Los negocios inclusivos: una estrategia rentable contra la exclusión social
Prácticamente la mitad de la población mundial, unos 4.000 millones de personas, viven en la llamada base de la pirámide: con poca o nula formación y bajos recursos que, aun teniendo empleo, se encuentran en situación de vulnerabilidad. En España son casi 13 millones los habitantes que están en riesgo de exclusión social. Unas cifras preocupantes que están sirviendo para activar a una parte del sector empresarial con el fin de crear estrategias de negocio inclusivas que den nuevas oportunidades a este segmento de la población.
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, como asegura el estudio Negocios inclusivos y empresas españolas, que ha sido presentado recientemente en Madrid por el Observatorio Empresarial contra la Pobreza. El documento ha sido elaborado por Fundación Codespa y Global CAD, y quiere servir de guía para aquellas empresas que se marcan como meta formar parte del cambio que haga cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030.
“En él se muestra que estas nuevas estrategias son rentables, a diferencia de lo que creen algunos consejos de administración que ven la RSC como un gasto y no como una oportunidad. Y que con ellas se puede implicar a todos los actores participantes en la cadena de valor: clientes, inversores, empleados…”, contempla María Jesús Pérez, subdirectora general de Fundación Codespa y una de las responsables directas del documento.
Una opinión que comparte Ramón Baeza, director general de The Boston Consulting Group, según el cual una empresa con políticas responsables e inclusivas genera un sentimiento de pertenencia entre sus trabajadores que hace mejorar su rendimiento y la imagen de la marca. También atrae el talento de los jóvenes millenials, que buscan su sitio y ofrecen su lealtad a las compañías con valores, y la complicidad de los clientes y los inversores, tan necesaria para la supervivencia del negocio.
Una empresa con políticas responsables e inclusivas atrae el talento de los 'millenials', que buscan su sitio y ofrecen su lealtad a las compañías con valores.
Pero más allá de la influencia en la imagen de la empresa, el estudio hace hincapié en que los resultados de unas buenas políticas de acción social se van a observar en un mayor desarrollo de los colectivos desfavorecidos. Una mayor inclusión reduce las cifras de la pobreza y mejora el nivel adquisitivo de las distintas comunidades; reduce el paro, desciende la delincuencia, favorece la alfabetización y la formación de las personas y da un mayor empoderamiento a mujeres y jóvenes.
“Está en nuestra mano hacer entender al sector privado que esto va más allá de la mera filantropía. Es necesario que aflore el compromiso y la implicación, que se responsabilice del impacto social y ambiental de sus actividades económicas y hacer entender que es algo que va a repercutir de forma positiva en la cuenta de resultados de las compañías. De hecho, no solo la sociedad, también los inversores lo están pidiendo”, asegura Manuel Herrando, presidente de Fundación Codespa.
Para Juan Francisco Montalbán, embajador en misión especial para la Agenda 2030, para conseguir esas estrategias de negocio inclusivas debe haber voluntad por parte del empresario, pero también apoyo del sector público, de universidades, de fundaciones. “Este concepto llega en un momento perfecto, ahora que el plan de acción de España para la Agenda 2030 está a punto de lanzarse”, asegura.
Según sus palabras, el documento final estará disponible para todo el mundo a partir del mes de julio, y las medidas que recoge prestan especial atención a crear empleo y a erradicar el hambre, la pobreza y la desigualdad a través de las alianzas. “A través de la Secretaría de Estado de Comercio, también contamos con un programa específico de negocios inclusivos que queremos exportar a aquellas regiones en las que aún no existe este concepto y donde creemos que va a ser de utilidad”, explica Montalbán.
“Para conseguir estrategias de negocio inclusivas debe haber voluntad por parte del empresario, pero también apoyo del sector público, universidades y fundaciones”. Juan F. Montalbán, Agenda 2030.
Oportunidades de acción
Según el documento elaborado por el Observatorio Empresarial contra la Pobreza, hay un buen número de oportunidades enlazadas a los ODS que pueden aprovecharse para poner en marcha negocios responsables y sostenibles de estas características. En el ámbito bancario, abogan por la creación de microcréditos, microseguros y servicios financieros similares a través de tecnologías móviles para sumar clientes ‘no-bancarizados’.
Giovanni di Placido, director de Análisis y Estrategia de la Fundación Microfinanzas BBVA, asegura que esta entidad, creada con 200 millones de euros, lleva ya casi 12.000 millones desembolsados en sus diez años de historia. “Tenemos una red de entidades en América Latina en las que ya trabajan 8.000 personas en 500 oficinas, que ha atendido a cinco millones de emprendedores, que ha beneficiado a 15 millones de personas en situación de vulnerabilidad”, contabiliza.
En el sector agroalimentario, queda mucho por hacer en cuanto a producción de alimentos enriquecidos y micronutrientes, como el bioarroz. De la misma forma, hay oportunidades de negocio en el desarrollo de tecnologías innovadoras más eficaces para aumentar la productividad de los cultivos. Otra de las opciones es crear seguros para los pequeños agricultores, basado en medidas de reducción del riesgo de desastres, generando así incentivos en la cadena de valor. O, dentro del sector pesquero, entrenar y colaborar con sus trabajadores para promover la pesca sostenible y la conservación marina.
Facilitar el acceso a la asistencia médica de forma asequible y de alta calidad a través de consultorios descentralizados, de plataformas web especializadas o de trabajadores móviles de salud es otra de las opciones. Igual que aprovechar las soluciones basadas en tecnologías de la información para evitar el desabastecimiento de medicamentos en zonas rurales.
El campo de la educación es otro de los más necesitados y en los que más puede ofrecer el sector TIC, especialmente para establecer programas de formación profesional dirigidos a colectivos vulnerables, como discapacitados, mujeres y jóvenes. Precisamente la figura femenina tiene un espacio protagonista en este aspecto. El documento recomienda buscar la forma de ofrecerle oportunidades de desarrollo y de empoderamiento social y económico.
El caso de Ilunion o el de Specialisterne son un claro ejemplo. “Desde que nació la empresa nuestro objetivo no ha sido tener cada vez más hoteles y ver crecer nuestra cuenta de resultados, sino ofrecer cada vez más puestos de trabajo a personas que sufren alguna discapacidad”, comenta Isabel Vera, jefa de Responsabilidad Social Corporativa de Ilunion.
“Nosotros somos una consultora que da formación y empleo a personas que están en el colectivo del autismo y del Síndrome de Asperger. Personas cuyas capacidades cognitivas no están afectadas pero que tienen dificultad para la interacción social, una barrera que les impide acceder al mercado laboral, no porque no tengan capacidades para trabajar de forma eficiente, sino porque no son capaces de superar una entrevista de trabajo”, explica Susanna Torrente, jefa de negocio de Specialisterne.
Los sectores de las energías renovables, de agua y saneamiento son también un filón a explotar, sobre todo en aquellas regiones no atendidas. Desarrollar sistemas de filtración de agua de bajo costo para los clientes finales o para pueblos enteros es una de las oportunidades que se destacan en el informe.
En el ámbito de la construcción, se empuja a invertir en innovación de materiales como los ladrillos hechos a base de tierra, teniendo en cuenta los recursos locales. O proporcionar acceso a préstamos asequibles para que las familias de bajos ingresos puedan tener una vivienda digna.
Y, lógicamente, el texto aboga por capacitar y emplear a las comunidades locales, fomentando el trabajo las condiciones salariales dignas, y por promover la innovación, la infraestructura resistente y el crecimiento de pequeñas empresas industriales en zonas deprimidas. De hecho, apunta como opción el integrar en la cadena de valor a excombatientes y a otros grupos étnicos en contextos posteriores a un conflicto a través del empleo.
En definitiva, un amplio espectro de sectores en los que ya se está trabajando de una forma bastante somera, y que ofrecen nuevas vías de negocio que son rentables y que pueden impactar de forma directa en el desarrollo de miles de millones de personas en todo el mundo.