De los ‘yuppies’ y ejecutivos agresivos a los ‘Amancios Ortegas’

Mario Conde Conde (Tuy, Pontevedra, 1948) fue el prototipo de ‘yuppie’ de los años ochenta; es decir un joven banquero con unas formas y estética (gomina, tirantes, traje impoluto) que recordaba a Gordon Gekko o a Bud Fox que interpretaban Michael Douglas y Charlie Sheen, respectivamente, en la película ‘Wall Street’ (Oliver Stone, 1987).
<p>El presidente del Gobierno, Felipe González, recibe al presidente de Banesto, Mario Conde, y al presidente del Banco Central, Alfonso Escámez. 16 June 1988. Foto: Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España (Pool Moncloa/José María Cuadrado).</p>

El presidente del Gobierno, Felipe González, recibe al presidente de Banesto, Mario Conde, y al presidente del Banco Central, Alfonso Escámez. 16 June 1988. Foto: Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España (Pool Moncloa/José María Cuadrado).

Los yuppies fueron la viva imagen del triunfo. Mario Conde era el faro que guiaba a los jóvenes estudiantes de las facultades de Económicas y Empresariales en aquella colorida, desarrollista y discotequera época que va desde el Mundial del 82 hasta las Olimpiadas de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla del 92.

Tras una meteórica carrera y con tan solo 38 años, Mario Conde se convirtió en 1987 en el presidente más joven de un gran banco español. Su máximo esplendor lo alcanzaría en 1993 cuando la Universidad Complutense de Madrid le nombra doctor honoris causa.

Los yuppies también eran conocidos como ejecutivos agresivos, término que inspiraría al homónimo mítico grupo de la movida madrileña compuesto, entre otros, por Jaime Urrutia (luego en Gabinete Caligari), Poch (Derribos Arias) o Carlos Entrena (Décima Víctima) y que en 1980 cantarían el himno del verano: Mari Pili.

La vigencia del término ejecutivo agresivo en el imaginario colectivo español es tal que se utilizaría en la traducción de títulos de películas recientes de humor como Anger Management (Peter Segal, 2003), Man About Town (Mike Binder, 2006) o Corporate Animals (Patrick Brice, 2019) protagonizadas por Adam Sandler, Ben Affleck y Demi Moore, respectivamente.

Fundeu, la Fundación del Español Urgente, sin embargo, no acaba de encontrar un sinónimo adecuado al español. Propone, con timidez, yupi aunque el diccionario de la Real Academia de la Lengua tan solo la define, de momento, como una interjección usada para expresar júbilo.

En la época de Naranjito, Cobi y Curro, poseer un gigantesco teléfono móvil (¿inspirados en los zapatófonos de Maxwell Smart, el Superagente 86, o de nuestro Anacleto, agente secreto, de Vázquez?) era el símbolo del éxito para todo ejecutivo que se preciara. Dicha rudimentaria tecnología como otras (videojuegos cucamente pixelados o luminosos y parpadeantes monitores y televisores CRT de tubo de rayos catódicos) ya vislumbraba hacia donde se dirigía el futuro de la economía y de la sociedad.

El culto por las relaciones sociales sería otra de las características de la recién estrenada democracia en España. Antes que los influencers y el postureo, existió la beautiful people y el paripé que llenaría las páginas de revistas y periódicos de aristócratas, mecenas, intelectuales, políticos, empresarios, deportistas, actores y actrices. Los negocios ya no se cerraban en aburridas salas de reuniones sino en la nocturnidad de las discotecas de moda. A plena luz del día, todavía quedaban unos años, eso sí, para que el pádel sustituyera al squash como el deporte social de los líderes.

En 1998, el fracaso del intento de fusión de Banesto con el Banco Central de Alfonso Escámez, en despiadada pugna con ‘los Albertos’ (Cortina y Alcocer), marcaría el inicio del declive de Mario Conde y revelaría al gigante con pies de barro. Su vía crucis de juicios, polémicas, cárcel, fracasos políticos y dramas culminaría en 2016 con la retirada de su doctorado honoris.

La época de la competitividad sin límites y sin reglas estaba llegando a su fin. La búsqueda de la maximización del beneficio corporativo individual por encima de cualquier otra decisión se revelaría como una ineficiente manera de asignación de recursos escasos.

La época de la competitividad sin límites y sin reglas estaba llegando a su fin. La búsqueda de la maximización del beneficio corporativo individual por encima de cualquier otra decisión se revelaría como una ineficiente manera de asignación de recursos escasos. La contabilidad no financiera deberá tener en cuenta los posibles impactos negativos o los conocidos como “fallos del mercado”.

La especulación es una actividad legal e imprescindible que garantiza liquidez y cobertura de los riesgos en las bolsas. Sin embargo, puede llegar a convertirse en un juego de suma cero o, en el peor de los casos, crear burbujas cuyo estallido puede arrastrar a la economía a una depresión.

Además, la especulación es terreno abonado para trampas, como el uso de información privilegiada (insider trading). Los datos relevantes que no son públicos y no se encuentran, consecuentemente, accesible a todos los participantes del mercado, pueden ser muy útiles a quienes tengan acceso a ellos (por su trabajo o posición o de modo fraudulento).

Por eso, la transparencia y la medición del impacto a todos los grupos de interés relevantes para las empresas son claves para garantizar la sostenibilidad del sistema. El modelo de ejecutivos agresivos al estilo de Mario Conde ha sido sustituido por el modelo de la sostenibilidad de Amancio Ortega.

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