Haciendo democracia

Una manera efectiva de hacer sociedad y hacer democracia es trabajar por la ética desde la empresa, con tres características: sentido de responsabilidad, de una manera profesional y sometiéndose al control social. Sobra decir que trabajar en ello es colaborar en la construcción de un país mejor.
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Agustín Llamas17 febrero 2022

Una sociedad requiere de iniciativas, no solo en el papel, sino vividas, y necesita la participación de todos y el respeto de todos a la ley y a las reglas de la buena convivencia, que solo la propia sociedad puede darse y puede mantener vigentes.

La transparencia y la responsabilidad social son pilares en los que se sostiene la empresa moderna y que sin ellos no puede alcanzar sus fines, ni servir efectivamente a sus accionistas, empleados, clientes y proveedores; y no puede, por tanto, subsistir, ser competitiva y valiosa en el largo plazo.

No es exagerado afirmar que la actual crisis global nos está confrontando con una realidad especialmente severa en términos de desigualdad económica y social; la pandemia ha denudado esas carencias.

Esta realidad también trae consigo el peligro de una lectura equivocada, que bien pudiera conducir al mundo al proteccionismo y al inadecuado control estatal de la actividad empresarial.

Por estas razones, podemos escuchar también en el ambiente el regreso de la “tentación autoritaria” que pretende suplantar a la sociedad, y que de manera paternalista supone que una tutela directa por parte del estado, puede inhibir cualquier mal comportamiento de los particulares.

No nos equivoquemos. El camino de salida está en el crecimiento de la sociedad, en su acta de ciudadanía, en reconocer su responsabilidad y en una rendición de cuentas transparente y eficaz que solo puede hacerse desde y cara a la propia sociedad.

El camino de salida está en la ética, que se expresa en el ámbito público a través del valor de la transparencia y que se encarna en la empresa a través de la práctica de una genuina responsabilidad social.

Cabe subrayar que estos principios no son aplicables y exigibles solamente a la empresa, tal como entendemos tradicionalmente, a la corporación con fines de lucro. Son tanto y más exigibles para cualquier otro actor, ya sean organizaciones de la sociedad civil, clase política o instituciones gubernamentales.

Ética, transparencia y responsabilidad social deben asentarse, asegurarse y desarrollarse en la empresa privada, en la organización no lucrativa y también en el gobierno e instituciones públicas.

Ética, transparencia y responsabilidad social deben asentarse, asegurarse y desarrollarse en la empresa privada, en la organización no lucrativa y también en el gobierno e instituciones públicas con la misma intensidad y el mismo sentido.

A veces se olvida que la empresa es fundamentalmente una comunidad de personas que genera riqueza y busca perpetuarse, es decir, generar riqueza de manera sostenida. Y en tanto es una comunidad humana conlleva una responsabilidad social y parte de esa responsabilidad es precisamente generar valor no solo económico obviamente, sino también valor social, y político en el sentido más amplio del concepto.

En las empresas se aprenden comportamientos de todo tipo: se educa en el trabajo en equipo o en la explotación y el autoritarismo y ello indudablemente tiene un impacto en el entorno y en la sociedad.

Si formamos desde la familia pasando por los centros educativos y laborales con prácticas de responsabilidad, ética y solidaridad indudablemente estaremos haciendo más democracia.

La democracia no solo la construyen los políticos profesionales, sino todos los ciudadanos. Desde cualquier ámbito se pueden aprender y enseñar hábitos que fortalezcan o degraden a la democracia. Hoy, nos urge defender las instituciones y seguir haciendo democracia.

Publicado en Mag21.

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