Sellos verdes y cambio de mentalidad: las estrategias sostenibles de las artes escénicas

Teatro, danza, espectáculos musicales, producciones audiovisuales… Esta parte del ocio cultural está buscando fórmulas para generar impactos positivos en el planeta, tanto a nivel medioambiental como social. Aunque todavía le queda camino por recorrer desde el punto de vista del cambio de cultura empresarial.
<p>Foto: Acca Media Productions.</p>

Foto: Acca Media Productions.

Las diferentes organizaciones que dan forma a las artes escénicas, de la música y de la producción audiovisual han tardado en subirse al tren de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), pero parecen haber cogido ya un ritmo imparable.

En estos últimos años han empezado a mover su maquinaria para reducir su huella de carbono y convertirse en sectores amables con el medio ambiente, además de en fuente de inspiración y ejemplo para el resto de la sociedad.

Una de sus últimas estrategias ha sido la creación del Sello Verde de la Academia de Cine, presentado junto con una guía de buenas prácticas a finales de 2021, que introduce diversos elementos y nuevas figuras en el ámbito cinematográfico, como la del ecomanager, encargado de concienciar al equipo, de estimar el impacto medioambiental y realizar planes de sostenibilidad adecuados.

No obstante, no es el primer reconocimiento de estas características que se establece en el sector, y ha propiciado el debate obligado de si es necesario aunarlos todos en uno para que todas las empresas sigan una misma línea de trabajo.

De todo ello se habló en las Jornadas por una Cultura Sostenible, organizadas por Elmuro y el Teatro Real, celebradas sobre uno de sus escenarios. En ellas se abordó esa estandarización del Sello Verde, “que es muy complicada, pero que poco a poco se debe ir marcando con una serie de pautas generales”, comentó Elena Valderrábano, directora global de Ética Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica.

En opinión de muchos de los participantes de la jornada, estas pautas ya están siendo marcadas por los inversores y las grandes plataformas. De hecho, según el productor y director de cine Álvaro Longoria, Netflix ya ha advertido a sus proveedores de contenidos de que a partir de 2023 tendrán que seguir una serie de requisitos y demostrar que son sostenibles.

Una idea que amplió Marta García Larriu, directora de Another Way Film Festival, que tiene como propósito informar, educar y sensibilizar sobre los retos de la crisis climática. “Un rodaje arrastra a muchísimas empresas de diferentes sectores: arquitectura, decoración, transporte… Si nosotros empezamos a exigir cambios positivos, todas terminarán adaptándose”.

Según el también director y productor Miguel Ángel Tobías, a la hora de poner sobre la mesa un sello común, “lo ideal sería ponernos de acuerdo en diez o doce parámetros que realmente tengan un impacto fuerte. Porque, desde mi punto de vista, ir al detalle de una forma más individual desemboca en agotamiento, y eso va a generar rechazo y resistencia, en vez de crear conciencia social”.

El Sello Verde de la Academia de Cine es una de las últimas estrategias sostenibles del sector.

Ejemplo social

Precisamente Tobías acaba de estrenar El secreto de Ibosim, el primer film sostenible y con huella de carbono cero a nivel mundial, que se rodó en Ibiza poco antes de la pandemia. “Fue todo un reto, todos los vehículos que utilizamos fueron eléctricos; la ropa de los actores era ecológica o de segunda mano; la comida de los catering también ecológica o de kilómetro cero; no se construyeron decorados; evitamos el plástico en todo momento… Basamos nuestro trabajo en más de un centenar de parámetros eco”, afirmó.

Además, su temática tiene también un fuerte vínculo con la sostenibilidad y el medio ambiente. Entrelaza diferentes historias, inspiradas en personas reales, en las que tiene un protagonismo especial Tánit, una criatura mitológica, espíritu y energía de la isla de Ibiza, que le da al largometraje forma de fábula.

“El objetivo era crear un contenido con mensajes edificantes que llegaran a millones de personas. Y lo hemos conseguido, pero las dificultades para hacerlo fueron grandes. Por ejemplo, el ejercicio de gestión brutal que tuvimos que hacer para controlar los kilómetros de autonomía de las furgonetas eléctricas con las que nos movíamos”, indicó el director y productor de la película.

A ello se añadieron otras muchas variables, como movilizar al equipo en barco de la península a la isla para reducir las emisiones de carbono emitidas, o realizar cálculos para que los vehículos utilizados fueran siempre llenos de personas y alcanzar así una mayor eficiencia. “Esto fomentó una relación interesante entre todos los miembros del equipo. Un trabajo gratificante que, sin embargo, no repetiría por todas las dificultades que supuso. Al menos no sin apoyo, porque no tiene sentido realizar un esfuerzo gigante como este si a nadie le importa, ni a plataformas, ni a televisiones, ni a instituciones responsables del cine… Necesitamos remar en la misma dirección”, recordó Tobías.

“En las artes escénicas somos reflejo y espejo de lo que está sucediendo fuera pero, sin embargo, el apoyo que damos a espectáculos que tratan el tema de la ecología y el cambio social es poco significativo, menospreciado en algunos casos”, aseguró Natalia Menéndez, directora artística del Teatro Español y las Naves del Matadero de Madrid.

“Desde las instituciones que muchos de nosotros representamos tenemos que fomentarlo más, sobre todo porque sirve de ejemplo y nos educa para tener una actitud y una conciencia más clara”, añadió Menéndez.

Una de las últimas obras teatrales que traslada mensajes de este tipo es N.E.V.E.R.M.O.R.E., ideada por la compañía Chévere y el dramaturgo gallego Xron, que busca paralelismos y vínculos entre la catástrofe medioambiental provocada por petrolero Prestige en las costas de Galicia en noviembre de 2002 y la crisis de la covid-19.

Neutralizar emisiones

No obstante, por mucho que se trabaje la sostenibilidad, cualquier producción, teatral, musical o audiovisual tiene un impacto negativo sobre el medio ambiente, así que para alcanzar los objetivos de huella de carbono cero es necesario compensar con acciones concretas. Y, según las recomendaciones de aquellos que ya las han puesto en marcha, es mucho mejor hacerlo siempre con el concepto de la proximidad en mente.

“Creo que es importante colaborar en proyectos que no estén a miles de kilómetros, que los espectadores puedan conocer en directo. Nosotros, por ejemplo, para esa compensación de la huella de carbono de nuestra película, nos volcamos con un proyecto en Murcia, en la ribera del río Chícamo, para la recuperación de especies autóctonas”, explicó Miguel Ángel Tobías.

“Nosotros hemos reconvertido una antigua cantera, que se utilizaba como vertedero en Málaga. Sacamos muchísimos camiones con toneladas de basura, replantamos toda la zona y le dimos forma de anfiteatro natural con paredes de roca de 60 metros de altura. Tenemos jardineros trabajando todo el año para evitar que se deteriore. Y, por otra parte, trabajamos con Ecovidrio para mejorar los sistemas de separación de residuos”, concretó Sandra García San Juan, fundadora del festival de música internacional Starlite.

En este sentido, y para reconocer a los profesionales más comprometidos con el medio ambiente, la Academia de Cine y Greenpeace han creado el Premio Rayo Verde, que se enmarca en un acuerdo de colaboración entre ambas entidades. Tendrá una periodicidad anual y su primera edición se celebrará antes del 1 de junio de este año.

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