Cerrar el círculo para lograr una moda más sostenible

La moda sostenible es una apuesta por un mundo distinto en el que no hay espacio para el ‘fast fashion’ y el ‘low cost’. Se trata de marcar la diferencia más allá de la ropa que se compra y se usa. Una forma de ver la moda como parte integral de un todo en el que se aúnan tres dimensiones distintas: social, ambiental y económica. La oferta es cada vez mayor y más variada, pero, ¿hay espacio, y sobre todo demanda, para este tipo de productos innovadores? Y lo más importante, en materia de moda, ¿es el consumidor consciente del impacto de sus decisiones?

Algunos hablan de “moda con alma” y del poder transformador que, a nivel social, tiene esta nueva forma de concebir el sector, tanto por parte de los diseñadores y fabricantes, como del propio consumidor, cuya demanda de este tipo de prendas y complementos forma parte, precisamente, de ese poder transformador.

Ética, transparencia, equilibrio con la naturaleza, coherencia, triple balance, o economía del bien común son algunos de los conceptos que se asocian a la moda sostenible, que trata de fomentar, sobre todo, nuevos modelos de negocio para respetar el medio ambiente y las condiciones laborales de todos los agentes implicados en la cadena de valor de los productos.

La moda es la segunda industria más contaminante a nivel mundial, después de la petrolera, según datos de Naciones Unidas, ya que demanda altos consumos de agua, energía y compuestos químicos y genera una gran cantidad de residuos que se vierten directamente a los ríos. De hecho, esta industria es responsable del 10% de las emisiones contaminantes y del 20% de las aguas residuales mundiales.

Y es que, para producir unos simples pantalones se utilizan más de 10.000 litros de agua, y el 85% de los textiles que produce este sector termina quemado o depositado en vertederos: En una sociedad que apuesta por la moda como muestra de status o nivel de vida, las prendas se conciben -y fabrican- para ‘usar y tirar’ (se rompen o desgastan rápidamente), o simplemente para ‘usar y cambiar’, creando en poco tiempo una nueva versión para poder vender más.

ONG ecologistas como Greenpeace recuerdan que, efectivamente, la producción de una prenda tiene impacto ambiental desde que se crea hasta que se desecha y aportan cifras alarmantes: hoy se compra el 80% más de ropa que hace diez años, aunque se usa la mitad. Solo en Estados Unidos, de media, una persona en un año compra hasta 16 kilos de ropa, el equivalente a 64 camisetas, un número muy alejado de los dos kilos de África (unas ocho camisetas), que, en cualquiera de los casos, acaban incineradas o abandonadas en vertederos.

Innovar para ‘repensar’ la moda

Mientras, grandes y pequeñas empresas del sector han comenzado a moverse. Es el caso de la multinacional Adidas, que ha creado una zapatilla que, una vez terminada su vida útil, puede devolverse para que el material con el que está hecha se reutilice en la fabricación de nuevo calzado.

La firma de ropa deportiva anunció el pasado mes de mayo el lanzamiento de Futurecraft.Loop, una zapatilla para correr cien por cien reciclable que busca atajar el problema del exceso de residuos plásticos y fomentar un modelo de fabricación circular en el que las materias primas se puedan reutilizar una y otra vez. Para ello ha apostado por utilizar en su diseño un solo tipo de material y por tanto no usar pegamento. Cada componente está hecho de poliuretano termoplástico (TPU) 100% reutilizable: se hila, se teje, se moldea y se fusiona con una entresuela Boost utilizando la tecnología SpeedFactory de la marca.

Una vez que las zapatillas llegan al final de su vida, se devuelven a Adidas para que las someta a un proceso de reciclaje: se lavan, se muelen en pellets y se funden en material que se utilizará para fabricar un nuevo par de deportivas, generando así cero desperdicios sin perder a su vez sus altos estándares de rendimiento deportivo.

“Futurecraft.Loop es una declaración de intenciones para asumir la responsabilidad que tenemos en todo el ciclo de vida de nuestro producto, y la prueba de que podemos fabricar zapatillas para correr de alto rendimiento que después no hay que tirar”, explica el responsable de Marcas Globales de la compañía, Eric Liedtke.

Ya en 2015 Adidas presentó el primer concepto de calzado de alto rendimiento con la parte superior hecha completamente de hilos y filamentos reciclados de residuos plásticos y redes recuperadas del mar. Este año tiene previsto producir más de 11 millones de pares de zapatillas que contienen plástico reciclado. “Eliminar residuos de plástico del sistema es el primer paso, pero no podemos detenernos aquí. Queremos terminar con el concepto de ‘desperdicio’ por completo. Nuestro sueño es que sea posible seguir usando las mismas zapatillas una y otra vez”, remarca Liedtke.

The Circular Project Shop es una tienda de moda sostenible en Madrid y el primer espacio de esta ciudad especializado en la comercialización y difusión de moda sostenible y ética con el objetivo de fomentarla y apoyar el ecodiseño en todas sus vertientes, desde la fabricación a la venta -tanto física como online- hasta su comunicación y divulgación en todos los ámbitos. La ropa que puede encontrarse en esta tienda “es ropa libre de explotación laboral, fabricada en España y que da como resultado una moda consciente”, explican sus responsables.

“En este espacio conviven marcas que se han unido para transformar la industria hacia un modelo sostenible y más respetuoso con las personas y su entorno”, añaden, explicando que “todas ellas han sido homologadas para ofrecer al cliente la trazabilidad y garantía de un comercio justo, sostenible y ecológico”.

Sus creadores creen que este es un proyecto pionero en el sector por su enfoque holístico “a la hora de trabajar de forma integral la moda como parte de un todo: social, ambiental y económico” y que se enmarca dentro de lo que se conoce como ‘economía del bien común’ que busca el trabajo colaborativo y concienciado con el entorno a través de una moda que se diferencia “por su diseño, una producción local, el gusto por el comercio de cercanía y un inmenso amor por el planeta en el que vivimos”, afirman desde The Circular Project.

Por su parte, la startup ecofriendly Livegens lanzada por dos hermanos emprendedores, Aitor y Javier Ramón, ha participado como invitada este mes de septiembre en el foro internacional de naturaleza y turismo sostenible más importante de España, la Feria Expotural, por su trabajo en los campos de la innovación, el ecoturismo y el desarrollo rural.

Livegens es una firma de complementos sostenibles que ofrece desde gafas de madera de bambú (considerado el árbol más sostenible y de mayor crecimiento del planeta), o relojes de madera y otros materiales sostenibles, a gorras y mochilas de corcho y algodón orgánico.

Su objetivo es “reinventar el sector de la moda” con una línea de artículos biodegradables y compostables, hechos a mano y 100% libres de plásticos: por el momento solo están disponibles en España, pero la marca arranca “con una clara vocación internacional”, según señalan desde la firma, que espera estar presente en poco tiempo en otros mercados de Europa, Estados Unidos o América Latina.

Dirigida especialmente a viajeros, senderistas y amantes de la naturaleza, Livegens, desarrolla también una labor social para cuidar el medio ambiente con el impulso a diferentes iniciativas para concienciar a la sociedad de la conservación de los espacios naturales, la eliminación total de plásticos de un solo uso, la reforestación y prevención de incendios forestales, y, en general, un modelo de desarrollo respetuoso con el entorno.

Moda para romper estereotipos

La ‘moda con conciencia’ no solo se centra en el respeto al medio ambiente, también apoya a los colectivos más vulnerables, como el de la discapacidad. Así nace Timpers, la empresa de zapatillas lanzada por tres estudiantes de la Universidad de Alicante que ha creado un calzado casual realizado por personas invidentes y que acaba de recibir el Premio Emprende y Discapacidad 2018 a la Excelencia en Accesibilidad que otorga la Fundación Konecta en colaboración con Fundación Once.

Esta línea de deportivas, que se venden online, ha sido creada por Aitor Carratalá, estudiante de Arquitectura; Roberto Mohedano, de ADE, y Diego Soliveres, de Derecho, y pretende romper los estereotipos que sitúan a las personas con discapacidad lejos del mundo de la moda y el diseño.

Diego, que tiene una minusvalía visual del 75% desde su nacimiento, ha sido el diseñador y en su labor ha contado con la colaboración del equipo de fútbol de la Once que entrena Aitor.

En estas zapatillas, los tejidos, los colores, el tamaño de los cordones y hasta su logo (en braille) están diseñados para facilitar el día a día de las personas con problemas visuales, pero, en realidad, están pensadas para todo el mundo, ya que, como señala el propio Diego, se trata de un calzado “elegante y para todos los públicos”.  Su idea es innovar con materiales, texturas y contrastes de color siguiendo su filosofía de que el tacto sea el vehículo principal para que las personas con resto de visión o completamente ciegas puedan “ver” lo mejor posible sus zapatillas.

En estos momentos, la marca se enfrenta a lo más difícil cuando se apuesta por un nuevo proyecto: la financiación necesaria para sacarlo al mercado. Por esa razón, además de conseguir algo de ayuda por parte de Fundación Once, estos tres estudiantes han puesto en marcha una campaña de crowdfunding para recaudar fondos con los que poder producir una primera tirada de 500 unidades a un precio “apto para todos los bolsillos”.

El pasado mes de mayo consiguieron que una fábrica de Catral (Alicante) fabricara las zapatillas pudiendo así poner en preventa 1.200 pares de cuatro modelos nuevos, después de haber vendido ya unos 400 pares a través de su web, donde se definen como “la marca más normal del mundo”.

Algo de Jaime es otra de esas marcas “normales”. Una firma, impulsada por Sole Alonso, la madre de Jaime Martínez, para vender diseño basados en los dibujos de este artista con autismo que ha llegado hasta el Zara Kids con sus ya característicos dibujos de animales.

Jaime tiene problemas de comunicación y sociabilidad, “pero también es libre para ver las cosas de otra manera”, explica su madre, que añade que siempre le gustó dibujar y que este proyecto no se focaliza en la discapacidad de Jaime, sino en sus “capacidades” y aspira a ser su trabajo, el que le permita tener un futuro “en un entorno normalizado”.

También en este caso, comprar sus diseños (camisetas, sudaderas, alfombras, mochilas, monederos o neceseres, entre otros) es una manera de apoyar una moda diferente, “con causa”, cambiando las cosas, desde el poder de decisión de compra que cada consumidor tiene, para conseguir la inclusión de las personas con distintas capacidades.

Marcas que ‘marcan’ la diferencia

Quizá en todas estas marcas “diferentes” haya un denominador común: el inconformismo. De ese inconformismo nació Sepiia, de la mano de Federico Robles, un ingeniero que quiso experimentar con los avances de la tecnología en el sector de la moda, creando ropa que, gracias a la innovación, rompiese el modelo lineal de usar y tirar y que, además, estuviese pensada “para resistirlo todo, apostando siempre por la sostenibilidad”.

Para ello, puso en marcha una cadena de producción ética y local, con proveedores expertos para conseguir un producto “único y funcional” que genere un menor impacto ambiental con beneficios que, además, también facilitasen el día a día del cliente: la ropa de marca Sepiia “no se arruga, no se mancha, repele olores y son productos elásticos” explica su creador.

Tras el éxito de venta de sus primeros productos: camisas de hombre y mujer, polos masculinos y corbatas, Sepiia ha creado (y reinventado) el básico de los básicos: la camiseta. Con las mismas prestaciones del resto de sus productos y que ya puede comprarse desde su página web en tres colores: blanco, gris y negro.

Para este emprendedor, la sostenibilidad en la moda “va más allá de su huella de carbono” y se centra en un cambio de paradigma: “Hay que consumir menos y mejor; es una cuestión de recursos”. Por eso con Sepiia apuesta por “frenar la moda de usar y tirar”. “El consumidor estándar compra un 60% más de prendas de ropa que hace 15 años y conserva cada artículo la mitad de tiempo”, recuerda Robles, que remarca que con Sepiia “ahorras en lavados, detergentes y electricidad durante el ciclo de uso de la prenda que, además, al final de su (larga) vida útil, es reciclable”.

Sin duda, numerosas marcas y fabricantes ya han comenzado a apostar por esta nueva forma de ver la moda: El Naturalista, una marca de calzado con sede en La Rioja que comercializa zapatos ecosostenibles, con métodos de producción respetuosos con el medio ambiente y utilizando siempre sustancias biodegradables y reciclables.

Numon, una pequeña marca de accesorios reciclados y veganos nacida en 2009 en Reus fabrica bolsos y complementos creados a partir de ropa del hogar en desuso (cubrecamas, manteles, cortinas, sábanas, fundas de sofá…).

De igual forma, Back To Eco, con sede en Barcelona, ofrece una línea de bolsos y complementos fabricados a partir de tejanos postconsumo reciclados y confeccionados con la colaboración de entidades sociales.

Otros ejemplos son, entre otros, Swim Against, ropa de baño sostenible para hombre y mujer creada localmente en Barcelona a partir del reciclaje de botellas de plástico y redes de pesca. Bajo el lema #swimagainstclimatechange, sus diseños son ediciones limitadas y en cada temporada colaboran con distintas entidades que trabajan en la conservación del medio ambiente.

En el sector de la moda infantil destaca, entre otras firmas, Tira la Hilacha, que desde hace 12 años diseñan sus prendas en Barcelona encargando su confección a un proveedor de comercio justo de India. Además, sus prendas están elaboradas con algodón orgánico certificado por GOTS (Global Organic Textile Standard).

Ecoalf es una de las marcas pioneras en hacer de la moda una palanca de cambio social. Desde 2009, y de la mano del empresario Javier Goyeneche, esta firma transforma en materia prima residuos de redes de pesca, botellas de plástico, ruedas, e incluso restos de café, transformándolos, a base de inversión en innovación, en tejidos de primera calidad para confeccionar prendas de diseño. Es la primera y única marca de moda de España reconocida con el certificado B Corp™ por su compromiso con las personas y el planeta.

Pretty Pink Cactus es un proyecto que trabaja contra la industrial del fast fahion con la venta de camisetas para mujeres hechas de algodón orgánico serigrafiadas con tintas de agua ecológicas y que cuenta con el sello Fair Wear de producción sostenible. Además, colaboran con la AECC aportando parte de sus beneficios a la investigación contra el cáncer.

La oferta, es evidente, empieza a ser amplia y cada vez más variada. Ahora queda pendiente que la demanda por parte de los consumidores responda a esa oferta en un sector, el de la moda, en continua evolución y cuyas cifras, en materia de sostenibilidad, parecen indicar que van en esa dirección. El consumidor empieza a estar preparado para asumir el coste que esa diferencia puede suponer: Según datos del buscador global de moda Lyst, en España las búsquedas de marcas de moda sostenible aumentaron un 60% en 2018 con respecto al año anterior.

En cualquier caso, y ya sea por tendencia, por buscar nuevos nichos de mercado o por diferenciación por parte de marcas y fabricantes, siempre es una gran noticia que la sostenibilidad esté de moda.

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