Un nuevo enfoque en el diálogo
A la hora de construir una matriz de doble materialidad, el diálogo libre y sin presiones es esencial. La plática con nuestros grupos de interés revela ideas, afectos, intereses y opiniones que ordenarán nuestros esfuerzos para optimizar nuestro impacto global, no solo financiero. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, nuestros grupos de interés hacen referencias a experiencias pasadas o, en el mejor de los casos, actuales. No incorporan posibles discrepancias o litigios futuros que a lo mejor no se han planteado todavía y de cuya probabilidad, gravedad, consecuencias, origen o escalada no son conscientes. Podemos encontrarnos ante intereses sobre realidades o cosas que cada parte quiere atribuirse posesión o propiedad: adversarios que persiguen un mismo fin, aunque de manera competitiva. O formas de entender una misma situación, diferentes maneras de interpretar la realidad según unas culturas u otras, incluso dificultades intrínsecas de comunicación.
Por eso, para que estas conversaciones sean más ricas y gestionen los riesgos y oportunidades de una manera proactiva, sentando las bases de alianzas, es factible utilizar métodos ADR (Alternative Dispute Resolution) de gestión de conflictos, dirigidos a su resolución de manera consensuada, pacífica y extrajudicial ante hipotéticas controversias. El objetivo es desprendernos de la sensación de pérdida (amenaza) en beneficio exclusivo de otro al que puede no otorgar legitimidad y evitar la activación emocional de hostilidad y la defensa a ultranza de la posición (cosa, idea, interés, punto de vista).
En este caso, contar con la figura de un mediador, neutral e independiente, garantiza la transparencia y la honestidad del diálogo ofreciendo confianza a las partes que siempre conservan el poder de decisión en la contienda que entre ellas pudiera existir. Este tercero se limita a abrir canales de diálogo y acercar posiciones, sin ofrecer (mucho menos, imponer) una solución determinada. En cualquier caso, quedarán sentadas las bases para lograr acuerdos, siempre, obra exclusiva de las partes. Es importante resaltar que no se trata de encontrar un árbitro (heterocompositivo) que, en definitiva, reduce el protagonismo de las partes al delegar en aquel el poder de dirimir las controversias.
En el momento de abordar las etapas de la construcción de la matriz de doble materialidad podemos utilizar el mismo procedimiento que en el caso de la mediación: consideraciones previas, solicitud inicial, sesiones informativas, constitutivas e intermedias y terminación con las actuaciones que refrendan el compromiso alcanzado. El empleo de plataformas y herramientas electrónicas es bienvenido, máxime con los requisitos de digitalización XBRL de las Normas Europeas de Información en Sostenibilidad (NEIS).
Tanto las opiniones contrapuestas sobre una idea o situación como los conflictos que incorporan enfrentamientos abiertos y consolidados son más fácilmente manejables a priori y no a posteriori, a modo de pacto de socios, pero ampliado a los diferentes grupos de interés. Evitaremos, además, efectos también perniciosos como la procrastinación, los malentendidos o las falsas esperanzas, cuando no, directamente, el paripé. Y es que ya lo decía Matías Guiu: “Nadie dice lo que piensa; algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; estos, nadie sabe lo que piensan; de los de más allá una piensa que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa”.