El caso Negreira y la complicada labor del ‘compliance’

Por la razón de ser del área de 'Compliance' en una organización, el compromiso ético personal y profesional de sus miembros deber ser el punto de partida de su trabajo.
<p>Foto: David Pickup.</p>

Foto: David Pickup.

Una de las afirmaciones de Joan Laporta, presidente del Barcelona, en la rueda de prensa en la que trató de explicar el affaire Negreira (el pago de 7,2 millones de euros durante catorce años al que en esa etapa era vicepresidente del Comité de Árbitros) fue que entonces el club no tenía departamento de Compliance y que ahora todo lo que pasó no se habría permitido. Semanas antes de aquella comparecencia, al salir a la luz el escándalo, había afirmado que junto a “nuestro departamento de Compliance, hemos decidido externalizar la investigación de estos hechos. Un abogado externo, junto a su equipo, está llevando a cabo una serie de actuaciones, siempre en coordinación con nuestra área de Compliance, que darán como resultado una investigación independiente, rigurosa y excelente, tal y como se merece el Barça”. El abogado externo que ha ayudado en la investigación ha sido Andreu Van den Eynde.

Bien, fruto de esa investigación, Laporta presentó en esa comparecencia del pasado 17 de abril unas cajas que contenían 629 informes y 43 vídeos elaborados por el hijo del exárbitro, Javier Enríquez Romero, en concepto de asesoramiento arbitral y servicios de scouting entre 2014 y 2018.

Laporta intentó distraer la atención porque esos informes pagados al hijo no tienen que ver con los millones destinados al padre, que fueron ingresados por la empresa Dasnil S.L., fundada por el entonces vicepresidente del Comité de Árbitros, José María Enríquez Negreira, en 1995.

Por ejemplo, desde 2007, último año de la primera etapa de Laporta en la presidencia, y hasta 2018, con Josep Bartomeu, el club pagó a Dasnil más de 500.000 euros anuales. Medio millón de euros al año no lo ganan la mayoría de los altos ejecutivos -directores generales, directores financieros, directores comerciales…- de muchas empresas cotizadas españolas y muchísimos consejeros delegados y presidentes de medianas compañías. Esos informes debían ser sustanciales e insustituibles como para que costaran tanto como un alto ejecutivo del Barça que dedica toda su jornada y todos sus esfuerzos al club.

Pero a día de hoy no tenemos una explicación veraz sobre esos pagos. Una cosa es que la documentación se haya destruido, pero eso no quita para que desde el club se dé una justificación de la forma más pormenorizada posible de qué se hizo con ese dinero, al menos a los socios, que pagan sus cuotas y son los únicos dueños del club.

Y ni los socios ni las autoridades ni los ciudadanos sabemos a estas alturas, y después de una “investigación rigurosa y excelente” -en palabras de Laporta- por el área de Compliance, qué ha pasado con esos 7,2 millones.


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Primer supuesto. El abogado externo y el área de Compliance que se encargaron de la investigación no han podido desentrañar el fondo de la cuestión. Eso significa, en otras palabras, que quienes estaban al tanto de esos pagos y los estamentos del club no han ayudado al departamento de Compliance a llevar a cabo su trabajo. O que los encargados de la investigación no han contado con los medios necesarios para llevarla a cabo.

Segunda posibilidad, el departamento de Compliance accedió a todos los pormenores de los hechos y el destino de esos 7,2 millones de euros, pero por diversas razones -sobre todo para evitar sanciones deportivas y económicas– no lo han hecho público o ha permitido que los directivos del club no difundieran el resultado de la investigación.

En este caso, desechamos un tercer supuesto: que la investigación determinara que no se pagaron esos 7,2 millones de euros a Dasnil durante catorce años porque hay tantas evidencias que lo hacen imposible.

En ambas situaciones, el área de Compliance queda en entredicho. Si no pudo llegar a ninguna conclusión porque no le dejaron, ese departamento se pliega a los intereses de los directivos y no sirve. Si, fruto de esa investigación, conoció el destino real del dinero y no lo hizo público, su inutilidad es mucho más evidente. ¿Pará qué tenerlo entonces?

Una búsqueda en Google ofrece una explicación que nos vale sobre la labor del departamento de Cumplimiento Normativo, como se ha traducido el término que nos llegó del inglés. Esa área “se encarga de asegurarse de que una empresa o entidad -y, por tanto, también sus empleados- desarrolla su actividad de acuerdo a las leyes, reglamentos, normas y prácticas éticas que se aplican a su sector e industria”.

La cuestión es ¿cuánto de fuerte -y de independiente- tiene que ser un departamento de Compliance dentro de una organización para poder sacar a la luz incumplimientos graves de sus directivos que pueden suponer sanciones o, incluso, dimisiones entre los responsables de esa organización? ¿Y cómo ser independiente de quien depende el puesto de trabajo? Es la complicadísima tarea que tienen los responsables de velar por el cumplimiento de las normas en una entidad y que exige por su parte y en primer lugar un altísimo compromiso ético personal, que va más allá de la mera exigencia del cumplimiento de la legalidad en la organización para la que trabaja.

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