La conciliación es cosa de todos, ¡hasta de los solteros!

La conciliación empieza a ser una realidad en muchas empresas, sin embargo, parece que no todos los empleados tienen los mismos derechos sobre ella. Es momento de recordar que conciliación e igualdad deben ir de la mano.

La conciliación no es algo nuevo, pero sí que los últimos años está tomando mucho más protagonismo. Las empresas empiezan a ver en la conciliación no una política de responsabilidad social más que implementar entre sus empleados, sino que comienzan a salir múltiples informes que certifican un mayor rendimiento en los trabajadores que concilian, además de una mejor salud mental y reducción del absentismo laboral; repercutiendo finalmente en la productividad (y cuenta de resultados) empresarial (Vid. La RSC bien entendida comienza por los empleados).

Son varios los ejemplos que hemos aplaudido desde esta revista de empresas que han creado políticas de conciliación. Por ejemplo, Iberdrola ha sido pionera entre las empresas del IBEX 35 en establecer unas normas a este respecto, implementando la jornada intensiva; flexibilidad horaria; reducción de la jornada laboral a cinco horas por maternidad hasta que el bebé cumpla el año sin rebajar la retribución, o la excedencia de hasta cuatro años para el cuidado de menores o personas dependientes.

Repsol fomenta la conciliación a través de la flexibilidad horaria, con margen de dos horas para la entrada y salida del trabajo; reducción de la hora de comida para adelantar el final de la jornada laboral; cómputo mensual en vez de diario de las horas trabajadas para que se puedan distribuir según las necesidades personales y el flujo de trabajo, y jornada reducida los viernes de todo el año. Además permite el teletrabajo y cuenta con un servicio llamado Tu banco de tiempo, que ofrece tintorería, compra de medicamentos, gestiones administrativas, reparaciones varias…

Mercadona no abre los domingos y festivos; Mutua Madrileña ha ampliado la baja paternal a un mes, y Telefónica ha implementado la norma de “luces apagadas” a las 20 horas en invierno para que sus empleados se vayan a casa, como muy tarde, a esa hora.

Sin embargo, muchas de esas medidas suelen estar enfocadas a las personas que son madres, especialmente, y padres, en menor medida.

Muchas medidas de conciliación de las empresas suelen estar enfocadas a las personas que son madres, especialmente, y padres, en menor medida.

Que los que son padres puedan conciliar es muy positivo y un gran avance en nuestra sociedad, evidentemente, pero también quiero pensar hoy en aquellos trabajadores que no tienen descendencia y que les está costando más alcanzar los mismos derechos en materia de conciliación que a otros compañeros.

Porque es verdad que muchas de las políticas de conciliación no diferencian entre solteros o casados a la hora de fijar jornadas intensivas o flexibilidad horaria, pero el papel lo aguanta todo y la realidad dista mucho aún de los que rezan estas políticas.

En empresas con turnos, los mejores los tienen las madres; a la hora de repartir las vacaciones, las escolares tienen prioridad, y si hablamos de sustituciones, que lo hagan los solteros “que no tendrán nada más que hacer”.

No tener hijos no significa tener que dedicarse en exclusiva a tu profesión; todas las personas merecemos la posibilidad de conciliar trabajo y vida personal, que puede centrarse en cuidar a los niños, pero también en ir al gimnasio, merendar con los amigos, formarse, visitar museos, hacer voluntariado… un sinfín de actividades que pueden parecer frívolas y menos importantes que la crianza de niños, pero tan relevantes para unos como el desarrollo de una familia para otros.

No se trata de juzgar qué aspectos de la vida personal de cada uno tienen mayor o menor relevancia, porque aquí, como con los problemas, para cada uno son su mundo.

Si lo han tenido difícil los hombres con hijos para conciliar, imaginemos una mujer que no tiene niños -además de cargar con el estigma social-, o un chico sin descendencia.

Los millennials vienen pidiéndolo a gritos. Para los jóvenes trabajar en una empresa que concilia y que tiene unas sólidas políticas de responsabilidad social es un must, que dirían. Una generación que ha nacido con un smartphone bajo el brazo sabe muy bien cómo teletrabajar y conciliar.

Conciliar no entiende de condicionantes: con hijos o sin hijos, con personas dependientes o sin ellas, con pareja o solteros, jóvenes o mayores, porque todos, sin excepción, tenemos que dedicar tiempo suficiente a cultivar una vida rica más allá del trabajo para, además de ‘vivir’, rendir mejor en éste.

Es probable que las políticas de conciliación de las empresas ayuden a regular muchos aspectos, pero aún queda cambiar mucho de mentalidad para que entre los propios empleados se comprenda y respete la necesidad que tenemos todos de conciliar.

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