Dime dónde vives y te diré cómo concilias

Las diferencias en conciliación en Europa son latentes. Cada país legisla de forma libre en temas clave para que los trabajadores puedan disfrutar de tener tiempo para ellos mismos o su familia. Desde Bruselas se imponen siempre unos mínimos y es a partir de ahí donde se dividen los Estados miembros. Por un lado, los conformistas con aprobados raspados sin más y, por otro, los que van más allá haciendo realidad para muchos europeos lo que para otros parece un sueño.

¿En qué bando se encuentra España? En términos generales se podría decir que es un país ‘del montón’. Ni lidera las listas ni las cierra, pero como es bueno fijarse en quienes están por encima, España tiene mucho margen para mejorar, desde la política, la vida de los trabajadores. Según el parámetro que se analice -horario laboral, la extensión de dicho horario, bajas de maternidad y paternidad para el cuidado de niños o bajas para la atención de familiares con alguna enfermedad- la posición española variará respecto a sus socios europeos.

España tiene capacidad para escalar posiciones a nivel comunitario pero es necesario que el tema interese a las altas esferas. La atención a la conciliación laboral no llega a plasmarse y en la mayoría de los casos tiene un claro sector afectado: las mujeres. El acceso al mercado laboral de la mujer ha provocado que sea ella quien tenga que sacrificar una de sus dos vidas, o bien la profesional o bien la personal o familiar, porque cumplir al 100% con ambas se antoja complicado.

Pero no solo las mujeres se ven afectadas. También los hombres que trabajan lo tienen difícil si quieren compatibilizar su empleo con su familia. Parece que los roles de antaño siguen muy presentes y la sociedad no ha cambiado lo suficiente para que no se discrimine por sexos cuando se habla de conciliación. Es necesario que cuando se piense en conciliar no se centre el debate en exclusiva en las mujeres olvidando que los hombres también tienen derecho a disfrutar de su familia.

¿Cómo se concilia en Europa?

Como no hay ninguna homogeneidad al respecto, cada país tiene sus particularidades. Suecia es siempre el ejemplo que primero viene a la cabeza, pero no hay que perderse otros casos que pueden ser más alcanzables para un país como España o dejar de idealizar a países vecinos que a priori puede parecer que tienen mejores condiciones que los trabajadores españoles y no es así.

Hay que desterrar muchos mitos que hacen parecer que solo se trabaja mucho en España y siempre es mejor en casa de los vecinos. O bien que todos los europeos gozan de la baja por maternidad y paternidad de los suecos. Cada país cuenta con una idiosincrasia que favorece o perjudica la conciliación.

Las bajas parentales

No solo hay que abordar la baja por maternidad sino también la baja por paternidad y poner sobre la mesa si es equilibrado que se gestione como se hace hasta el momento en toda Europa. Sin duda éste sigue siendo un tema en el que los países no van a encontrar fácilmente la unanimidad para sacar adelante nuevas normativas. La prueba es que la nueva Directiva por Maternidad fue retirada después de cuatro años de bloqueo en el Consejo Europeo.

La nueva Directiva por Maternidad fue retirada después de cuatro años de bloqueo en el Consejo Europeo.

La regulación actual está basada en la Directiva de 1992 sobre trabajadoras embarazadas, que establece una baja mínima de 14 semanas, dejando a la legislación de cada país libertad para decidir la ayuda a proporcionar mientras dure dicha baja. En 2008 la Comisión intentó reemplazar la directiva con un marco un poco más sostenible y propuso extender la duración de la baja por maternidad mínima europea a 18 semanas, de acuerdo con los principios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En 2010 el Parlamento Europeo aceptó que al menos seis semanas tendrían que tomarse de forma obligatoria después del parto, con el 100% del salario, y propuso ampliar la baja hasta las 20 semanas y a dos semanas la baja por paternidad, con salario completo. Sin embargo, la Directiva terminó siendo retirada en julio de 2015. Una oportunidad perdida.

¿Por qué son tan reticentes los países? Por un lado, porque consideran que en época de crisis económica los Estados no pueden permitirse una carga financiera tan elevada como supondría pagar por 20 semanas sin trabajar. Otros utilizan argumentos diferentes para llegar a la misma conclusión: por ejemplo los hay que creen que si las mujeres tienen bajas maternales más allá de las 14 semanas iría en su contra a la hora de volver al trabajo. Sin embargo, hay estudios que consideran que se aumentaría la participación laboral femenina en un 1,4% y eso cubriría los costes de una nueva legislación, tal y como explicaba el eurodiputado de ICV-EUiA, Ernest Urtasun, cuando se peleaba la nueva Directiva.

“En la Unión Europea las mujeres siguen ganando un 16,4% menos que los hombres y son también muchas las que o bien no tienen acceso a pensión o si la reciben es un 39% inferior a la que reciben los hombres. De cara a 2020 los Estados miembros han acordado en la estrategia de la UE aumentar la participación laboral femenina de un 60% a un 70%, un porcentaje que puede ser inalcanzable si no se tienen en cuenta temas como las bajas por maternidad o la igualdad de salarios”, indicaba.

Cuando se habla de bajas para el cuidado de hijos todavía se está lejos de ver un sistema generalizado de bajas igualitarias para ambos progenitores. Pero también se está lejos de que los padres tengan una baja razonable para participar en la crianza de sus hijos. No hay que olvidar que el permiso de paternidad es esencial para conseguir la igualdad de género. Mientras la responsabilidad en el cuidado de los niños recaiga casi en exclusiva en las mujeres no se podrá hablar de igualdad.

En este sentido, las cuatro semanas de baja por paternidad que recientemente se pueden disfrutar en España todavía están lejos de las que ofrecen países como Finlandia, Suecia o Noruega, aunque también es verdad que marcan la diferencia respecto a las dos semanas que ofrece el Gobierno francés o los cinco días que los padres tienen en Holanda.

Las cuatro semanas de baja por paternidad que recientemente se pueden disfrutar en España todavía están lejos de las que ofrecen países como Finlandia, Suecia o Noruega.

Por otro lado, cabe destacar también que los responsables políticos deben dar ejemplo normalizando las bajas por maternidad y paternidad. Son de poca ayuda casos como el que protagonizó la actual vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que asumió casi todas sus responsabilidades a los diez días de haber dado a luz.

Aunque no ha sido la única. También la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, asumió la presidencia del partido en Castilla-La Mancha tres semanas después de ser madre. Y en Francia fue sonado el caso de la ministra de Justicia, Rachida Dati, que volvió al trabajo apenas cinco días después de tener a su hija, obviando su derecho a poder estar de baja 16 semanas, diez de ellas después del parto.

Este tipo de decisiones, aunque entran dentro de la libertad particular de cada uno y del derecho a decidir sobre uno mismo, quedan sin duda como ejemplos negativos. Pueden sentar precedentes y ser tenidos en cuenta cuando se quiera renovar la legislación en la materia. Y sin duda, pone el debate sobre la mesa sobre si son decisiones personales o se ven forzadas para no sentirse en inferioridad con sus colegas hombres, cuya baja puede oscilar entre dos días y dos semanas en términos generales.

Las horas laborales

Las horas extras están a la orden del día. Incluso en países como Francia donde su ideal jornada de 35 horas semanales ni fue tan ideal porque supuso para muchos empleados ver reducido su salario, ni consiguió mantenerse en el tiempo. En Francia los horarios son muy extensos, la cultura del trabajo es muy similar a la española y lo que está por escrito no se suele ver en la práctica, y menos en ciudades como París. Así, aunque en el ranking salga beneficiada, los franceses siguen quejándose -y mucho- de sus jornadas laborales.

Según datos de la OCDE, Alemania, Países Bajos y Noruega lideran el ranking de los países donde menos horas se trabaja. Los alemanes trabajarían 1.371 horas al año. Les siguen de cerca Dinamarca, Francia, Luxemburgo y Bélgica. España, por su parte, se situaría en el puesto número 15 de esa lista, con 1.691 horas trabajadas al año. Entre los 15 primeros puestos solo se cuela un país no europeo: Australia. Y por detrás de España, figuran Canadá, Japón e Italia, donde se trabajan más de 1.700 horas anuales.

Pero no solo es importante el número de horas que se trabajan sino como este horario está distribuido a lo largo del día. Y en el caso de España, los horarios partidos con más de una hora para comer están a la orden del día y eso dificulta aún más poder conciliar la vida laboral con la familiar. La imposibilidad de hacer jornadas seguidas provoca que los españoles tengan jornadas más largas que otros socios europeos.

Donde es más fácil ver la diferencia en la jornada laboral entre países es en los comercios. Si se toma como ejemplo una tienda de ropa de marca conocida podemos ver como en París o Berlín su horario puede oscilar entre las 10 a 21 horas o de 11 a 19.30 horas dependiendo de la localización. La misma tienda en Madrid abriría de 10 a 22 horas en términos generales y en Bruselas, de 10 a 18.30 o 19 horas si está dentro de un centro comercial.

Según datos de la OCDE, Alemania, Países Bajos y Noruega lideran el ranking de los países donde menos horas se trabaja.

Los salarios mínimos

El salario mínimo es otro de los factores a tener en cuenta. A nivel europeo no se puede hablar de un salario mínimo común porque éste oscila entre menos de 215 euros al mes en el caso de Bulgaria hasta los cerca de 2.000 euros que se perciben en este concepto en países como Reino Unido o Luxemburgo. El gap es papable aunque en el nivel de vida también haya una diferencia crucial. Sin embargo, una vez más, aunque sobre el papel las cifras están claras hay personas que no alcanzan ese salario.

La mayoría de los Estados miembros cuentan con un salario mínimo legal, válido en todas las ramas de actividad. Alemania ha sido el último país en adoptar un salario mínimo interprofesional, que entró en vigor el 1 de enero de 2015, situándose en 1.498 euros.

En algunos países miembros de la UE el salario mínimo sobrepasa los mil euros, como es el caso de Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda y las islas británicas. En España, el salario mínimo, sin embargo, se sitúa por debajo, concretamente en 826 euros al mes, ni siquiera a medio camino entre el mínimo europeo y el máximo.

Otras naciones europeas no cuentan con un salario mínimo, aunque eso no significa que sea precario. Es el caso de Austria, Chipre, Dinamarca, Finlandia, Italia y Suecia, donde el salario mínimo no es válido para todas las profesiones sino que se regulan por los distintos tipos y actividades de las empresas. Por ejemplo, en Suecia el sueldo medio en una compañía privada oscila entre 3.000 y 4.000 euros al mes.

<p>Elaboración propia</p>

Elaboración propia

El ejemplo sueco

 Para empezar, Suecia es un país donde se pagan muchos impuestos y también es cierto que ha intentado impulsar alguna política para seguir mejorando las condiciones de sus trabajadores y ha tenido que dar marcha atrás por resultar inviable -como pagar el salario de ocho horas por trabajar seis diarias-. También incluso el país modelo tiene dudas sobre su forma de hacer política social.

Pero por ahora no hay nadie que pueda igualar el ejemplo sueco. Una de las primeras cosas positivas es su extensa baja por maternidad, de 68 semanas, lo que ya le vale como ejemplo para sus colegas europeos. Aquí la igualdad de géneros está más extendida precisamente por cómo gestionan las bajas parentales, igual para el padre que para la madre. Sin embargo, tampoco es perfecto porque los hombres apenas utilizan un cuarto de toda su baja por paternidad.

Otro aspecto positivo con el que cuentan los suecos es la facilidad a la hora de recoger a los niños del colegio o de quedarse en casa si los menores están enfermos. Los trabajadores siguen recibiendo el 80% de su salario si tienen que quedarse en casa al cuidado de niños o de personas dependientes. Siempre se pueden acoger a esta medida hasta que los niños tienen 12 años sin necesidad de aportar certificados a la empresa y cuando cumplen los 12 hasta los 15, se les pide un certificado del doctor.

También cuentan con ayudas para el cuidado de los hijos, además del pago por la baja en sí, que supone un ingreso de 100 euros al mes hasta que el niño tiene 16 años, ayuda que va en aumento según el número de hijos. A esto se añade que el sistema escolar es gratuito, incluyendo también las comidas, sin olvidar la educación en la universidad.

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