Los inversores se ponen en marcha para lograr emisiones neutras en la aviación

'Climate Action 100+', la mayor iniciativa mundial de implicación de inversores en materia de cambio climático, ha publicado un informe en el que se expone cómo el sector de la aviación puede alinearse con el escenario 'Net Zero' de la Agencia Internacional de la Energía para 2050 o 'escenario 1,5 °C', y las medidas que deben adoptar los inversores para que se acelere la transición del sector hacia ese objetivo.

La contribución del sector de la aviación para lograr un mundo con emisiones cero netas en 2050 es crucial. El sector representa alrededor del 2,5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y está previsto que esta cifra aumente considerablemente a medida que otros sectores se descarbonicen y las emisiones absolutas del transporte aéreo sigan aumentando. El Grupo de Acción del Transporte Aéreo (ATAG), estimó recientemente que, en una hipótesis de continuidad, las emisiones de CO2 de la aviación se duplicarían entre 2019 y 2050.

Además, el impacto climático del sector de la aviación no se limita sólo a los efectos de sus emisiones de gases de efecto invernadero, ya que los vuelos en altura tienen otros impactos climáticos, como los causados por la formación de estelas y cirros, que causan un efecto neto de calentamiento en el clima.

Aunque existe una gran incertidumbre sobre la magnitud exacta de estos impactos no relacionados directamente con el CO2, investigaciones científicas recientes indican que el impacto climático global de la aviación es actualmente unas tres veces mayor que el de sus emisiones de CO2 por sí solas.

La senda de descarbonización ya está definida

Hasta hace poco, no estaba claro qué acciones serían necesarias para que el sector de la aviación se ajustara a una trayectoria de 1,5 °C, pero el informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) Net Zero by 2050, ha establecido una hoja de ruta para lograr ese objetivo.

Según dicha hoja de ruta, las emisiones de la aviación deben alcanzar su punto máximo en 2025 y en 2030 tienen que ser un 23% más bajas que en 2019 (es decir, al nivel anterior a la pandemia).

Las emisiones tendrán que reducirse en un 80% entre 2019 y 2050, dejando algunas emisiones residuales en 2050, que junto con las de otros sectores difíciles de reducir, como el transporte marítimo, tendrán que cubrirse con emisiones negativas, para que el sistema energético mundial pueda alcanzar la meta de carbono neutro en 2050.

Como en otras muchas industrias y actividades, los inversores tienen un papel clave para acelerar la transición del sector. En el informe Climate 100+ se encuentran acciones muy específicas que los inversores pueden llevar a cabo para lograr las reducciones de emisiones requeridas y que están basadas en aspectos como el desarrollo de combustibles sostenibles o la reducción de determinados tipos de vuelos, entre otros.

Los combustibles sostenibles serán claves

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo estima que se necesitarán entre 1 billón y 1,4 billones de dólares en inversiones sólo para los combustibles de aviación sostenibles.

Los combustibles de aviación sostenibles (SAF por sus siglas en inglés) son esenciales para conseguir la alineación con el escenario de 1,5 °C.

Así, es necesario un aumento masivo de los niveles de suministro actuales, lo que presenta una serie de riesgos de ejecución. Las aerolíneas y el sector en su conjunto deben establecer objetivos intermedios claros para la adopción de los SAF y esbozar sus planes para alcanzarlos.

Por su parte, los inversores tendrán que examinar cuidadosamente los avances hacia esos objetivos y, si las compañías y el sector no logran cumplir sus objetivos de adopción de SAF, el sector tendrá que adoptar medidas más contundentes de gestión de la demanda.

También tendrán que presionar a las empresas y a los responsables políticos para acelerar la inversión en SAF, tecnologías de propulsión alternativas (como las baterías eléctricas e hidrógeno) y otras que mejoren la eficiencia del combustible.

IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, estima que se necesitarán entre 1 billón y 1,4 billones de dólares en inversiones sólo para los SAF, un aumento de la inversión respecto a la actual que tendrá que estar respaldado por estrategias y medidas políticas gubernamentales claras (que idealmente deberían entrar en vigor en 2025) para proporcionar la seguridad necesaria a los inversores y las empresas del sector.

Menos vuelos largos y ferrocarriles de alta velocidad

En el escenario de 1,5 °C de la IEA, la utilización de los SAF y las nuevas tecnologías no serán suficientes por sí solas para lograr la gran reducción de emisiones que se requiere para 2050, por lo que esas acciones deberán complementarse con una reducción del crecimiento del tráfico aéreo.

La IEA calcula que, si se actúa en tres áreas prioritarias como son mantener los viajes de negocios en los niveles de 2019, limitar los vuelos de larga distancia de más de 6 horas para el ocio también a esos niveles de 2019, y trasladar la demanda sobrante a los trenes de alta velocidad, las emisiones en 2050 podrían ser la mitad de lo que serían de otro modo, afectando sólo al 12% de los vuelos.

Los combustibles sostenibles y las nuevas tecnologías no serán suficientes por sí solos para lograr la reducción de emisiones para 2050 y deberán complementarse con una reducción del crecimiento del tráfico aéreo.

Aunque es comprensible que el mayor énfasis en la gestión de la demanda no sea bienvenido para el sector de la aviación que se recupera de la pandemia del covid-19 y que plantee retos tanto para las empresas de aviación como para los inversores, es vital que el planteamiento descrito se convierta en una parte fundamental del debate.

La reducción de las emisiones mediante la gestión de la demanda de viajes aéreos es una vía de mitigación más rápida y de menor riesgo en comparación con la dependencia exclusiva de la posible ampliación futura de los SAF u otras nuevas tecnologías.

Los inversores tendrán que entender cómo las empresas de aviación están planificando las posibles intervenciones políticas y reglamentarias destinadas a limitar la demanda de viajes aéreos y garantizar que su negocio siga siendo viable una vez que entren en vigor respuestas políticas más decisivas al cambio climático.

Si el tráfico aéreo no puede reducirse con la suficiente rapidez, habrá que adoptar medidas de salvaguardia antes y en mayor medida de lo previsto y, dadas las incertidumbres y los costes asociados a la ampliación del SAF, ello aumentaría el riesgo de que el sector de la aviación no se ajuste a la trayectoria de descarbonización deseada.

Dejar de lado las actuales compensaciones de carbono

Para ayudar a limitar el calentamiento global según la senda de la IEA, las empresas de aviación deben realizar reducciones reales de las emisiones en lugar de recurrir a la compensación de carbono o a su captura y almacenamiento (CCS por sus siglas en inglés). Así, según el enfoque de la IEA, las emisiones negativas se asignan al sector en el que se producen y, por tanto, no pueden ser utilizadas por otros sectores.

La senda de la IEA proporciona un presupuesto de carbono para el sector de la aviación en su conjunto para cada año hasta 2050. Para permitir que este presupuesto de carbono se asigne a las empresas individuales del sector, el presupuesto puede expresarse en términos de itinerarios de intensidad de carbono.

La intensidad de carbono de una empresa puede entonces compararse con una trayectoria de intensidad de carbono de 1,5°C y con la de otras empresas del sector.

Existen herramientas que pueden ayudar a los inversores a “traducir” la senda de 1,5°C de la IEA a una senda de intensidad de carbono como, por ejemplo, la Iniciativa de la senda de transición (TPI) o la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi).

Las acciones y presiones que los inversores pueden realizar para conseguir una aviación más sostenible reflejan el creciente poder de ese grupo de interés y el enésimo toque de atención a empresas de todo tipo para que tengan muy cuenta en su gestión los factores ASG.

La TPI es una iniciativa respaldada por los inversores que proporciona itinerarios de intensidad sectorial, basados en datos sobre emisiones y actividad que permiten comparar el rendimiento de las empresas en materia de carbono.

Por su parte, la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi) también elabora itinerarios de intensidad para la aviación. En 2022, la SBTi publicará un plan de intensidad de 1,5 °C que permitirá a las empresas de aviación establecer objetivos de intensidad a corto y largo plazo que estén en consonancia con la trayectoria de 1,5 °C.

Las acciones y presiones que los inversores pueden realizar para conseguir una aviación más sostenible son una muestra más del creciente poder de ese grupo de interés y el enésimo toque de atención a empresas de todo tipo para que tengan muy cuenta los factores ASG (medioambientales, sociales y de gobernanza) en su gestión y en la realización de sus actividades.

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