Lo importante es tener salud

“Lo importante es tener salud”. Una frase con vocación de comodín usada tanto para consolar al que no ha sido premiado en la lotería como al que sufre mal de amores.

Una sentencia pronunciada sin ser completamente conscientes del esfuerzo conjunto que supone para pacientes, sociedad, instituciones públicas y para las organizaciones que, como la Fundación AstraZeneca, nos dedicamos a potenciar, defender y velar por la salud.

Para todas las fundaciones que trabajamos en este sector este compromiso solo se entiende cuando aportamos un valor real a la sociedad. Y en nuestro caso, esa responsabilidad se traduce en “dar vida a la ciencia”. En dar a los pacientes y a su entorno no solo el mejor tratamiento, sino también formación y herramientas que los empoderen.

Hablo también de entorno porque debemos ser conscientes de que el paciente, afortunadamente, no está solo. Por ello, es vital formarle tanto a él, para que conviva con su enfermedad, como a su círculo más cercano, para que la comprenda. Y no podemos olvidarnos de aquellos que no son pacientes y que queremos prevenir que algún día lo sean. Uno de los mayores retos de nuestro trabajo es conseguir que alguien sano lleve un estilo de vida compatible con el mantenimiento y conservación de ese tesoro.

No hay que tener miedo a innovar y encontrar nuevas maneras de acercarnos a una sociedad cada vez más acostumbrada a que intenten llamar su atención. Si queremos tener una repercusión real tenemos que hacer las cosas de un modo diferente. Cualquier idea que arriesgue tiene potencial de impactar: desde huertos urbanos para fomentar un estilo de vida activo hasta reconocidas estrellas Michelín que nos enseñen a mantener la diabetes a raya sin renunciar a disfrutar de la comida.

Juntos, nuestro alcance se multiplica: somos capaces de llegar a más personas, de tener más calado en la sociedad y, de hacer de nuestro sistema sanitario uno de los más sostenibles y completos del mundo.

Esta concienciación sobre nuestra responsabilidad es cada vez mayor. Prueba de ello son los datos de un reciente estudio de la Asociación Española de Fundaciones, según los cuales más de la mitad de las fundaciones pertenecen a entidades privadas. Esta cifra habla por sí sola de la evolución que ha vivido nuestro sistema socio sanitario hacia una colaboración público-privada sólida, que nos une en un proyecto común. Y es que juntos, nuestro alcance se multiplica: somos capaces de llegar a más personas, de tener más calado en la sociedad y, por qué no ser ambiciosos, de hacer de nuestro sistema sanitario uno de los más sostenibles y completos del mundo.

Si bien es cierto que para aportar este valor debemos estar a disposición de los pacientes, también significa que debemos apostar por la investigación y el talento científico español como base para construir un futuro mejor para la sociedad. La ciencia juega un papel esencial en el progreso de nuestro sistema socio sanitario y desde el sector público y privado debemos colaborar, establecer alianzas para identificar el talento científico y ofrecerles la oportunidad de desarrollar investigaciones innovadoras y pioneras que mejoren la calidad de vida de las personas.

En definitiva, es un gran reto el que tenemos por delante y todavía nos queda un largo camino que recorrer. Pero lo hacemos con el orgullo y la ilusión de quien sabe que su esfuerzo, por muchas que sean las dificultades que se encuentre por el camino, siempre terminará mereciendo la pena porque, al fin y al cabo, “lo importante es tener salud”.

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