El nuevo campo de batalla ideológico: La RSE llega a las aulas de los colegios

HAZ1 enero 2009

La crisis financiera global que está haciendo temblar desde hace meses los cimientos más profundos del capitalismo moderno ha hecho reverdecer un viejo debate tanto sobre los límites del propio sistema capitalista como las consecuencias de los excesos de quienes llevan hasta el último extremo sus fundamentos. El experto analista internacional Moisés Naim, director de la revista Foreign Policy, afirma que la crisis reciente ha demostrado «la incapacidad de los economistas más prestigiosos del mundo y de la propia ciencia económica para predecir y anticipar lo que se venía encima», por lo que aconseja, incluso, «hacer un barrido de la profesión de los economistas, porque se ha demostrado que el actual pensamiento económico no funciona». A medida que se suceden los diferentes episodios de la crisis, son más las voces críticas con el sistema, y, desde el punto de vista de la responsabilidad social, muchos expertos en la materia, como Joaquín Garralda, vicedecano del Instituto de Empresa, consideran que la actual etapa será «la prueba del algodón» definitiva para comprobar el compromiso real de las organizaciones con la sostenibilidad.

En el centro de la criba late, según los analistas, la pérdida de la noción de límite dentro del propio sistema capitalista, que ha traído consigo un excesivo riesgo corporativo por parte de las empresas a la hora de abordar sus estrategias. Los bancos de inversión han sido los grandes protagonistas negativos de la estampida, pero la crisis está dejando tras de sí una lista interminable de víctimas colaterales, acosadas todas ellas por ese riesgo desmedido. Contra esos excesos se articuló el manual La responsabilidad social de la empresa. Propuesta para una nueva economía de la empresa responsable y sostenible, publicado en junio de 2007 por la Real Academia de Ciencias Económicas y Empresariales. La obra, de más de 800 páginas, seguía las tesis del libro The living company de Arie de Geus para preconizar las virtudes de la sensibilidad hacia el entorno y, sobre todo, el conservadurismo financiero, porque, según las tesis de Geus, las mejores empresas «eran conscientes de la utilidad de la liquidez», por lo que «eran frugales y no arriesgaban innecesariamente su capital. Comprendían el significado del dinero en sentido tradicional».

«El libro Manual de la empresa responsable y sostenible servirá de base para la implantación de las prácticas de responsabilidad social en las empresas y como libro de texto para la futura asignatura universitaria Economía de la Empresa Responsable y Sostenible»

La moderación que propugnó Geus en su famosa obra, que analizaba qué caracterizaba a las empresas exitosas, ha servido a Aldo Olcese, presidente de la sección de ciencias económicas y financieras de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, Juan Alfaro, secretario general del Club de Excelencia en Sostenibilidad, y Miguel Ángel Rodríguez, ex director del Center for Business in Society del IESE y asesor de empresas en RSE, a coordinar la publicación del Manual de la empresa responsable y sostenible, un libro de aplicación práctica de la RSE que servirá de base para la implantación de las prácticas de responsabilidad social en las empresas y como libro de texto de la futura asignatura universitaria denominada Economía de la empresa responsable y sostenible.

Durante la presentación del manual, celebrada en junio del año pasado en la Bolsa de Madrid, Olcese insistió en que el resultado final del libro «es una muestra muy significativa del apoyo e importancia que las autoridades políticas e institucionales de todo signo dan ya a la puesta en práctica y a la introducción de políticas y actividades de responsabilidad corporativa en la gestión de las empresas». Como aseguró entonces en la presentación, «estamos ante una auténtica, potente y novedosa herramienta de gestión empresarial», pues son cada vez más los economistas y empresarios que piensan en un «nuevo capitalismo menos economicista y más humanista», fundamentado en la responsabilidad corporativa voluntaria y autorregulada, que da lugar a un nuevo paradigma empresarial más rentable y capaz de contribuir a una globalización más humana y eficiente.

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Juan Alfaro explicó en la presentación que el manual describe un centenar de ejemplos reales de las mejores prácticas nacionales e internacionales en la aplicación de la RSE a las empresas «que ayudarán a legitimar el nuevo modelo empresarial». Miguel Ángel Rodríguez, por su parte, aseguró estar «muy orgulloso» de este ejercicio que pretende ser la antesala de un observatorio desde la sociedad civil de las actividades de RSE desarrolladas por el sector empresarial. «Nuestra ambición es aspirar a que la responsabilidad social corporativa forme parte de nuestra sociedad desde los inicios de la educación de nuestros hijos, formando parte de los programas educativos en forma de asignatura impartida en nuestro sistema educativo», añadió. Como aseguró días más tarde el propio Olcese en una conferencia, en el momento en que este concepto de la Empresa responsable y sostenible «esté en la piel» de los jóvenes y forme parte de su concepto de empresa y del papel de ésta en la sociedad, la partida estará decididamente ganada.

El manual sobre la empresa responsable se introducirá de modo progresivo en las facultades de Económicas y Empresariales. Los autores del manual, con Olcese al frente, han empezado a sentarse ya con el Ministerio de Educación para debatir cómo introducir el libro en las universidades, pero algunos centros, de hecho, ya han comenzado a utilizar este curso el libro. Es el caso de la Universidad Nebrija, que ha creado una cátedra de responsabilidad social que cuenta con el libro de Olcese, Alfaro y Rodríguez como su texto de referencia.

«La idea es que el manual acabe siendo el texto de referencia en todas la universidades», afirma Alfaro, que destaca el carácter teórico-práctico de la obra, capaz, a su juicio, de «aunar fundamentos teóricos con las mejores prácticas empresariales».

Pero junto al manual universitario, editado por McGraw Hill y del que ya se han vendido cerca de 10.000 ejemplares, los autores de la obra destacaron desde un primer momento la necesidad de que el concepto de empresa responsable y sostenible no sólo se limitase a la universidad sino a la educación primaria, «para que desde pequeños los niños se cultiven en la sostenibilidad», afirmó desde el inicio Olcese. Olcese señaló en la rueda de prensa de presentación que «la idea es introducir también los contenidos de sostenibilidad en el temario de Educación para la Ciudadanía».

De entrada, las palabras de Olcese sonaron lógicas, aunque detrás de esa lógica subyace un solapado debate ideológico que ya en ese primer contacto con los periodistas no pasó inadvertido.

La introducción de la RSE en Educación para la Ciudadanía puede resultar no siempre fácil, sobre todo teniendo en cuenta las críticas que ha recibido esa asignatura por parte de amplios sectores y el cierto sesgo progresista del temario.

Muchos piensan, y no les falta razón, que si se incluye la RSE en esos contenidos se corre el riesgo de que también sea utilizada ideológicamente para sesgarla hacia una determinada ideología y que, por tanto, pierda su razón de ser.

Frente a esas críticas Olcese responde «que los contenidos de la empresa sostenible deben incluirse dentro de ese temario, porque queremos que ya desde la escuela los niños se familiaricen con este concepto de empresa responsable. Pero, desde luego, si se incluyen dentro de ese temario, seremos nosotros directamente los que decidamos cómo se incluyen y cómo aparece reflejada la RSE en los libros de EpC. No dejaremos que otros intenten aprovecharse de esos contenidos para llevarlos hacia una corriente ideológica concreta».

El comentario directo de Olcese ha encontrado su versión más dócil en otro de los autores, Juan Alfaro, para quien «todo lo que sirva para fomentar la responsabilidad social está bien recibido. Si se quiere introducir en los manuales de Educación para la Ciudadanía, ningún problema. El manual sólo intenta recoger experiencias de empresas. Es un libro de management. Yo no tengo ninguna polémica ideológica; sólo quiero que se incorpore a Educación para la Ciudadanía para que los niños se familiaricen con esos conceptos. ¿Qué pueda pasar después? No tengo ni idea. Lo importante es difundir conocimientos».

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Pero los investigadores expertos en temas de sostenibilidad no dudan a la hora de reconocer el latente debate ideológico de fondo entre liberales y socialdemócratas y que encuentra en la RSE una de sus aristas más recurrentes en estos momentos, sobre todo a raíz de la crisis empresarial. Como expresa Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de Esade, el hecho de que la RSE suponga una reformulación de ciertos aspectos del capitalismo ha hecho que abra una veta que exploran tanto liberales como progresistas, «y es lógico que haya roces». De hecho, recuerda, «desde que empezó el debate de la RSE, siempre se ha comentado el tema del intervencionismo o no del poder público. El Estado no debe intervenir nunca en ella, pero es evidente que en su papel auspiciador o impulsor juega un papel en el filo de la navaja».

«Desde que empezó el debate de la RSE, siempre se ha comentado el tema del intervencionismo o no del poder público. El Estado no debe intervenir nunca en ella, pero es evidente que en su papel auspiciador o impulsor juega un papel en el filo de la navaja»

Y en el filo de la navaja juega el manual de la empresa responsable cuando se adentra en la educación básica y colinda con Educación para la Ciudadanía. Como expone el profesor español de Georgetown José María Noriega, «el campo de la responsabilidad social corporativa es mucho más amplio que el del buen gobierno, y está expuesto al riesgo de disipación y pérdida de rigor», una pérdida de rigor que los autores del Manual de la empresa responsable y sostenible reconocen que supone adentrarse en el debate ideológico de fondo.

En la trastienda de este debate se encuentra ahora mismo la crisis económica y financiera, que ha elevado el tono de los argumentos. Como expone Moisés Naim al hablar del futuro del capitalismo como consecuencia de la actual crisis, «ahí el peligro está en que de la misma manera en que durante esta última década el mundo se excedió en cuanto a la desregulación y desatención de ciertos instrumentos y mercados financieros, podemos vivir una próxima década en la que el péndulo pase al otro lado y el mundo pase de la ultracomplacencia y descuido regulatorio a la ultraregulación asfixiante». Y Educación para la Ciudadanía aparece entonces en el escenario como un caballo de Troya utilizado por unos y por otros para defender sus postulados.

Una reciente investigación de la Universidad de Navarra sobre los libros de Educación para la Ciudadanía sugiere que, en el fondo, por mucho interés ideológico que esté presente a la hora de intentar inculcar unas determinadas ideas, son las editoriales las artífices últimas del contenido del manual en cuestión, por lo que «los esfuerzos del Gobierno o de otros organismos por influir en los contenidos son más bien inútiles». Ahora bien, dentro de este debate, Concepción Naval, catedrática de Educación del mismo centro, señala que «la educación cívica sin un marco adecuado de educación moral puede desembocar en manipulación. Así se explica la polémica surgida por el miedo que ha despertado en un gran sector de la población española que la EpC se utilice como instrumento de adoctrinamiento al servicio del partido en el poder».

En una línea incluso más beligerante se mostró recientemente el catedrático de Economía Juan Velarde, que en un artículo de opinión publicado en ABC comentó que «los libros de Educación para la Ciudadanía presentan cuestiones económicas que son intolerables». En su columna, que analiza los principales manuales de esa asignatura, critica, por ejemplo, el libro de C. Fernández Liria y L. Alegre Zahonero, Educación para la ciudadanía. Democracia, capitalismo y Estado de derecho (Akal, 2007), donde, al citar a Wallestein, precisa, se comenta que «el capitalismo es el sistema más absurdo que ha conocido la humanidad», porque «vive continuamente bajo la amenaza de la crisis económica». Y acto seguido, prosigue en su explicación Velarde, apunta el libro: «La democracia comenzará un día ahí donde se ponga fin al chantaje con el que el capitalismo educa a la ciudadanía».

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La crítica furibunda del libro contra el capitalismo adquiere actualidad en un momento en que los cimientos del sistema tiemblan y se alzan voces que exigen un back to basics después de los excesos. Y de fondo aparece el mea culpa. «Pero cuando yo me planteo ese mea culpa no estoy pensando en individuos. Yo inscribí un artículo sobre este tema titulado Quién es el culpable de la crisis y ahí ya dije que Greenspan era uno.Pero yo no estoy interesado en nombres y apellidos; estoy interesado en el aparato científico en el cual estamos sustentando la solución a esta grave crisis y que está mostrándose tan débil que permite que haya opiniones tan diferenciadas sobre qué tipo de crisis estamos sufriendo. El problema es que, puestos en esa tesitura, cualquiera puede decir cualquier cosa y todo puede parecer igual de válido, y eso se debe a que no tenemos un sustrato de conocimiento para enjuiciar esas opiniones», reflexiona Moisés Naim.

Más sintomático resulta, incluso, el comentario que Barea vierte sobre el manual de Educación para la Ciudadanía publicado por McGraw Hill, la editorial que a su vez ha editado el Manual de la empresa responsable y sostenible. En dicho libro, señala el catedrático, se puede leer que «la globalización está contribuyendo a reducir los salarios de los trabajadores y empleados de Estados ricos, y, por otra parte, al aumento de las penalidades y la miseria del tercer mundo».

El análisis de los diferentes textos realizado por Barea deja constancia del sesgo de varios de los manuales. En este sentido, la duda asalta cuando se observa detenidamente el manual de McGraw Hill, momento en el que asalta una duda evidente. ¿Adquirirán los contenidos de RSE un sesgo en esa línea en el momento en que sean incluidos como parte de la materia?

En una de sus últimas intervenciones hasta la fecha, Aldo Olcese, durante la presentación de la asignatura de Responsabilidad Social en la Universidad Nebrija, aseguró que el nuevo modelo de gestión empresarial que defiende se ha de fundamentar en la autorregulación y el autogobierno, propio de las actividades empresariales, «que no requieren injerencias políticas para su correcto funcionamiento».»Es fundamental para ello que la sociedad civil económico-financiera asuma el reto de liderar y gobernar con compromiso los retos de esta nueva economía de empresa», dijo. En esta línea, Olcese se presenta como el referente de la línea liberal moderada o, como él mismo afirma, capitalista humanista.

Del otro lado se sitúan organismos y fundaciones como la Fundación Alternativas, presidida por el ex ministro socialista Juan Manuel Eguiagaray, en uno de cuyos últimos informes sobre la opinión pública sobre la responsabilidad social se incidía en que la sociedad civil se mostraba partidaria de una mayor intervención de los organismos públicos en esa materia. Ahora bien, cuando se le pregunta a los responsables de la entidad por la relación entre las asignaturas de responsabilidad social y de Educación para la Ciudadanía, la respuesta es evasiva. «Nosotros no tenemos mucho que decir en ese tema. Vamos, que somos una fundación ambiental formada por empresas, y hablar de temas de éstos no nos pega mucho, más que nada porque no tenemos una postura así u opinión como tal», sentencian.

El perfil ideológico de los diferentes actores en juego deja patente la línea que cada uno desea seguir en torno a la responsabilidad social y su puesta en marcha como asignatura propia. La existencia de una materia propia en las carreras de Económicas y Empresariales deja constancia del avance en materia de sostenibilidad, pero resulta evidente todavía las lagunas y heridas internas que permanecen abiertas cuando la asignatura desciende a la educación primaria.

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Como sugiere Olcese, la sostenibilidad debe formar parte ya de la «epidermis» de los estudiantes que en el futuro se convertirán en directivos, pero aún persisten dudas sobre el enfoque y orientación definitiva que adquirirán esos conocimientos si se introducen en asignaturas como Educación para la Ciudadanía. El simple hecho de que la editorial del libro, McGraw Hill, haya publicado manuales de Primaria que presentan cierta deriva hacia posiciones más progresistas pone en evidencia el perfecto encaje de la responsabilidad social en asignaturas de la educación básica. El problema parece resuelto en la educación universitaria con el Manual de la empresa responsable y sostenible y su asignatura propia, pero en el resto las dudas ensombrecen el panorama. Además, la crisis económicofinanciera actual y el replanteamiento del capitalismo que desde varios ámbitos se preconiza han devuelto al primer plano el sucinto debate de ideas, donde la responsabilidad social pende de un hilo entre posturas enfrentadas. La crisis redefinirá la trayectoria del capitalismo y será en ese escenario donde los contenidos académicos de la responsabilidad social encuentren su sitio definitivo.

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