Todo poder conlleva una gran responsabilidad

Spiderman es uno de los personajes de cómic más populares de la historia. Así lo atestiguan las millonarias ventas no solo de tebeos sino de multitud artículos relacionados desde figuras de acción, juegos, pijamas, mochilas o vajillas. Y por supuesto, sus éxitos en series animadas de televisión o adaptaciones cinematográficas como reflejan sus taquillas (‘No Way Home’, ‘Lejos de casa’, ‘Spider-Man 3’, ‘Homecoming’, etc.), entre las más fabulosas de la historia del cine.

El personaje nació de la imaginación del guionista y editor Stan Lee y del dibujante Steve Ditko en el número 15 de la revista Amazing Fantasy de agosto de 1962. A diferencia de Bruce Wayne o Clark Kent (alter ego de Batman y Superman, respectivamente), con Peter Parker, los jóvenes eran capaces de identificarse.

¿Acaso no está la adolescencia -ese camino entre la niñez y la madurez- trufada de incertidumbres, sinsabores, miedos y desengaños? ¿Cuántos no sienten angustia ante el futuro próximo o las relaciones sociales? Frente a superpoderes casi divinos e invencibles o costosísima tecnología solo al alcance de multimillonarios, era más fácil empatizar con la personalidad de un anodino estudiante de instituto.

En el día a día en la Escuela de Ciencia y Tecnología Midtown, el personaje detrás de la máscara tampoco tiene nada que ver con los prototipos de líderes estudiantiles, como la estrella del equipo de fútbol americano ‘Flash’ Thompson o la atractiva animadora Liz Allan que, además ejercerían de acosadores. Ni con otros a los que conocerá en la Universidad Empire State (ESU) de Nueva York como Mary Jane Watson, Harry Osborn, Gwen Stacy o Felicia Hardy y que, por cierto, serán esenciales en su vida.

Peter encaja en la definición del perdedor (looser) y del friki (nerd). Además, huérfano, vive con su anciana tía May, a duras penas llega a fin de mes y solo puede pagarse los estudios a base de precarios trabajos esporádicos. Vamos, como muchos mortales en la vida real. Los manuales de autoayuda o los que loan el ejemplo del esfuerzo y constancia de los grandes triunfadores del estilo de vida americano (american way of life) no son garantía para alcanzar el sueño del éxito (american dream).

Además, frente a titanes de armaduras de hierro o descomunales gigantes verdosos que siempre ganan en todas las contiendas casi sin despeinarse, aquel imberbe cuyos poderes provienen de una araña radioactiva, es objeto de palizas, sinsabores y decepciones. El bueno de Spiderman acaba en muchas peleas con el cuerpo magullado, lleno de moratones, brazo en cabestrillo y traje hecho jirones. Spiderman era, en definitiva, una rara avis en el establishment y marcaría un antes y un después en el mundo de los superhéroes.

Una de las características más extraordinarias del ‘trepamuros’ es su sentido arácnido que le permite estar en continua alerta ante cualquier peligro que le amenace a él o a sus conciudadanos. Con una generosidad patológica, siempre se encuentra presto a renunciar a cualquier beneficio propio en pos del bien común.

Este sentido del deber le ha ocasionado perjuicios sentimentales, sociales o económicos. Como cuando estando a punto de ligar con una chica, conseguir un trabajo bien remunerado o realizar un examen para lograr una beca y debe abandonar todo y salir escopeteado para auxiliar a personas atrapadas en un edificio en llamas o derrumbado por una explosión provocada por el villano de turno. Sus interlocutores, instalados en el prejuicio, se quedan anonadados por el comportamiento que suponen excéntrico de Peter.

Spiderman hace suyo el lema “todo poder conlleva una gran responsabilidad” atribuida a Damocles y también a Winston Churchill o a Franklin D. Roosevelt. Y bien sabe las consecuencias de ser cicatero en este aspecto.

La antítesis de Peter Parker es Ezekiel Sims (creado por J. Michael Straczynski y John Romita Jr). que cuenta con poderes arácnidos parecidos (agilidad, fuerza y sexto sentido) pero los utilizó para forrarse y convertirse en un magnate de los negocios.

Además, ni si quiera la actitud de Peter es premiada socialmente. No puede mostrar su rostro ya que si no sus familiares y amistades podrían ser atacados por sus enemigos como venganza o represalia. Por si fuera poco, J. Jonah Jameson, el tacaño y ruin editor del periódico Daily Bugle, temeroso de su actividad como justiciero enmascarado fuera de la Ley, inicia una campaña de acoso contra nuestro amistoso vecino (otro de sus múltiples motes, friendly neighborhood).

Spiderman es generoso también con los más desfavorecidos. Una de sus diez mejores historias de todos los tiempos según la revista Wizard es El chico que colecciona Spider-Man (Roger Stern y Ron Frenz) donde reflexiona sobre el drama del cáncer infantil y cómo ante las causas justas no hay que escatimar sacrificio alguno.

Spiderman hace suyo el lema “todo poder conlleva una gran responsabilidad” atribuida a Damocles y también a Winston Churchill o a Franklin D. Roosevelt. Bien sabe Peter Parker las consecuencias de ser cicatero en este aspecto. Su tío Ben fue asesinado por un ladrón al que renunció a capturar horas antes, entendiendo que no era problema suyo sino labor exclusiva de la policía.

Desafortunadamente, la responsabilidad es condición necesaria pero no suficiente para la sostenibilidad. Los malvados acechan. La muerte de Gwen Stacy (por Gerry Conway, Gil Kane y John Romita Sr.), solo comparable en dramatismo a la de Belit, la reina de la Costa Negra de Conan el bárbaro (por Roy Thomas, John Buscema y Ernie Chan) fue una bofetada de realidad: las consecuencias fatales de la maldad también existen en el mundo de fantasía de las viñetas. Y nos sirve de lección para el mundo real: es peligroso y no ser conscientes de las amenazas y los riesgos a los que nos enfrentamos es una ruta directa al desastre.

Comentarios