Microfinanzas: no es oro todo lo que reluce

HAZ1 julio 2008

Dos revistas de referencia –The Economist y Social Innovation Magazine– se hacían eco recientemente del caso Compartamos. La organización Compartamos es una ONG mexicana dedicada a las microfinanzas que se transformó en banco en el año 2006. Como fruto del proceso de “regularización” dio entrada en su capital a inversores privados. Esa entrada le ha permitido multiplicar por más de diez su crecimiento en número de clientes. En el año 2000 la institución contaba con 66.000 clientes, en la actualidad cuenta con 900.000 y espera terminar el año con un millón de clientes. Este espectacular crecimiento no se ha visto exento de críticas. Según Jonathan Lewis (“Microloan Sharks”, Social Innovation Review, Summer 2008) la entrada de inversionistas privados, que buscan principalmente la rentabilidad frente al impacto social, ha provocado que las tasas de interés de Compartamos alcancen cifras abusivas, cercanas al 100% anual. Mucho más comprensivo se muestra The Economist (“Doing good by doing very nicely indeed”; 28 Junio-4 de Julio; 2008). Para el semanario británico la entrada de capital privado ha permitido a la institución impulsar su crecimiento, antes muy limitado por su naturaleza de institución no lucrativa. En el mismo sentido, desde Compartamos se arguye que la institución no ha renunciado a su compromiso social, muy por el contrario su transformación en un banco formal les ha permitido crecer más deprisa y atender a un número mayor de clientes de bajos recursos. Una interesante discusión que, sin duda, alimentará el debate sobre las microfi nanzas en los próximos años.

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