¿Protege la FIFA a los menores con su normativa de traspasos? Luces y Sombras
Fútbol Club Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid. Los tres equipos más grandes de LaLiga Santander han sido sancionados por la FIFA por incumplir la norma número 19 del reglamento de traspasos y jugadores menores de edad.
Se acaba de conocer hoy que también la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) tendrá su castigo: Una multa de 200.000 euros y “un periodo de seis meses para que modifique su marco regulatorio y el sistema de transferencia de menores vigente en la actualidad en el país”, como indica el máximo organismo del fútbol mundial en su sentencia.
Todo en relación a la legislación que la FIFA aprobó en diciembre de 2014, donde deja claro que “las transferencias internacionales de jugadores se permiten solo cuando el jugador alcanza la edad de 18 años”, aunque hay tres excepciones que sí aceptan dicha transferencia.
La primera sentencia que si los padres del jugador cambian su domicilio al país donde el nuevo club tiene su sede por razones no relacionadas con el fútbol, el menor de edad sí podrá jugar en ese equipo.
La segunda se enmarca dentro de la legislación del territorio de la Unión Europea (UE) o del Espacio Económico Europeo (EEE). Ésta dicta que el jugador debe tener entre 16 y 18 años, además de que su nuevo club está obligado a proporcionar una formación escolar o capacitación futbolística adecuada que le permita iniciar una carrera que no sea futbolística en caso de que cese en su actividad de jugador profesional.
La última excepción de la regla número 19 de la FIFA señala que un menor puede ser fichado por un club de un país vecino siempre que se encuentre a no más de 50 kilómetros de la frontera y cuyo hogar del jugador se halle, como límite, a esa misma distancia.
En definitiva, la distancia máxima entre el domicilio del jugador y el del club será de 100 km. En tal caso, el menor deberá seguir viviendo en su hogar y las dos asociaciones en cuestión deberán otorgar su consentimiento.
“La finalidad de este nuevo artículo es garantizar que los clubes cumplen con sus obligaciones contractuales”, resume la FIFA sobre esta legislación para evitar la trata de menores en el fútbol.
El sueño frustrado de Diakité
Niños captados en continentes como África o Sudamérica a los que se les promete un futuro en el fútbol y luego acaban abandonados en la calle. Alassane Diakité fue uno de esos menores. Jugaba en los campos de tierra de Bamako (Malí), sin botas de fútbol y con un balón de trapo hecho entre todos los chicos del barrio.
Por allí apareció un día el representante de una agencia de jugadores para ofrecerle lo que buscaba: ser futbolista profesional en Europa. Poco importó que el presidente del equipo local donde jugaba le advirtiera de que era muy pequeño -solo 15 años- para dejar su casa y su familia.
Diakité quería ser como Drogba u Obi Mikel, futbolistas africanos que en ese momento triunfaban en la Premier League. También su familia apostó por ese sueño. Un aspecto muy común en los países menos desarrollados, donde tener un hijo futbolista es una muy buena opción para salir de la pobreza.
Entre todos consiguieron reunir 3.000 euros, “una cantidad que puede que en España no sea muy grande, pero en Malí (un país con un salario medio de 47 euros) es un esfuerzo enorme”, señala Diakité a Revista Haz.
Tras pagar esa cantidad, el sueño se había puesto en marcha, aunque pronto se daría cuenta de que nada de lo prometido se iba a cumplir. Aterrizó en París y días después pasó una prueba con el FC París, filial del PSG.
No había noticias de pruebas en los mejores equipos de Francia, como le habían prometido en África, solo en equipos de barrio y sin ninguna respuesta por parte de los agentes.
Un día el hijo de uno de ellos le desveló que su padre “no le iba a encontrar nada. Búscate otra alternativa”. Palabras que le terminaron de convencer de que había sido engañado.
A pesar de todo viajó a Portugal con otro representante como “paquete”. “Iban a ir dos futbolistas a probar allí y me añadieron a mí”, relata Diakité, tratado como pura mercancía. Ya no hubo más oportunidades falsas y Diakité decidió viajar a Madrid a casa de su primo. “¿Por qué no regresé a casa? No podía, me avergonzaba de mí. Mi familia había hecho un esfuerzo económico enorme y no podía volver con las manos vacías”, señala.
Durmió en la calle, lleno de deudas con la gente que le había dejado dinero. No había futuro para un chico africano de apenas 18 años y abandonado a su suerte. Hasta que encontró al presidente del Club Deportivo Canillas, equipo donde juega y entrena a niños, “ellos son el futuro del fútbol”, explica.
20.000 niños
Al final Diakité encontró la suerte, pero no sucede lo mismo con los 20.000 niños que viajaron a Europa en busca del mismo sueño de ser futbolista profesional y ahora malviven en sus calles. Ronny Van der Meij, un abogado especialista en derecho deportivo, calculó esa cifra en 2012.
Un desastre humanitario denunciado en el Parlamento Europeo por el representante de la ONG Culture FootSolidaire y exfutbolista camerunés Jean-Claude Mbvoumin. También es el argumento de la película Diamantes negros, dirigida por Miguel Alcantud, en la que participa Diakité.
Es la parte más oscura del fútbol a la que la FIFA está tratando de poner fin mediante una ley “con unos principios generales que todo el mundo comparte”, señala a Revista Haz Alberto Palomar, abogado en Derecho Deportivo, pero cuya aplicación “es discutible”, apostilla.
“Por ejemplo, en el expediente sancionador de la FIFA figuran los hijos de Zidane. Él vino a Madrid a jugar al fútbol y sus hijos han residido en España desde entonces. No tiene mucho sentido”, explica a esta revista Ramón Fuentes, periodista deportivo y colaborador de Iusport, web especializada en Derecho Deportivo.
La norma de la FIFA “intenta evitar convertir al futbolista en una mercancía; aprovecharse de estos niños, traérselos y que luego puedan quedarse en una situación de desamparo en el momento que no respondan a los intereses del club. Lo que sorprende es que vengan a una competición como la española, donde este tipo de aspectos se cuidan mucho”, explica Fuentes.
“El caso del FC Barcelona sí parecía más evidente, pero en el del Real Madrid y Atlético no está claro el motivo de la sanción. De hecho, en el caso del Atlético no se han dado los nombres por los que se sanciona al club”, añade Fuentes. Solo se sabe que la sanción a ambos clubes llega por los fichajes realizados entre los años 2005 y 2014.
Viajaron a Europa en busca del sueño de ser futbolista profesional y ahora malviven en sus calles.
¿Proteger prohibiendo?
“El problema no está en los equipos grandes, sino en los más pequeños, donde ese niño que no acaba siendo útil para el equipo es abandonado sin ningún medio. Es más sencillo proteger al menor de otra manera, por ejemplo, con un seguro de cinco años”. Estos seguros comprometen al club a dar al menor todo lo que necesita en materia de estudios, bienestar social y formación deportiva para su desarrollo.
“Y eso sí lo pagarían los grandes equipos”, asegura Palomar.
“Pero en vez de apostar por esto se prohíbe. La prohibición dice que estamos protegiendo al menor, pero no estoy seguro que prohibir sea proteger”, explica Palomar, que se pregunta: “¿Se está perjudicando a un niño que viene de África y llega a España, donde puede aprender dos idiomas, escolarizarse y jugar al fútbol? Se prohíbe a una persona progresar”.
“En esta reglamentación de la FIFA tenemos dos sensibilidades. Por un lado proteger al menor, pero por otro un aspecto que debe ser dicho a voces, y es que ese menor que no puede ser transferido genera derechos a favor del club que lo retiene. Es decir, que todo esto se mezcla con los derechos de formación. Es sencillo, yo no te dejo transferir pero esos derechos son más grandes cuando tú te vas con 18 años que cuando te vas con 14”.
Esos derechos de formación han terminado por convertirse en una ‘paga extra’ que reciben los equipos que han educado futbolísticamente al jugador cuando éste firma su primer contrato profesional.
Además, el club o clubes que le han formado también perciben una cantidad de dinero en cada transferencia hasta que el futbolista cumple 23 años. Dinero del que se benefician igualmente los equipos grandes y los más humildes.
“Para hacer creíble la normativa la FIFA y los clubes tendrían que renunciar a los derechos de formación. En este caso sí se pensaría en el bien del menor, pero ahora protegen a gente que está generando derechos sobre ese niño para después ganar dinero”, sentencia Alberto Palomar.
Asimismo, para Raúl Fuentes “debería haber claridad en la edad de aplicación. En la decisión del TAS sobre el FC Barcelona habla hasta los 18 años. Pero entre los 6 y los 10 ahora mismo la normativa no dice nada, aunque la FIFA sí. Las reglas tienen que ser claras y hacérselo saber a los clubes”. Tampoco queda muy claro que esta normativa ataque a agencias como las que captaron a Diakité. “Lo que hace es alejarles de poder hacer negocios con los clubes, pero no incide directamente sobre ellas”, explica Palomar.
En definitiva, la reglamentación FIFA para proteger al menor, según los expertos, “no es la correcta: La idea de proteger la compartimos todos, pero cómo se protege no; salvo que haya intereses económicos”.
Para Palomar tampoco tiene mucho sentido que la sanción por incumplir esa normativa sea económica (370.000 euros para los clubes), una cantidad insignificante para equipos con presupuestos millonarios, y dos ventanas de fichajes sin poder llevar a cabo ninguna contratación de jugadores. “Es dudosamente compatible con un marco de competencia, ya que no le puedes decir a un determinado operador que no opere en el mercado. Choca de lleno con ese derecho”.