¿Cómo han cambiado los informes de sostenibilidad? De la retórica a los resultados
Aunque los conceptos de sostenibilidad y responsabilidad corporativa surgieron en el ámbito empresarial a mediados de los años 80, su uso generalizado se extendió a comienzos del tercer milenio. En el año 2000 el Global Reporting Initiative (GRI), red mundial de empresas, ONG, organizaciones de trabajadores y de derechos humanos, comunidad de inversores, centros académicos y otros campos, publicó su primera guía para la elaboración de memorias de sostenibilidad.
A partir de este momento las grandes empresas empezaron a desarrollar memorias de sostenibilidad o de responsabilidad corporativa en las que pretendían trasladar a sus grupos de interés su estrategia y desempeño en los ámbitos relacionados con la sostenibilidad. Temas como la gestión ambiental, la gestión de personas o las acciones a favor de la comunidad, empezaron a llenar las páginas de las memorias.
Los primeros años, las empresas identificaron la memoria de sostenibilidad con la descripción de las acciones sociales que realizaba la empresa en la comunidad o con las medidas para mitigar su impacto medioambiental.
Con el paso de los años, la memoria fue incorporando e integrando otras áreas de la empresa en el reporte. Así, por ejemplo, los responsables de compras incorporaron la homologación de proveedores según parámetros sociales y ambientales; el área de recursos humanos, la gestión de la diversidad, o la dirección financiera, el desarrollo y relación con fondos de inversión sostenibles.
Materialidad, transparencia y diálogo con los grupos de interés
Pero el cambio más importante se ha producido en los últimos años. Una vez extendido a toda la organización el “modelo de gestión sostenible”, el siguiente paso ha sido identificar los impactos económicos, sociales y ambientales que generan las organizaciones en el entorno en que operan y rendir cuentas de las acciones que la compañía está tomando para minimizarlos.
Estos impactos pueden separarse en dos grupos: los genéricos a cualquier tipo de empresa y los relacionados con la actividad específica de la compañía -producir energía, construir infraestructuras, fabricar textiles, etc.-.
A este proceso de análisis de aspectos relevantes se le llama análisis de materialidad. Los aspectos genéricos a todas las empresas son sencillos de determinar y es, en general, donde han focalizado las memorias de sostenibilidad.
El desglose de información sobre gestión de personas, gestión de aspectos ambientales, como consumos de papel, incluso el cálculo de emisiones de CO2, suele ser exhaustivo en casi todas las memorias.
La asignatura pendiente consiste en identificar los riesgos y las demandas específicas de cada empresa en particular. Esa identificación sólo puede realizarse si se mantiene un diálogo vivo y sincero con los diferentes grupos de interés de la empresa.
En esta línea, el GRI ha publicado a lo largo de los años diferentes suplementos sectoriales para ayudar a las compañías a identificar estos aspectos materiales dependiendo de su sector de actividad. Además, la última versión de la guía, publicada en 2013, y bautizada como G4, hace hincapié en este aspecto.
Este nuevo enfoque en la materialidad implica que las memorias de sostenibilidad se centrarán en asuntos verdaderamente críticos para que las organizaciones cumplan sus objetivos y administren su impacto en la sociedad.
Un buen ejemplo, en este sentido, lo constituye la empresa Apple que en el año 2013 publicó, como respuesta a las críticas por las condiciones laborales de sus proveedores en Asia, un informe específico sobre la gestión de su cadena de proveedores (Apple Supplier Responsibility 2013) en el que muestra los resultados de la auditoría realizada a 339 proveedores que emplean a aproximadamente un millón y medio de trabajadores y en el que, respondiendo a su compromiso de ser transparente, informa de varios casos de empleo de mano de obra infantil en once factorías.
Informar del pasado y, sobre todo, del futuro
Otra de las novedades más importantes es la creciente exigencia de que las compañías presenten su modelo de creación de valor: deben explicar cuál es su proceso de creación de valor a corto, medio y largo plazo.
El largo plazo pasa a ser un componente fundamental de las memorias. Para entender la compañía y tomar decisiones sobre ella, no vale con conocer su desempeño en el pasado (las memorias cuentan la historia de la compañía de un año cerrado), sino que deben explicar cómo la compañía afronta los retos del futuro y qué objetivos pretende conseguir.
En esta línea, en 2012 nació una nueva institución: el Consejo Internacional de Informes Integrados (IIRC), que es una coalición global de reguladores, inversores, empresas, reguladores de estándares, profesionales de la contabilidad y organizaciones no gubernamentales.
Esta coalición comparte la opinión de que los informes corporativos deben evolucionar para convertirse en una comunicación concisa sobre el modo en que la estrategia de una organización, así como su gobierno, desempeño y perspectivas, en el contexto de su entorno, conducen a la creación de valor en el corto, medio y largo plazo.
Esta iniciativa del informe integrado se está desplegando en países de todo el mundo, que están formando grupos de empresas piloto que de manera voluntaria deciden avanzar en estos modelos de reporte.
En España se ha creado un grupo piloto de compañías que han decidido impulsar los criterios del IIRC. Las empresas BBVA, Enagás, Inditex, Indra, Meliá, Repsol y Telefónica se han unido para, junto con Asociación Española de Contabilidad (AECA), avanzar en el modelo de informe integrado de manera conjunta.
Tres son, por tanto, las principales tendencias de los informes de sostenibilidad para los próximos años: materialidad, integralidad y largo plazo.
Ahora bien, ninguna de esas notas será efectiva si las empresas no desarrollan internamente una cultura a favor de la innovación que les permita responder a las demandas cambiantes del entorno y ser capaces de descubrir nuevos caminos para seguir creando valor social y económico.
Begoña Morales, responsable de sostenibilidad en Indra
@Compromiso_Empr
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