Ruido, la contaminación de la que nadie habla

Estamos acostumbrados a utilizar la palabra contaminación en contextos ambientales casi únicamente en el sentido de la introducción de materiales nocivos en el medio ambiente, dejando otros tipos de contaminación, como la acústica, en segundo plano.

El día 28 de abril se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, que pretende poner de relieve la importancia de la reducción de la contaminación acústica, entendiéndose por ella la exposición regular a niveles sonoros elevados que pueden provocar efectos adversos en los seres humanos u otros organismos vivos.

Según la Organización Mundial de la Salud, los niveles sonoros inferiores a 70 dB no son perjudiciales para los organismos vivos, independientemente de la duración o la constancia de la exposición. Sin embargo, la exposición durante más de 8 horas a un ruido constante de más de 85 dB sí puede ser peligrosa.

La exposición a ruidos de elevada intensidad se ha relacionado siempre con la pérdida de audición, pero los efectos potenciales de la contaminación acústica sobre la salud son numerosos, generalizados, persistentes y médica y socialmente significativos.

El ruido produce efectos adversos directos y acumulativos que perjudican la salud y degradan los entornos residenciales, sociales, laborales y de aprendizaje, con las correspondientes pérdidas reales (económicas) e intangibles (de bienestar).

Entre esos efectos están el estrés, los problemas cardiovasculares, la depresión, las perturbaciones del sueño, los daños al sistema nervioso, o el bajo rendimiento laboral, por citar algunos.

El ruido ambiental es un problema generalizado en Europa, ya que al menos una de cada cinco personas está expuesta a niveles considerados perjudiciales para la salud, según señala en el informe Environmental noise in Europe, realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente en 2020 y que presenta una evaluación actualizada de la población expuesta a altos niveles de ruido ambiental y los impactos asociados a la salud en Europa, basándose en las directrices sobre ruido ambiental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la región europea.

El impacto del ruido puede estar subestimado

Debido a los impactos negativos sobre la salud humana y el gran número de personas afectadas, el ruido ambiental se ha convertido en una preocupación importante para los ciudadanos y los responsables políticos. La reducción del ruido ambiental es un objetivo clave del Séptimo Programa de Acción en Materia de Medio Ambiente (7º PMA) y de la Directiva sobre el Ruido Ambiental (END).

Tanto el ruido ambiental como, en particular, el ruido del tráfico rodado, sigue siendo un importante problema medioambiental que afecta a la salud y al bienestar de millones de personas en Europa.

Se estima que la exposición a largo plazo al ruido ambiental causa 12.000 muertes prematuras y contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica al año en el territorio europeo.

Se estima que la exposición a largo plazo al ruido ambiental causa 12.000 muertes prematuras y contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica al año en el territorio europeo.

Unos 22 millones de personas padecen un elevado nivel de ruido crónico y 6,5 millones de personas sufren trastornos crónicos del sueño. Como resultado del ruido de los aviones, se estima que 12.500 escolares sufren problemas de aprendizaje en la escuela.

Aún con todo eso, es muy probable que se subestimen estos impactos significativos sobre la salud, ya que las nuevas evidencias de la OMS demuestran efectos a niveles inferiores a los umbrales obligatorios de la Directiva sobre el Ruido Ambiental. Además, dicha Directiva no cubre de forma exhaustiva todas las zonas urbanas, carreteras, ferrocarriles y aeropuertos de Europa.

La exposición al ruido ambiental no afecta a todas las personas por igual, ya que los grupos socialmente desfavorecidos, así como los grupos con mayor susceptibilidad al ruido, pueden sufrir impactos más pronunciados relacionados con la salud.

Los niveles de ruido aumentarán aún más en el futuro

Según el informe, el número de personas expuestas a niveles elevados de ruido del tráfico rodado sigue siendo elevado y es probable que se incremente a medio y largo plazo.

Se estima que al menos el 20% de la población de la UE vive en zonas en las que los niveles de ruido del tráfico son perjudiciales para la salud y tal y como se ha mencionado anteriormente, es probable que se subestime dicha exposición. Además, 22 millones de personas están expuestas a niveles elevados de ruido ferroviario, 4 millones a niveles elevados de ruido de aeronaves y menos de un millón a niveles elevados de ruido causado por las industrias.

El número de personas expuestas a niveles elevados de ruido se ha mantenido estable en líneas generales desde 2012. Sin embargo, se prevé que la población expuesta al ruido ambiental aumente debido al crecimiento urbano y a una mayor demanda de movilidad generalizada.

Esa contaminación acústica no solo afectará a las personas, sino que también será una amenaza para la fauna terrestre y marina. Dicha contaminación afecta a una gran variedad de especies silvestres, provocando una serie de respuestas fisiológicas y de comportamiento que pueden reducir el éxito reproductivo y aumentar la mortalidad y la emigración y, por tanto, provocar una disminución de la densidad de población de estas especies.

Se necesitan medidas efectivas contra el ruido

Los países europeos están llevando a cabo una serie de acciones para reducir y gestionar el ruido ambiental, pero aún es difícil evaluar sus beneficios en términos de resultados positivos para la salud.

En las zonas urbanas, más del 50% de las medidas para reducir y gestionar el ruido se centran en la mitigación del ruido en el origen. Es decir, se centran en reducir y gestionar el ruido en las zonas fuera de las ciudades que se ven afectadas por los grandes ferrocarriles (52%), los grandes aeropuertos (70%) y las grandes carreteras (39%).

Mientras, la gestión y la reducción del ruido mediante el uso del suelo y la planificación urbana representan un porcentaje muy pequeño de las medidas elegidas para abordar el ruido.

Los países europeos están llevando a cabo una serie de acciones para reducir y gestionar el ruido ambiental, pero aún es difícil evaluar sus beneficios en términos de resultados positivos para la salud.

Las medidas para combatir la contaminación atmosférica en las ciudades europeas suelen ofrecer beneficios colaterales en términos de reducción del ruido ambiental. Sin embargo, no todas las intervenciones son igual de efectivas para ambos factores de estrés, aunque las estimaciones de coste-beneficio de las medidas de mitigación pueden ser más favorables si se tienen en cuenta los efectos positivos de abordar tanto la calidad del aire como el ruido, requiriéndose una coordinación eficaz entre los responsables políticos y las partes interesadas que trabajan en la lucha contra ambos problemas.

También, es necesario avanzar en la designación y protección de las llamadas “zonas tranquilas” con menos ruidos. Un número importante de países, ciudades y regiones cuentan con definiciones de zonas tranquilas, así como con criterios de selección para designarlas, pero, hasta la fecha, la designación y la protección de estas zonas se ha llevado a cabo principalmente en las ciudades, y es necesario avanzar más en la designación y la protección de las zonas tranquilas en campo abierto.

La disponibilidad y la accesibilidad de las zonas tranquilas en las ciudades, incluidas las zonas residenciales y verdes, dependen en gran medida de las infraestructuras de transporte, en particular de cómo la ubicación de las carreteras y los aeropuertos afecta a la estructura del entorno urbano.

Sin embargo, la presencia de estas zonas en una ciudad no garantiza que la población tenga acceso a ellas, por lo que la designación de zonas tranquilas en las ciudades requiere que se tengan en cuenta los aspectos de accesibilidad.

Los objetivos políticos no están siendo alcanzados

Los niveles de ruido no están decreciendo y millones de personas siguen expuestas a niveles de ruido perjudiciales para la salud. Por tanto, no se ha alcanzado el objetivo del Séptimo Programa de Acción en Materia de Medio Ambiente de reducir significativamente la contaminación acústica en la UE, ni tampoco los niveles se han acercado a los recomendados por la OMS.

Aunque se han realizado algunos avances en la elaboración de mapas de ruido por parte de los países, más de un 30 % de los datos requeridos aún no estaban disponibles en el momento de la realización del informe, mucho más allá del plazo legal de presentación de informes de la Directiva de 2017.

En cuanto a los planes de acción, también hay un retraso significativo en su aplicación, lo que indica que los países pueden no haber tomado las medidas necesarias para hacer frente a la contaminación acústica.

El informe señala que hay un gran número de países que carecen de estos planes y una gran variabilidad entre la calidad y el contenido de los planes de acción, aunque no resalta de manera clara cuáles son, ya que los datos que proporciona referentes a países son más bien relativos a la medición de ruidos y no al resultado de las políticas en cada uno.

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