Las energías renovables, oportunidad para la recuperación pospandemia

Las energías renovables se postulan como protagonistas para la recuperación verde tras la pandemia y la descarbonización del planeta. La capacidad instalada de energía renovable de Sudamérica se expandió en más de 4,1% el año de la covid-19.

La pandemia de la covid-19 está provocando impactos sociales y económicos de gran magnitud en América Latina. Y la gran pregunta es si se apostará por una recuperación verde para salir de esta crisis sociosanitaria. Si bien las medidas de cuarentena provocaron una disminución transitoria en el uso de los combustibles y por lo tanto en sus emisiones y contaminación, debe tenerse en cuenta que los combustibles fósiles siguen representando alrededor del 75% del suministro de energía primaria de la región. Vid. Los (inesperados) beneficios del coronavirus para el medio ambiente.

“Para cumplir con el Acuerdo de París es importante reducir las emisiones y cambiar la fuente energética. En casi todos los países de la región la matriz se basa en combustibles fósiles, que son responsables de una gran parte de las emisiones”, comenta Miguel Saldivia, abogado ambientalista y experto en energía.

De todas formas, las renovables vienen avanzando en América Latina. Las fuentes eólica y solar representan el 6,5% de la capacidad instalada actual. El resto de la matriz energética incluye energía hidroeléctrica, biomasa y bioenergía.

La capacidad instalada de energía renovable de Sudamérica se expandió en más de 4,1% el año pasado a pesar de los efectos devastadores de la pandemia de coronavirus. Los países de la región informaron una capacidad combinada de generación limpia, incluida la energía hidroeléctrica, de 233GW, frente a los 224GW del año anterior, según un informe publicado por la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). Brasil lideró el camino y sumó 5,5GW en el año, seguido de Argentina (1,38GW), Chile (1,3GW) y Colombia (1,19GW).

“En Latinoamérica se necesita más ambición y más desarrollo en torno a las energías renovables. No solo las necesitamos para combatir al cambio climático, sino también son necesarias para generar desarrollo local y combatir la pobreza”, enfatiza Lea Ranalder, project manager de REN21.

La inversión en renovables va en aumento

La inversión en capacidad de energía renovable en toda América Latina también viene creciendo notablemente, con un aumento del 43% en 2019. Es decir, se invirtieron 18.500 millones de dólares. Estos datos se desprenden de la edición 2021 del Renewables in Cities Global Status Report de REN21, el informe que realiza un balance de los esfuerzos de transición energética de las ciudades en todo el mundo.

Según el informe, cuatro países dominan estas inversiones en la región: Brasil (6.500 millones de dólares, un 74% más), Chile (4.900 millones de dólares, un 302% más), México (4.300 millones, un 17% más) y Argentina (2.000 millones, un 18% menos).

Las alianzas público-privadas se han utilizado ampliamente en América Latina para financiar proyectos relacionados con el transporte, así como la generación distribuida. En 2019, México utilizó este modelo para atraer 2.100 millones de dólares para 15 proyectos de energía solar fotovoltaica, y en Santiago (Chile) se estableció una alianza para instalar puntos de recarga de vehículos eléctricos de 22 kW cada uno (que eventualmente utilizarán electricidad renovable) con un coste total de 2,5 millones de dólares.

Las alianzas público-privadas se han utilizado ampliamente en América Latina para financiar proyectos relacionados con el transporte, así como la generación distribuida.

Otro actor importante que ayuda a financiar las energías renovables son los bancos nacionales. El Banco de Desarrollo de Colombia (Bancoldex) ofrece una línea de crédito verde de 14,4 millones de dólares para financiar proyectos de energía renovable y eficiencia energética en ciudades de todo el país.

En San Pablo (Brasil), la Oficina de Energía y Minas del Estado y la Agencia de Desarrollo otorgan préstamos a largo plazo y a bajo interés para proyectos de energía renovable a pequeña escala, como plantas solares fotovoltaicas, eólicas y pequeñas centrales hidroeléctricas, así como equipos para plantas de biogás.

Las agencias internacionales que financian la generación distribuida suelen coordinarse a través de asociaciones con bancos nacionales y regionales.

Para Saldivia, una política exitosa en la región es la generación distribuida. “Permite que cualquier persona pueda generar electricidad en su casa. Es interesante porque hace que las personas formen parte de la transición energética”, explica.

La región se caracteriza por disponer de licitaciones eléctricas. “Se abren concursos públicos, donde cada Estado lidera las licitaciones y establece las condiciones de esos procesos. Tradicionalmente, tres o cuatro empresas controlaban la energía de un país. Con las licitaciones llegan nuevos actores. Todo esto pasa sin mucho diseño. Tenemos que hacernos cargo de cómo se produce esta transición”, opina Saldivia.

Además, advierte, que la mayoría de los nuevos actores que se involucran son empresas extranjeras. Agrega: “tener reglas claras permite que lleguen más inversiones y más desarrollo a una actividad”.

El desarrollo va por barrios

Brasil tiene un estimado de 1,2 millones de empleos de energía renovable. Como en años anteriores, el país sigue siendo el mayor empleador mundial de biocombustibles. La energía eólica es hoy la segunda fuente de energía más grande en Brasil, después de la energía hidroeléctrica.

Según el informe de REN 21, solo hay seis ciudades en México con objetivos o políticas de energía renovable (del total global de más de 1.300 ciudades). Esto abarca a 13,5 millones de personas, el 13,2% de la población urbana de México.

En 2020, el gobierno mexicano lideró una campaña para imponer restricciones al despliegue de energía renovable, evitando que nuevos proyectos solares y eólicos se conecten a la red, alegando a la necesidad de salvaguardar la seguridad energética durante la crisis de salud pública de la covid-19.

Sin embargo, la industria tomó acciones legales y el tribunal de la Ciudad de México consiguió suspender provisionalmente esta reforma, argumentando que el plan del regulador de la red eléctrica de México (Cenace) corría el riesgo de obstaculizar la libre competencia a expensas del consumidor.

En el caso de Argentina son siete las ciudades con objetivos o políticas de energía renovable, que abarcan a 4,4 millones de personas, el 10,5% de la población urbana. Y Chile, cuenta con 10 ciudades relevadas, que incluyen a 8,1 millones de personas, el 50% de la población urbana.

“Con su impacto a escala, las ciudades son nuestra mejor apuesta para planificar, desarrollar y construir un futuro renovable. Sin embargo, con demasiada frecuencia, su potencial de transformación permanece enormemente infrautilizado”, sostiene la directora ejecutiva de REN21, Rana Adib.

En el informe se resalta el rol de Buenos Aires (Argentina), que tenía un objetivo de 20% de electricidad renovable para los mayores usuarios del sector público de la ciudad para 2025 y ya lo superó: las renovables representaron el 32% del mix eléctrico en 2019.

Otro caso que se destaca es el de Rosario que es una de las pocas ciudades del país que exige que el 50% del consumo de agua caliente de los edificios públicos se cubra con sistemas solares térmicos.

Argentina tiene ahora una capacidad instalada de 8% de fuentes renovables y se puso la meta de llegar a 20% en 2025. Especialistas consideran que el país no va a llegar a cumplir su objetivo si no se sostienen los niveles de inversión.

Chile tiene un gran potencial de energía solar y eólica. Por un lado, en el desierto de Atacama, al norte del país se posee la radiación solar más alta del mundo. Por otro lado, en el extremo sur se puede tener una generación eólica considerable y constante. Ambos suman un potencial de energía renovable 70 veces superior a la capacidad de generación eléctrica que Chile tiene hoy.

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Enel X impulsa un transporte público limpio en Chile. Foto: Enel.

Los buses cero emisiones representan menos del 1% de todos los autobuses en las ciudades de América Latina. La adquisición a mayor escala se ve limitada por el acceso a nuevos modelos de buses de cero emisiones y a la financiación de su mayor costo inicial. Algunas de las ciudades más pobladas de América Latina, como Bogotá (Colombia) y San Pablo (Brasil) comenzaron a electrificar sus flotas de autobuses para hacer frente a los problemas de calidad del aire. A finales de 2020, se calcula que había 1.229 autobuses eléctricos en funcionamiento en 10 países de la región.

El más avanzado en este sentido es Chile. En 2020, la ciudad anunció el objetivo de electrificar 4.250 de sus 6.600 autobuses para finales de 2021. Santiago alberga la mayor flota de autobuses urbanos eléctricos fuera de Chile.

Las trabas de la pandemia

Entre las dificultades que aparecieron con la pandemia, el secretario del Global Solar Council Marcelo Álvarez menciona que Brasil, Perú y México pausaron las subastas de energía solar y eólica que estaban programadas para el 2020.

Otro obstáculo que se suma al desarrollo de las renovables es que hay países que siguen asignando subsidios a los combustibles fósiles.

Álvarez considera que la pandemia abre la puerta para catalizar el proceso de descarbonización de la matriz energética.

Expresa: “Tenemos la oportunidad de encarar la recuperación económica post-covid-19 dando impulso a la generación de energía renovable (en todas sus formas, tanto parques como distribuida). Esto permite desarrollar la creación de empleo local y catalizar la activación de las economías regionales. Para aprovechar esta oportunidad es esencial el trabajo mancomunado del estado en todos sus niveles (nacional, provincial y municipal) y el sector privado”.

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