La Fundación Lealtad pierde el foco

HAZ1 abril 2009

Pese a las voces críticas que, en ocasiones, se han levantado contra la Fundación Lealtad, desde las páginas de CE hemos defendido siempre su labor. Es indudable el rol que la fundación ha tenido para impulsar la transparencia y el buen gobierno en las organizaciones sociales. Ahora bien, una cosa es impulsar la transparencia del sector y otra constituirse en prescriptor de los donantes. El polémico vídeo lanzado a finales del pasado año, en el que aparecían determinados personajes públicos instando a donar a las organizaciones auditadas por Lealtad, fue finalmente retirado ante las protestas de muchas organizaciones, que entendieron que en ese vídeo se discriminaba a las organizaciones que no se habían sometido a la auditoria de Lealtad. La decisión de retirar el vídeo por parte del patronato fue una decisión acertada. Al prescribir al donante el destino de sus donaciones, la fundación traspasó la línea divisoria que debe prevenir posibles conflictos de intereses. El mismo criterio que rige la separación estricta entre la banca de inversión y la comercial debe cumplirse en este supuesto.

La separación de actividades trata de evitar, por ejemplo, que un analista de un banco recomiende un valor bursátil de una empresa a inversores a sabiendas de que es una mala inversión, pero se ve forzado a hacerla porque el mismo banco trabaja para esa empresa colocando sus títulos. El patronato de la Fundación Lealtad debería revisar con calma la formulación de la misión actual de la organización y evaluar en qué medida puede entrar en conflicto las actividades de auditoria y las acciones para prescribir a los donantes.

Impulsar la transparencia del sector es en sí mismo un objetivo muy valioso que no necesita de añadidos ni aditamentos. Las organizaciones no lucrativas deben evitar la tentación de perder el foco –sin duda su pecado más habitual– y expandir sus actividades a otras áreas interesantes pero que les desviarían de su misión y limitarían su impacto. Es muchísimo lo que resta por hacer para impulsar la transparencia y el buen gobierno en el tercer sector sin necesidad de aventurarse en arenas movedizas.

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