Iberoamérica, una gran potencia social

El pasado, presente y futuro de las fundaciones empresariales tomaban las salas del madrileño Auditorio Rafael del Pino los pasados días 18 y 19 de octubre. La Fundación Revista Haz convocaba el I Foro Iberoamericano de Fundaciones Empresariales en medio de una crisis financiera que poco o nada promueve el emprendimiento y bastante o mucho frena la filantropía y las acciones de responsabilidad social corporativa. Lo cierto es que durante las dos jornadas se pudo comprobar que tiempos de crisis son tiempos de innovación.

El foro, que abría el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y clausurara Elena Madrazo, directora de la Aecid, ha contado con el patrocinio de la Agencia Española de Cooperación Internacional de Desarrollo (Aecid), la Corporación Andina de Fomento (CAF) e importantes fundaciones empresariales como la Fundación Telefónica, la Fundación Repsol, la Fundación PwC, la Fundación Adecco, la Fundación Endesa y la Fundación Rafael del Pino.

Son múltiples y de diversa índole los problemas que se interponen en el camino de las fundaciones empresariales en el día a día de su funcionamiento. Ponerlos sobre la mesa y buscar soluciones conjuntas es el objetivo que ha perseguido la celebración del I Foro Iberoamericano de Fundaciones Empresariales, convocado por la Fundación Revista Haz. El primero de una serie de encuentros bianuales que tendrán lugar en otras ciudades latinoamericanas y españolas.

La necesidad de incrementar la transparencia y la rendición de cuentas; la falta o insuficiencia de las herramientas actuales para la medición de resultados; la reducción de los impactos medioambientales, la urgencia de desarrollar alianzas para aumentar el impacto de las actividades o la conveniencia de impulsar el gobierno corporativo, fueron algunos de los temas que protagonizaron el foro. Más de 120 directivos de las fundaciones empresariales más representativas de España y Latinoamérica y expertos en responsabilidad social corporativa pusieron en común sus prácticas de innovación social.

El encuentro no fue fortuito. La razón de este foro tiene una sólida base que va más allá de poseer dos lenguas en común: castellano y portugués. Las cifras de población de Iberoamérica superan las de la Unión Europea con cerca de 600 millones de personas, de los cuales 54 millones de habitantes pertenecen a la Península Ibérica.

Los países iberoamericanos representan cerca del 10% del PIB mundial y una fuerza de trabajo del 9% mundial, según datos desprendidos del informe Espacios Iberoamericanos. Comercio e inversión, elaborado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Además, Iberoamérica posee el 9% de las reservas mundiales de petróleo y casi el 4% de las de gas natural.

Estos datos ofrecen una contextualización de la importante relación que se establece entre las dos potencias, Latinoamérica y España. Esta unión multiplica las oportunidades de progreso y trabajar por separado, en cambio, multiplica los esfuerzos requeridos para la consecución de los mismos objetivos. En este sentido se dirigió este I Foro Iberoamericano de Fundaciones Empresariales, celebrado bajo el lema: «Crecer juntos compartiendo el conocimiento».

La sociedad de la información, que llegó de la mano de una espectacular explosión tecnológica que permitía su rápida difusión, debe convertirse en una sociedad del conocimiento. Una sociedad que tenga la capacidad de hacer una selección crítica de la vorágine de información que alcanza su ser. Un concepto que no cabe ningunear si se tiene en cuenta que fue acuñado por primera vez en 1969 por el teórico del management por excelencia, Peter Drucker. Haciéndose eco de las declaraciones del ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, recordó durante la inauguración del acto que «cuando hace unos años nos emborrachamos de información creíamos que iba a garantizar la igualdad de oportunidades de todas las sociedades, grupos e individuos, pero la información de poco sirve si no la transformamos en conocimiento».

Precisamente esta necesidad de compartir el conocimiento respecto a temas relacionados con la innovación social fue uno de los principales objetivos que se marcaba la Fundación Revista Haz cuando hace seis meses comenzó la organización de este encuentro.

«Pese a la crisis económica, nos ha resultado muy fácil obtener el apoyo y los recursos para poner en marcha esta iniciativa; las contestaciones que recibimos desde el principio fueron muy positivas, hasta entusiastas, me atrevería a decir», confesaba Javier Martín Cavanna, presidente de la Fundación Revista Haz. «Todo esto no hace sino confirmar que las crisis son periodos extraordinariamente fecundos para la innovación social. La mayoría de las grandes innovaciones sociales han surgido casi siempre en época de crisis o en contextos muy difíciles. Son encrucijadas en las que se nos plantea escoger el camino adecuado: en este caso, el sendero correcto no es ayudar menos sino ayudar mejor», añadió Martín Cavanna en la presentación del acto.

La Gran Depresión en los Estados Unidos resultó ser una de las épocas más fructíferas en la historia de la innovación social. La crisis económica de 1929 vio nacer un conjunto de propuestas e iniciativas que surgían como contrapeso a ese declive económico, político y social. Algunas de esas iniciativas terminaron convirtiéndose en realidades tan importantes como la Seguridad Social, la Security Exchange Commision (SEC) o el Fondo Asegurador de Depósitos y muchas de las organizaciones sin ánimo de lucro que conocemos hoy en día vieron la luz durante el Crack.

LA RESPONSABILIDAD DEL PROGRESO

En este proceso de restructuración de la realidad, el papel que debe ostentar la administración pública se sometió a debate en alguna de las mesas redondas y conferencias generales que tuvieron lugar en el I Foro Iberoamericano de Fundaciones Empresariales. En opinión de Ruiz Gallardón, «la pobreza debe empezar a erradicarse desde las administraciones, aunque bastante harían con no obstaculizarlo, pero tiene que ser la iniciativa privada y la población civil la que tome el liderato en esta materia, y que mediante el intercambio de experiencias produzcan cambios». No dudó en adjudicar a las fundaciones reunidas en el foro la responsabilidad de trabajar conjuntamente para la disminución y erradicación de la pobreza, otorgando un poder extraordinario a las acciones que se llevan a cabo desde las distintas organizaciones.

A la imprescindible acción social de las ONG añadió la importancia de generar un nuevo modelo productivo que tenga como prioridades el fortalecimiento del sistema educativo, el respeto al medio ambiente y la cohesión social. Un modelo que esté preparado para recibir a unas generaciones de trabajadores sobrecualificados, en muchas ocasiones gracias a los programas de ayudas y escolarización que llevan a cabo multitud de organizaciones no lucrativas.

Las ONG reunidas en el foro, todas ellas de carácter empresarial, mostraron los cimientos y planos de sus distintos proyectos sin copyright, porque «no hay patentes ni derechos adquiridos cuando se trata de ayudar a los demás», pronunciaba Martín Cavanna. Esta fusión es cada día más factible gracias a la capacidad de la red para reducir distancias, proponer iniciativas y movilizar recursos tanto económicos como humanos para llevarlas a su fin.

En el ámbito empresarial funcionan con éxito ciertas experiencias de trabajo en red: Local Motors es una empresa virtual que fabrica automóviles encargando sus piezas y ensamblaje a una red de 4.500 diseñadores y docenas de pequeños fabricantes de diferentes partes del mundo que trabajan por separado en un mismo objetivo. También en el sector público se ha empezado a cooperar con excepcionales resultados: 50.000 personas forman parte de una tropa de voluntarios que identifican y recogen los vertederos de basura incontrolados en las principales ciudades de Estonia, propuesta impulsada por su Gobierno.

«Para acabar con la brecha norte y sur hay que mejorar las relaciones entre este y oeste», ha asegurado el alcalde de Madrid. Porque convertir en un proyecto común lo que Europa ha construido y lo que Latinoamérica tiene la posibilidad de conseguir es crear un horizonte infinito de posibilidades.

Bajo esta idea se reunieron representantes de fundaciones empresariales de México, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, Brasil, Perú y España en el I Foro Iberoamericano de Fundaciones Empresariales.

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