COP20: Hora de implicarse para frenar el cambio climático

La capital peruana, Lima, clausuró el pasado 12 de diciembre la XX Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20). Un mes antes de su comienzo el ministro de Medio Ambiente de Perú, Manuel Pulgar, prometía que su país haría el "máximo esfuerzo" para conseguir "avances importantes" en este encuentro “dentro y fuera del proceso negociador”.

Pero, ¿cuál ha sido el balance final de este macro-encuentro? Muchas voces coinciden en que las decisiones “fundamentales” siguen posponiéndose y que, de nuevo, el borrador o documento base firmado en el encuentro -que permitirá suscribir este año durante la COP21 de París un nuevo acuerdo para luchar contra el cambio climático que sustituya al Protocolo de Kioto en 2020- es “muy débil” y sigue siendo “no vinculante”.

Otras valoraciones son más optimistas y aplauden que las bases “ya están creadas” y el Fondo Verde del Clima -para el que se han comprometido 10.000 millones de dólares en esta cumbre, con vista a que sean 100.000 millones en 2020- es una buena prueba de ello.

Con cerca de 10.300 representantes de 195 Estados, empresas, lobbys, ONG y expertos presentes -más de 15.000 participantes, según cifras del Gobierno peruano- y 12 días de agotadoras jornadas para negociar cada punto y cada coma de un borrador que permita suscribir este año -durante la COP21 de París- un nuevo acuerdo para luchar contra el cambio climático que sustituya al Protocolo de Kioto en 2020, la XX Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20) en Lima ha sido calificada por el presidente peruano, Ollanta Humala, como “la oportunidad de forjar la alianza más grande de la historia que una al mundo contra un enemigo común que es el cambio climático”.

En palabras de Christiana Figueres, la secretaria ejecutiva de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático días antes del comienzo, éste sería un encuentro que podría “hacer historia” si por fin se consiguiera concretar “un documento base conciso y bien estructurado que pueda llevarse a París en la COP21 que se celebrará el próximo mes de diciembre”. Pero ¿han estado las expectativas a la altura de los resultados?

Lo cierto es que, con más de 40.000 policías movilizados y un espacio de 90.000 metros cuadrados construido expresamente para la ocasión -en menos de dos meses y con un coste de 54 millones de dólares- el encuentro se clausuró, como es habitual en estas grandes cumbres, con disparidad de valoraciones.

Lo que sí es cierto es que en Lima se ha aprobado un documento que implica, por primera vez en la historia de las negociaciones climáticas, que todos los países deben presentar “acciones para combatir el calentamiento, de forma que sea posible encauzar un futuro acuerdo en París (COP 21)”, aunque deja “muchos frentes abiertos”, según la mayoría de las voces.

Para algunos países emergentes claves en esta lucha contra el cambio climático, como China, el acuerdo alcanzado en Perú es “un progreso positivo”, ya que “se han colocado las piezas del pacto final que debería salir de la reunión en la capital francesa este 2015”, según explicó el portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Qin Gang.

A su juicio, el resultado de Lima ha sido “relativamente equilibrado”, ya que “atiende básicamente las necesidades de los países en desarrollo”, pero reconoció que quedan pendientes “retos más fuertes” según avancen, a lo largo de este año, las negociaciones previas de cara a la reunión de París.

La realidad es que China llegó a Lima con un acuerdo cerrado hace algo más de un mes entre su presidente, Xi Jinping, y el estadounidense, Barack Obama, por el que Pekín se comprometió a que sus niveles de emisiones de efecto invernadero alcancen “su nivel máximo” en 2030, para comenzar a reducirse a partir de entonces.

Por su parte países líderes como Alemania, pese a ser optimistas, reconocen que quedan por resolver “puntos imprescindibles”. Su ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, consideró que en Lima se han sentado unos “buenos cimientos” para el acuerdo que deberá aprobarse este año en París, y que por tanto Lima es “un buen punto de partida”. Sin embargo, lamentó que “aún no haya consenso para dar naturaleza vinculante al acuerdo ni tampoco en la financiación de acciones para enfrentarse de manera real al cambio climático”.

Y es que, esta Cumbre, de nuevo, deja sin resolver dos de las claves principales en las que coinciden expertos y organizaciones ecologistas: la vinculación legal de los acuerdos y compromisos financieros firmes que sirvan para afrontar la mitigación y adaptación al cambio climático: los obstáculos más importantes a superar antes de llegar a París a finales de este 2015.

Documento “débil” y falta de compromiso

En declaraciones a Revista Haz, la responsable de la Campaña de Cambio Climático de Greenpeace España, Tatiana Nuño, calificó la cita de Lima como “importante” porque de ella ha salido el borrador previo al documento que sustituirá a Kioto antes de 2020, y por ello “es tan imprescindible que sea ambicioso”. “Tenemos cinco años por delante, pero aún hay que trabajar mucho, también este año, antes del encuentro de París, donde debemos llegar con los deberes hechos”, aseguró Nuño.

En Lima también se ha debatido sobre cómo los países deben presentar sus compromisos y actuaciones de reducción de emisiones en este primer trimestre, para ponerlos en marcha a partir de 2020.

Pero en opinión de Nuño el borrador que ha salido de Lima es “muy débil” y pospone las decisiones más serias e importantes “para el futuro, como se viene haciendo desde hace años en este tipo de negociaciones internacionales”.

En este sentido, el texto “se queda tan sólo en el hecho de que los países presenten sus compromisos en este trimestre, pero es muy débil en cuanto a la normativa y la vinculación efectiva de cada país, sin regulación ninguna en cuanto a cómo presentarlo”. En resumen, se deja que cada país presente “lo que pueda o lo que quiera”, pero el verdadero reto “no pasa por la voluntariedad o las buenas intenciones, si no por que haya una obligatoriedad que haga avanzar la lucha climática”, recalca la responsable de Greenpeace.

En cuanto al tema financiero, Nuño se refirió al Fondo Verde para el Clima (GFC) para el que se ha alcanzado en Lima la meta inicial de 10.000 millones de dólares con el objetivo de financiar a países en desarrollo para afrontar el cambio climático. La meta es que en 2020 esa cifra alcance los 100.000 millones de dólares anuales. “Pero lo cierto es que en este sentido tampoco se ha avanzado, porque esta es una cifra sólo comprometida, no real, por el momento”, señala Nuño a Revista Haz.

Igual ocurre con la hoja de ruta para dar sentido a ese Fondo Verde y hacer realidad los compromisos de los países. “De nuevo seguimos aplazando las actuaciones firmes que marquen claramente los pasos a seguir para alcanzar objetivos reales”, asevera la portavoz de Greenpeace”.

No perder el foco

En relación a los obstáculos o trabas que observa Tatiana Nuño -que acudió personalmente a esta Cumbre- los principales pasan por la gran diversidad de intereses y objetivos de cada uno de los países que acude a estos encuentros -casi 200 en Lima-.

“Es muy difícil llegar a un texto común cuando cada estado tiene diferentes recursos, metas, intereses y ritmos”, explica, lo que a veces da lugar a que se tenga la sensación de que “se está perdiendo el auténtico foco sobre lo que estamos hablando”.

“Hablamos de cambio climático: tenemos sobre la mesa informes de expertos y científicos a nivel mundial que dicen que los efectos del cambio climático se están sufriendo ya; lo caro que sale, lo vulnerables que son los países; que estamos en un punto de no retorno; los científicos están en estas COPs y el mensaje llega”, recalca. Entonces, ¿qué está pasando?”, plantea esta experta, que añade además otro obstáculo importante: el fuerte lobby y la influencia de sectores como el petrolero, el carbón o el gas que siempre está presente en estas negociaciones.

En su opinión, “en París tenemos una oportunidad única para que salga de allí un tratado vinculante, ambicioso y que comprometa a los países a actuar de manera real, a invertir. Es la hora de la verdad”.

Nuño, sin embargo, es optimista en cuanto al futuro. En Lima el interés mediático a nivel internacional “ha sido muy importante”, así como las concentraciones, marchas y manifestaciones en todo el mundo a nivel social y científico durante los días en los que se celebró el encuentro en Lima.

“Durante estos días se ha hablado mucho del tema y ese es un paso fundamental para aumentar la demanda social que pide un sistema energético accesible y 100% renovable para alcanzar las emisiones cero”, se felicita Nuño, que añade que, por primera vez, el borrador del documento de Lima incluye el compromiso de alcanzar emisiones cero en 2050 como fecha objetivo. “Esto nos da un punto de partida muy importante para trabajar y es un paso fundamental para que posteriormente este objetivo esté presente en el documento definitivo”, añade Nuño.

Greenpeace realizó una proyección con mensaje reivindicativo en Machu Picchu durante la COP20.
Greenpeace realizó una proyección con mensaje reivindicativo en Machu Picchu durante la COP20.

Optimismo, pese a que el tiempo se agota

En el mismo sentido, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, comparte esta visión optimista y ante la Cumbre de Lima se refirió  a que, a su juicio, los países “ya están listos para participar en un diálogo serio”, porque el «tiempo se agota» y la factura a pagar «será más cara». “Creo que estamos sobre una buena base”, añadió en uno de los recesos de las reuniones en Perú.

Sí reconoció sin embargo que entre los países “persisten diferencias sobre temas importantes”, pero confió en que en la COP21 de París de este año “se concretarán con más claridad las contribuciones de cada país para frenar el calentamiento global”.

En la misma línea, Ban Ki-moon valoró muy positivamente los anuncios de la Unión Europea (UE), China y Estados Unidos de reducir sus emisiones.

La UE se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 40% para 2030, y por su parte China y EEUU -los dos mayores contaminantes del planeta-, también han anunciado compromisos en este sentido: China alcanzará el tope de sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, momento en el que esperan que un 20% de la energía consumida en el país proceda de fuentes renovables, mientras que Estados Unidos anunció su intención de reducir sus emisiones para 2025 entre un 26 y un 28% con respecto a los niveles de 2005.

Una de las claves fundamentales, es, según señaló el secretario general, “proporcionar apoyo financiero y tecnológico para ayudar a los países en desarrollo en sus esfuerzos para mitigar y adaptarse al cambio climático”.

El Gobierno español comparte este optimismo y, tras regresar de Lima, la ministra Isabel García Tejerina mostró su satisfacción por el acuerdo aprobado por consenso. “Para llegar al texto final ha sido necesario mucho esfuerzo de todas las partes, por lo que el acuerdo es la clara evidencia de la voluntad de todos los países para frenar el cambio climático y confirma que se puede lograr un acuerdo global en la cita decisiva de París este año”, dijo.

El Llamamiento de Lima a la Acción Climática -como se ha llamado al borrador aprobado-“permite continuar el camino hacia la Cumbre de París y establece las bases para garantizar la transparencia de los compromisos de reducción de emisiones, que deberán presentarse en el primer trimestre de este año”, añadió Tejerina.

García Tejerina estuvo acompañada en la Cumbre por el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, y por la directora general de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC), Susana Magro, junto a varios técnicos de esta Oficina.

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