Invertir en microfinanzas

HAZ24 marzo 2006

En los últimos veinte años, el sector microfinanciero se ha establecido como un segmento dinámico y de rápido crecimiento. El número de Instituciones Microfinancieras (IMFs) especializadas está creciendo cada año. En sus inicios, muchas IMFs operaban con figura de ONG y financiaron su actividad y crecimiento con donaciones de la cooperación internacional.

Pero el paso a la especialización y la regulación, unido a la enorme demanda de estos servicios, les ha llevado a buscar financiación con recursos comerciales. Existen ya muchos casos de bancos comerciales que han nacido única y exclusivamente para prestar estos servicios.

En los últimos años, donantes bilaterales y multilaterales, tales como el Banco Mundial, La Agencia Española de Cooperación Internacional o el Banco Europeo de Desarrollo, han destinado entre 500 y 1000 millones de dólares al año en subvenciones y préstamos blandos para microfi- nanzas. Pero las aportaciones realizadas como donaciones y filantropía no son suficientes.

Pese a estas ayudas, se estima que de los 500 millones de microempresarios que hay en el mundo, únicamente unos 30 millones tienen acceso a servicios microfinancieros. Así pues, el mercado de capitales sería la única respuesta sostenible para seguir financiando las fuertes tasas de crecimiento registradas en las carteras de las IMFs (ritmos entre el 15 y el 30% anuales en los últimos años).

Surgen así los fondos de inversión especializados en microfinanzas. Adoptan diversas formas jurídicas y estructuras, pero buscan siempre un objetivo común: canalizar una cantidad creciente de fondos hacia microempresarios a través de IMFs establecidas en países en vías de desarrollo.

Sus estructuras más comunes serían los fondos de deuda, los fondos de capital privado («private equities») y los fondos de garantía, que sirven de apalancamiento para obtener préstamos en los mercados locales.

El primer fondo de inversión en microfinanzas, Profund, se lanzó en 1995. Se trata de un fondo que realiza inversiones en capital y que está actualmente siendo liquidado, ya que su duración era de 10 años. Su retorno ha sido de un 6,65% anual.

El primer fondo de inversión en microfinanzas puramente privado y de espíritu comercial es el Dexia Micro-Credit Fund, un fondo de deuda establecido en 1998 por Dexia en Luxemburgo. La rentabilidad acumulada de este fondo, en USD, desde 1998 a día de hoy, ha sido superior al 38%.

Para el inversor privado, este tipo de fondos ofrece un atractivo especial. Las microfinanzas no son caridad, aunque pudieran haber empezado su andadura gracias a la filantropía. Una inversión en un fondo de este tipo permite alcanzar un doble objetivo: financiero y social. Por un lado, se trata de fondos que ofrecen rentabilidades muy en línea con la remuneración del mercado de bonos soberanos (en torno al 4%), pero con un riesgo mayor.

Sin embargo, consiguen un segundo objetivo, que es el dotar a las personas de escasos recursos de las herramientas necesarias para que caminen fuera de la pobreza por sus propios medios.

A día de hoy, no se comercializa en España ningún fondo que invierta directamente en microfinanzas, si bien el mercado ha comenzado ya a avanzar en esta dirección.

Por Sol Anitua