Las políticas de RSC deben ayudar a la normalización laboral de las personas discapacitadas

HAZ28 diciembre 2005

Aunque en los últimos años cerca de 40.000 personas con alguna discapacidad han conseguido un empleo plenamente normalizado aún existen empresarios reticentes a la hora de contratar a discapacitados. La causa principal es el desconocimiento de las capacidades reales y potencialidades de estos candidatos y las facilidades existentes para ello.

POR ESTE MOTIVO, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) y su Fundación para la Cooperación e Integración Social de Personas con Discapacidad (Fundación ONCE) trabajan para que personas con diferentes discapacidades desarrollen sus habilidades y cualificaciones profesionales mediante una adecuada y rigurosa formación que permita el acceso, en igualdad de condiciones, a un puesto de trabajo.

NO OBSTANTE, EL ESFUERZO REALIZADO por estas entidades carecería de valor si a ello no se sumase el espíritu de superación de las personas discapacitadas, y si el entorno empresarial no brindase la oportunidad de conocer y demostrar su capacidad profesional a este colectivo desde el prisma de la normalidad.

LAS POLÍTICAS CADA VEZ MÁS HABITUALES en las empresas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) pueden constituirse en un nexo de encuentro que ayuden a los empresarios a «normalizar» la entrada en sus plantillas de personas con discapacidad y permita a la ONCE apoyar a estas empresas y, sobre todo, a estos trabajadores.

UNA DE LAS MODALIDADES más utilizadas para que un empresario pueda verificar el valor añadido para su empresa de una persona ciega son las prácticas profesionales que impulsa la ONCE. La compañía podrá contar con una persona durante cinco horas diarias sin coste alguno, dado que se realiza un convenio mediante el que se selecciona el candidato más idóneo, becas para el alumno, seguro de accidente y responsabilidad civil y adaptación técnica, física y tecnológica del puesto en prácticas.

ADEMÁS, LA LABOR DE RESPONSABILIDAD SOCIAL tanto de al ONCE como de las empresas no acaba ahí: se suscriben convenios de seguimiento del empleo, se mantiene un contacto permanente con estas empresas y se analizan sus necesidades de Recursos Humanos para facilitarles trabajadores con discapacidad que se ajusten a cada perfil profesional requerido.

EN ESTOS SERVICIOS se incluyen los de rehabilitación, enseñanza de acceso a la información, autonomía personal (pautas para cocinar, maquillaje, desplazamiento…), apoyo psicosocial, formación, gestión de empleo y adaptación del puesto de trabajo.

LA ONCE Y SU FUNDACIÓN desarrollan un plan institucional en busca de soluciones a los problemas del colectivo de discapacitados para evitar así el riesgo de exclusión en la sociedad en general y en el entorno laboral en particular. La ONCE presta los servicios a sus afiliados, personas ciegas y deficientes visuales, y la Fundación ONCE, por su parte, lo hace a personas con cualquier tipo de discapacidad.

EN ESTE SENTIDO, TODO EL APOYO que se presta responde a una premisa esencial: por un lado, ayudar a insertarse laboralmente a aquellas personas con discapacidad que ya cuentan con una cualificación profesional adecuada para desarrollar eficientemente las funciones inherentes a un puesto de trabajo (en respuesta a las ofertas de empleo que trasladan las empresas).

POR OTRO LADO, FORMAR A LAS PERSONAS con discapacidad que lo necesitan, en función de sus capacidades y potencialidades reales, para su completa normalización laboral. Mediante una formación especializada y cualificada –impartida por los mejores profesionales y entidades de cada sector- cualquier persona discapacitada puede ser un buen profesional en la actividad para la que esté preparado.

LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD están preparadas para trabajar. La ONCE y su Fundación impulsan y ayudan para su entrada en el mercado laboral. Muchas empresas ya apuestan por ellos y sólo falta que el resto se animen. La Responsabilidad Social Corporativa puede y debe convertirse en un punto de enganche para impulsar estas políticas de contratación.

Por Yolanda Martín Martín