¿Medir o aprender?
La evaluación de los programas y acciones sociales ha experimentando un cambio de paradigma en los últimos diez años. Tradicionalmente se ha puesto el énfasis en los resultados medibles que pueden atribuirse a la intervención de las organizaciones; este enfoque actualmente está muy cuestionado.
La mayoría de los expertos y profesionales entiende la evaluación más como un proceso interno de aprendizaje incorporado a las operaciones de la institución, que cómo un ejercicio para identificar una o varias cifras numéricas que expresen los resultados de la organización (aunque esta actividad haya que realizarla). Los procesos de evaluación comprenden las siguientes fases o actividades:
1. Planificación
Definir los resultados (outcomes) y establecer líneas de base.
Extraer lecciones de la concesión de ayudas.
Sintetizar la investigación.
Investigar posibles beneficiarios y contrapartes.
Evaluar las actitudes de la población atendida y la demanda de nuevos servicios.
2. Mejorar la implementación
Reunir o coordinar las acciones con los beneficiarios.
Proporcionar consejo y asistencia técnica.
Identificar nuevas necesidades u oportunidades.
Monitorear los cambios sobre el terreno.
Compartir información para influir en terceros.
Mejorar los procesos internos de la fundación.
3. Monitorear el progreso
Analizar la información pública disponible.
Elaborar datos personalizados.
Gestionar los informes y retroalimentarse mediante visitas sobre el terreno, entrevistas o focus roup.
Elaborar información agregada sobre los beneficiarios.
Fuente: From insight to action: new directions in Foundation Evaluation; Mark Kramer; FSG Social Impact Advisors, 2007.