Somos lo que comemos, pero ¿sabemos qué comemos?

Si no te suena a moda el ‘realfooding’; tienes instaladas en tu móvil ‘apps’ tipo Yuka, y sabes que ‘El jamón de york no existe’, como titula su libro Boticaria García, ya puedes dejar de leer este artículo. Si no… continúa y empieza a descubrir si sabes lo que comes y, por tanto, qué eres.
<p>Foto: Nutri-Score.</p>

Foto: Nutri-Score.

El dicho ‘somos lo que comemos’ podría sustituirse en la mayoría de los casos por ‘somos lo que desconocemos que comemos’. Esto es una realidad para una gran parte de los consumidores que no entendemos sobre nutrición y para los que la cantidad de valor energético en Kj o los gramos de grasas saturadas por porción no son más que una simple cifra que no sabemos interpretar.

Estoy segura de que si nos dibujaran la cantidad de terrones de azúcar que tiene cada producto en el envoltorio, como hace de manera online el proyecto Sinazucar.org, nos lo pensaríamos dos veces antes de comerlo, o al menos, lo tomaríamos conscientemente, que ya es un paso. Igual que sucede con las imágenes dramáticas y desagradables que muestran las cajetillas de tabaco sobre los efectos de este.

En los últimos años están surgiendo iniciativas públicas y privadas para paliar esta falta de conocimiento que nos pueden ayudar a alimentarnos mejor. Unas prácticas de transparencia y leguaje claro que nacen con el objetivo de aportar luz y mucho bienestar, pero también para empoderar al consumidor y que tome decisiones de manera informada.

La corriente Realfooding, creada por el nutricionista y dietista Carlos Ríos, ha cogido fuerza en los últimos tiempos, con 1,5 millones de seguidores en Instagram en su cuenta personal y otros 1,5 realfooders en la del movimiento. Se trata, sencilla y muchas veces difícilmente, de llevar una alimentación saludable basada en la comida real, descartando los productos procesados y ultraprocesados, claro.

Es decir, volver a la cocina de antes, la que tanto conocían nuestras madres y abuelas, de producto local, respetándolo y sacándole el mayor partido y sabor. Decía que es un movimiento simple, pero también complicado de seguir por el ritmo de vida que llevamos más basado en el fast food que en el slow.

Pero si no te ves en la ola de la comida real hay otras herramientas y pasos previos que te pueden ayudar a saber lo que comes, avanzando poco a poco en un cambio de hábitos de consumo.

Para ello podrás encontrar en algunos productos ya el Nutri-Score, un código de cinco colores (basados en los del semáforo) y letras universales (de la A a la E), que todos identificamos fácilmente y que indican la calidad nutricional de un alimento o bebida.

Se encuentra muy visible (en la parte frontal del producto) y aunque todavía no es de uso obligatorio ya hay marcas en España como Danone o Nestlé que se están adelantando y posicionando sus mejores alimentos como saludables mediante este certificado.

Se trata de una iniciativa a nivel europeo que entrará en vigor en España, previsiblemente, a finales de este año, según informa el Ministerio de Consumo, sin no cierta polémica al penalizar productos nacionales como el aceite de oliva (que quedará finalmente excluido), el queso manchego o el jamón de jabugo. ¡No podía ser perfecto!

La transparencia en los productos se aplica cada vez con más frecuencia. Ejemplo de ello son las escalas de riesgo en los productos financieros, los sellos FairTrade o de comercio justo, los certificados de eficiencia energética en electrodomésticos e iluminación, o los que veremos en un futuro próximo en los envases de cosmética de L’Oréal, que está trabajando en trasladar a los consumidores la composición e ingredientes de sus productos en un lenguaje claro y comprensible. Ya lo está haciendo desde el mes de marzo a través de la web: Interior-productos.loreal.es.

<p>Foto: Yuka.</p>

Foto: Yuka.

Apps que cuidan de nuestra salud

Aquí la que escribe no es precisamente ejemplo de buena alimentación, pero sí que últimamente me interesa saber qué como y reflexionar, al menos, sobre si estoy dispuesta a cambiar determinados productos por otros más saludables sin renunciar al ‘capricho’.

Por eso instalé hace unos meses una aplicación móvil en mi smartphone que me ayuda a decidir entre una gran variedad de productos cuál es el mejor para mi salud. Insisto, sin renunciar a su ingesta, pero buscando siempre la opción más saludable. Esta app se llama Yuka y escanea en segundos los códigos de barras de 1,5 millones de productos de alimentación y 500.000 cosméticos para interpretar y comunicar con sencillez y transparencia sus etiquetas.

En este caso, el algoritmo puntúa del 1 al 100 con una escala de colores en la misma línea (del verde al rojo) y acompañados de los calificativos de “excelente, bueno, mediocre y malo”. Además de esta información simplificada, cuenta con una ficha detallada para comprender la composición de cada producto y ofrecer alternativas más saludables, si las hubiera, al producto consultado. La app cuenta con 22 millones de usuarios en todo el mundo.

22 millones de personas que están tomando conciencia de lo que comen, gracias al uso de un lenguaje sencillo y universalmente utilizado.

Si sois de los que no miráis las etiquetas en el supermercado, os reto a encontrar un jamón de york que contenga más del 90% de carne. Difícil, aviso. Ya lo dice la Dra. Marian García, más conocida por todos como Boticaria García, en su libro titulado El jamón de york no existe, donde desmonta los mitos de los productos que se nos presentan en los lineales de supermercados.

Yogures naturales, desnatados, con proteínas, probióticos, con bífidus… Elegir entre multitud de variedades de productos puede resultar ser un auténtico jeroglífico si no se entiende de nutrición, por eso, aplicaciones como Yuka o sellos como el Nutri-Score son una buena herramienta para mejorar nuestra alimentación y saber si somos consumidores del tipo verde o más tirando al rojo. Si es así, para y reflexiona.

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