Deportes del motor a la carrera por la descarbonización

La senda de reducciones de emisiones de dióxido de carbono que nos ha de llevar a una economía cero neta en carbono en 2050 tiene también su impacto en los deportes del motor, que van a tener que realizar profundos cambios para alcanzar a ese objetivo.

Esa mitigación del impacto en el medio ambiente y en el cambio climático se lleva de desigual manera entre las diferentes competiciones del motor más punteras del mundo.

Según el índice Sustainable Championships Index (SChI), que evalúa y clasifica a más de cien competiciones en función de su sostenibilidad, casi todas podrían hacer bastante más para reducir su impacto. Solo una de las 106 competiciones del motor mundiales del índice, la Fórmula E, recibe la máxima calificación y 72 se sitúan en el nivel más bajo en cuanto a su sostenibilidad.

La sostenibilidad de las competiciones es algo que, obviamente, debe ir más allá de la mera consideración de qué combustibles son usados por los vehículos que compiten, lo cual conlleva contemplar las competiciones desde una perspectiva totalmente holística, como si fueran cualquier otra actividad a la que hay que hacer sostenible.

Motos y coches: diferentes planes 

La Fórmula 1 desarrolló su primera estrategia de sostenibilidad en 2019 como parte de un programa medioambiental, social y de gobierno bautizado como We Race As One.

Esta estrategia se divide, a grandes rasgos, en dos pilares principales: el primero es tener eventos totalmente sostenibles para 2025, y el segundo y más complicado, es lograr una huella de carbono neta cero para 2030.

Así, para 2025, todos los residuos de los eventos de Fórmula 1 deberán ser reutilizados, reciclados o compostados, y para lograrlo solo se podrán utilizar materiales reciclables o compostables (por ejemplo, cero plástico de un solo uso). También se incentivará que los aficionados lleguen a los eventos de forma más ecológica, con métodos de transporte con menores, o cero, emisiones de carbono, compensándose estas por la organización de la que depende el campeonato.

Se priorizará el bienestar de los aficionados y el entorno local mejorando la biodiversidad, la calidad del aire y ofreciendo opciones de comida más saludables, y se crearán asociaciones que den a las poblaciones locales un mayor acceso a los eventos y que impulsen beneficios positivos para las empresas y causas locales.

Por su parte, el objetivo a largo plazo de alcanzar el cero neto abarca objetivos relacionados con todas las facetas de las operaciones de la competición, incluyendo una logística y unos viajes más eficientes, instalaciones y fábricas con un 100% de energía renovable, y unidades de potencia híbridas alimentadas de forma sostenible en cada uno de sus coches de carreras.

256.000
toneladas de CO2

supone la huella de carbono de la F1. Solo el 7,3% se emite en los eventos deportivos y el 0,7% por los vehículos participantes.

La actual huella de carbono de este deporte se estima en la actualidad en 256.000 toneladas de CO2, de las cuales un 45% corresponden a la logística del campeonato, un 27,7% a los viajes de los vehículos y las escuderías alrededor del mundo, un 19,3% a las oficinas o instalaciones propiedad de la Fórmula 1 o gestionadas por ella, así como todas las oficinas, fábricas o instalaciones propiedad de los equipos participantes. Pero solo el 7,3% del CO2 se emite en los eventos y el 0,7% por los propios vehículos participantes.

Por lo que respecta a la competición de motos más importante, MotoGP, no parece que haya un plan desarrollado (al menos disponible en su web) al estilo de la Fórmula 1, y parece que su ruta hacia los combustibles 100% sostenibles es su principal baza de sostenibilidad, obviando otros temas como los considerados antes en la Fórmula 1.

Así, para 2024, el combustible de todas las categorías de MotoGP tendrá un mínimo del 40% de origen no fósil y, para 2027, ese porcentaje pasará a ser de un 100%.

La verdad es que la aparente falta de un plan (o al menos de información) en comparación con la Fórmula 1 para aumentar la sostenibilidad de todo el campeonato y todas las variables que lo rodean, me dejan un poco frío, ya que su logística e impacto de los eventos son igualmente muy grandes.

¿Sin motores de explosión en los campeonatos?

En la actualidad, no se espera a corto plazo que los motores de combustión de los vehículos de Fórmula 1 sean reemplazados por otros eléctricos o similares debido a que no hay todavía una tecnología que permita correr una carrera de 300 kilómetros en unas condiciones similares a las de las carreras actuales.

Aun así, se están realizando desde hace unos años carreras de vehículos eléctricos en las que participan diversas marcas, la llamada Fórmula E, que no pretende rivalizar con la Fórmula 1. Su misión fundamental es acelerar la transición a la movilidad de cero emisiones probando las nuevas tecnologías en los circuitos antes de ponerlas a disposición del público.

Esta Fórmula E está asociada con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para destacar los beneficios del cambio mundial hacia la movilidad eléctrica.

En otro tipo de competiciones de automóviles de importancia, como por ejemplo el Rally Dakar, ya han participado vehículos eléctricos como el pilotado en la última edición por Carlos Sainz con muy buenos resultados y cosechando la victoria en alguna etapa.

En el caso del mundial de rallies WRC se están implementando ayudas eléctricas que aporten más potencia a los motores convencionales en momentos puntuales de las competiciones.

No se espera a corto plazo que los motores de combustión de los vehículos de F1 sean remplazadas por otros eléctricos ya que todavía no podrían correr en condiciones similares a las actuales.

Por lo que respecta a MotoGP, desde 2019 se disputa la categoría Moto E, del estilo de la de la Fórmula E mencionada antes. En la actualidad, la marca italiana Ducati está desarrollando la moto con la que se realizarán las carreras de ese campeonato hasta 2026, convirtiéndose en una especia de competición monomarca de motos eléctricas.

Está claro que, poco a poco, otras competiciones de inferior nivel se irán adaptando a lo que se haga en las más punteras, siempre que los costes no se disparen y se conviertan en competiciones inviables, ya que muchas de ellas son campeonatos de acceso para jóvenes pilotos que cuentan con presupuestos muy bajos en comparación con los ‘grandes circos’.

Nuevas tecnologías para la vida real

Las competiciones del motor han sido desde sus inicios un escaparate a través del cual los fabricantes han demostrado a los aficionados las bondades de sus máquinas con el objetivo último de vender más unidades de sus vehículos de calle.

Pero otro objetivo igual de importante que el anterior, o quizá aún más, es desarrollar tecnologías de vanguardia en la competición que después puedan ser trasladadas e integradas en los coches y motos que todos podemos conducir por las calles.

En la Unión Europea no se podrán vender vehículos que emitan CO2 después de 2040 y esas restricciones se irán extendiendo a otras geografías, por lo que dejará de tener sentido desarrollar tecnologías basadas en motores de explosión en las competiciones.

Esa carrera lógica y necesaria por la reducción de las emisiones va a suponer cambios más allá de las estrategias comentadas anteriormente que significarán un shock para todos los aficionados a estas competiciones, entre los que me incluyo.

Las carreras siempre se han caracterizado, más allá de la adrenalina que destilan las propias carreras, por los espectaculares sonidos que producen las motos y vehículos en los circuitos y que van a desaparecer en un breve espacio de tiempo, tal y como va a pasar en nuestras calles y carreteras.

En unos años, se cambiarán los actuales sonidos de los motores por otros menos electrizantes, y los coches y motos estarán atiborrados de tecnología, diezmando la emoción de las carreras.

En unos cuantos años, iremos cambiando los actuales sonidos de los motores por otros menos electrizantes, por mucho que seguramente provengan justamente de nuevas tecnologías eléctricas e híbridas.

También, siguiendo la actual senda, las coches y motos cada vez estarán más atiborrados de tecnología y dependerán menos del factor y el talento humano de los pilotos, diezmando la emoción de las carreras.

Todo ello irá en detrimento del ‘romanticismo’ y, muy probablemente, de la emoción de las competiciones.

Es ley de vida, y nos quedaremos con el recuerdo de lo que fueron. Los nuevos formatos de competición y sus nuevos vehículos seguramente no nos atraerán tanto, y acabaremos por no prestarles atención, siendo relevados por generaciones que se sentirán atraídas por lo nuevo y a las que quizá les parezca una aberración lo que había antes.

O quizá no sucederá esa especie de relevo generacional y las competiciones entrarán en declive. Sólo el futuro podrá desvelarlo, así que, mientras podamos, sigamos disfrutando de esos estridentes y fantásticos cacharros.

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