares como Benidorm, Fuerteventura y Mallorca.

Cuentan en el Facebook el acuerdo favorable con una gran cadena de hoteles: “Gran noticia para todas las camareras, para ir perdiendo miedo!!”, afirman. La lucha de estas camareras de piso en contra de la subcontratación, que hace que sus sueldos sean ridículos, se ha visto recompensada con que el establecimiento hotelero de lujo se haya comprometido a que este servicio, a partir del inicio de la temporada 2017, dejará de estar externalizado.

La externalización por parte de los hoteles de este servicio es la mayor problemática con la que se encuentran muchas de las camareras de piso en España. Ernest Cañada, investigador y comunicador, trata en su libro Las que limpian los hoteles esta problemática del sector turístico, que se remonta a la entrada en vigor de la reforma laboral en 2012.

El sector de las trabajadoras encargadas de limpiar y poner a punto las habitaciones representa el 30% de la plantilla de los hoteles y es uno de los más castigados por la reforma laboral y la precarización de las condiciones laborales, que conlleva salarios bajos (de hasta 2,5 euros la hora) y problemas de salud.

Según UGT-PV de acuerdo con el artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores, estos puestos de trabajo no pueden ser subcontratados debido a que se consideran una actividad propia del hotel. Hacerlo, sin embargo, permite a las cadenas pagar un salario bruto de alrededor de 900 euros en lugar del de 1.500 que corresponde según el convenio.

La situación es tan extrema de llegar hasta el punto de hoteles que han subcontratado a otra empresa mujeres que tenían anteriormente en plantilla, viendo su salario mermado y sus condiciones empeorar.

Una situación que no se corresponde con los datos de ocupación y la mejora del sector. “Aumentan los beneficios hoteleros y las trabajadoras no vemos disminuida nuestra carga de trabajo, ni el número de habitaciones. ¿Porque no exigir que se pague un plus por camas en las habitaciones? No les cuesta lo mismo una habitación con dos camas que una o dos supletorias al cliente. Entonces ¿por qué nosotras las que limpiamos esas habitaciones debemos tener sobre nuestras espaldas doloridas sus beneficios sin exigir lo que es justo?”, se preguntan en el grupo de Facebook.

Sin duda nosotros tenemos claro del lado de quién estamos. Seguiremos empoderando a nuestra gente, y luchando contra la precariedad laboral.

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