Apagar las centrales térmicas para encender la transición hacia las energías limpias

La descarbonización de la economía, en el camino hacia la transición energética, pasa por apretar el ‘botón’ de apagado de las centrales térmicas, pero también por ocuparse del después: ir más allá de la sustitución de la generación de carbón por energías limpias y trabajar en aspectos como la apuesta por nuevos empleos, el fomento de la actividad económica en la zona, la capacitación de la población local o el impulso de iniciativas de sostenibilidad para los municipios en los que se ubican estas instalaciones.

El 24 de marzo de 2021 se firmaba en el salón de actos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico el Acuerdo por una Transición Energética Justa para las centrales térmicas en cierre, con el que España hacía historia al convertirse en el primer país en todo el mundo que buscaba realizar el cierre de todas sus centrales térmicas de carbón, y su posterior transición laboral, de manera justa.

El documento recogía el compromiso de todas las partes (Gobierno, sindicatos y empresas propietarias) para acompañar en esta transición, y en su reactivación económica, a todas las zonas afectadas. Hasta ese momento, nunca un país había acordado planes de estas características para las comarcas donde se están cerrando centrales térmicas de carbón.

Sobre la firma de este acuerdo la ministra Teresa Ribera destacaba el compromiso “con la gente y el territorio”, y la importancia de dar “un paso más” en la agenda de la descarbonización y la transición energética “sólido y coherente”, en el que todas las partes tienen un papel que desempeñar, “sin dejar a nadie atrás”.

Las claves para lograrlo pasan por poner en marcha actuaciones para el mantenimiento del empleo a través de planes de formación e inserción laboral específicos, y trabajar en la búsqueda proactiva de inversores con proyectos que puedan ubicarse en las zonas afectadas, teniendo siempre en cuenta las particularidades de cada territorio.

Según explica Luis Carlos Fernández-Espinar, profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en un artículo de 2021 de la Revista Actualidad Jurídica Ambiental -perteneciente al Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental (Cieda-Ciemat)-, la justicia energética “para todos” es uno de los grandes retos de los próximos años en materia de cambio climático en la Unión Europea y en España, una vez iniciado el camino hacia la neutralidad climática en 2050 “con la decisiva transformación del modelo energético en un nuevo modelo basado en las energías renovables”.

A su juicio, los dos grandes ejes implicados en la nueva política de descarbonización de nuestra economía y en la transición energética justa son, por una parte, la protección del empleo y mejora de su calidad en los sectores directamente afectados por el nuevo modelo energético, y por otra, la redistribución de los beneficios económicos a toda la sociedad, “sin contar los indudables beneficios ambientales y para la salud de todos, y empezando con la protección y acompañamiento de las personas y consumidores vulnerables”.

Según recuerda Fernández-Espinar en este documento de análisis, el Acuerdo firmado en marzo de 2021 va a suponer “la garantía de una reconversión industrial adecuada y de calidad, con el mantenimiento y mejora de los empleos afectados por el necesario cierre de estas centrales térmicas de carbón en España y la transformación económica y ambiental de las comarcas mineras, muy degradadas, sirviendo además para la liberación de usos y la restauración de los daños ocasionados al territorio y a la población”.

“El Acuerdo para una transición justa para centrales en cierre supone la garantía de una reconversión industrial adecuada, el mantenimiento y mejora de los empleos y la transformación económica y ambiental de las zonas afectadas”. Luis Carlos Fernández-Espinar.

Rumbo a la descarbonización

Efectivamente, alcanzar la descarbonización total y conseguir que esa transición sea justa va más allá del cierre de las centrales de carbón e incluye, inexcusablemente que la población local de las zonas afectadas encuentre un futuro alternativo y generar un impacto positivo en esas comunidades locales desde el punto de vista social, ambiental y económico.

Esta transición energética ya está en marcha para compañías como Endesa, que lleva tiempo llevando a cabo un proceso de descarbonización de su mix energético. La compañía actualizó en noviembre de 2021 su Plan Estratégico 2022-2024 de transición energética con 7.500 millones de inversión para acelerar la descarbonización y la digitalización, y ha previsto el cierre de todas las plantas de carbón con fecha límite en 2027.

El proceso de cierre de estas centrales viene acompañado por el desarrollo de proyectos renovables y el fomento del empleo local con el objetivo de continuar con la vinculación como compañía en los territorios en los que históricamente ha desarrollado su actividad. Y todo ello aplicando criterios de economía circular, el aliado imprescindible para lograr una economía baja en carbono.

Se trata de los  planes Futur-e para las instalaciones térmicas en proceso de cierre, que buscan la puesta en marcha de un modelo de generación de energía sin emisiones, y están centrados en cuatro aspectos fundamentales:

  • La búsqueda proactiva de empleo para el personal directamente afectado.
  • El fomento de la actividad económica en la zona a través de nuevos proyectos
    renovables y concursos internacionales para el desarrollo de nuevas actividades
  • La formación y capacitación de la población local para el reciclaje
    profesional de las personas directamente involucradas en esos procesos.
  • Iniciativas de sostenibilidad en los municipios para mitigar el impacto fiscal que los cierres generan en ellos, fomentando la eficiencia energética.

Según explica Beatriz Muñiz, responsable de Proyectos de Generación Térmica de Endesa, la compañía trabaja para ejecutar los proyectos de desmantelamiento buscando el máximo resultado en términos de sostenibilidad y de economía circular, para lo que es imprescindible “compatibilizar la ejecución de los trabajos con la maximización del valor de todos los equipos, materiales y recursos existentes en las centrales y la mínima producción de residuos posible”.

Para aplicar este enfoque circular, la compañía ha incorporado en las especificaciones técnicas para las empresas contratistas la obligación de implementar un Plan de Desmantelamiento Circular, cuya prioridad deberá ser la búsqueda de una segunda vida para los equipos, componentes, materiales y residuos procedentes de los trabajos de desmontaje.

Los planes Futur-e de Endesa incluyen la búsqueda proactiva de empleo para el personal afectado por los cierres, el fomento de la actividad económica de la zona, la capacitación de la población local e iniciativas de sostenibilidad e impulso de la eficiencia energética.

Nueva etapa para las centrales obsoletas

En febrero de 2021 Muñiz comenzó a ocuparse del primer proceso de desmantelamiento de una instalación de este tipo de Endesa, la Central Térmica de Andorra, en la provincia de Teruel, en un principio con una sensación de tristeza, al pensar  que contribuiría a hacer desaparecer “todo un símbolo para muchas personas y para una región entera”, una instalación “que muchas personas habían contribuido a construir con su esfuerzo, y que las nuevas generaciones de técnicos e ingenieros nunca verían en funcionamiento”.

Pero, en realidad, señala, “creo que estoy viviendo un cambio de ciclo único, y que los desmantelamientos de las centrales térmicas abren ahora un nuevo futuro a estas zonas que fueron antes el motor de nuestro país”. A su juicio, “estos proyectos no deben ser vistos como el final de algo, sino todo lo contrario: como el primer paso de una nueva etapa. Estoy convencida de ello”.

“Estos trabajos de desmantelamiento en los que estamos involucrados son necesarios para que se desarrollen otras actividades industriales, otras formas de energía como las renovables. Por eso no hablamos de abandonar terrenos, sino todo lo contrario: estamos hablando de readecuar centrales obsoletas para sustituir la potencia generada con carbón por potencia renovable. Y así hay que verlo”, remarca Muñiz.

Según explica, la población en Andorra, y el entorno, va asimilando que el cierre era necesario como primer paso para una nueva forma de generación, y que la vida económica del pueblo “no se acaba con la antigua central”. “El propio trabajo de desmantelamiento garantiza el empleo local y las instalaciones renovables que la sustituirán le darán continuidad: un futuro siempre energético, pero adaptado a los tiempos”, apunta la responsable de Endesa.

En el desmantelamiento de esta central trabajan actualmente más de 200 personas, que lo harán durante unos cuatro años, incluyendo mano de obra local, y vecinos que ven un futuro laboral en la zona “de la mano de las instalaciones renovables”, afirma Muñiz, que añade que en esta central será la primera vez que se practique la voladura con explosivo de estructuras metálicas como la caldera, prevista para finales de 2023.  En total se estima que se extraerán de esta central unas 260.000 toneladas de escombros, de los que el 90% serán reciclados.

En este sentido, la seguridad es prioritaria en estos trabajos, que se pueden considerar tan complejos, críticos y duraderos como puede ser su propia construcción. “Solo la redacción del proyecto puede durar cerca de nueve meses y después, la autorización, hasta año y medio. Una vez finalizada esta parte, el desmantelamiento se lleva a cabo por zonas: desulfuración, parque de calizas, parque de carbón, calderas, zona de turbinas y estructuras esbeltas (la chimenea, las torres de refrigeración…)”, explica Muñiz, que señala que, en el caso de la central de Teruel, la previsión es que en diciembre de 2024 se tenga todo el terreno de la central a cota cero, algo que será posible gracias a las personas que están trabajando día a día en la central “y contribuyendo a que la transición energética se pueda consolidar”, recalca Muñiz.

La seguridad en estos procesos de desmantelamiento es fundamental, ya que se pueden considerar tan complejos, críticos y duraderos como la construcción de las propias centrales.

La central térmica de Teruel ha funcionado 40 años y durante su actividad ha producido 224.000 GWh, el equivalente al consumo de electricidad de toda la Península durante un año. En diciembre de 2018 Endesa presentó su solicitud formal de cierre y un plan de futuro destinado a compensar sus efectos. La parada definitiva tuvo lugar en 2020 y el pasado 13 de mayo se produjo la demolición de las tres torres de refrigeración de la instalación con un aprovechamiento máximo de los residuos generados.

Quedan 48 meses por delante para concluir este desmantelamiento que requiere de mano de obra cualificada, para lo que la compañía imparte cursos de formación específicos entre la población local e impulsará un plan para el nudo de Andorra que aúna tanto el desarrollo industrial como social de la zona.

Futuro y responsabilidad

Actualmente, además de la central de Andorra, en Teruel, hay otras dos instalaciones de carbón de Endesa que están en proceso de desmantelamiento: Compostilla (Cubillos del Sil, León) y Carboneras, en Almería, aunque Endesa también solicitó en 2019 el cierre de la central de As Pontes, en A Coruña, cuya resolución espera obtener este año, así como la de Es Murterar, en Alcudia (Baleares), que funciona únicamente con dos de los cuatro grupos de carbón que tenía hasta que se produzca su cierre definitivo. Todas esas infraestructuras cuentan con su Plan Futur-e adaptado a las características de cada entorno.

El objetivo de Endesa es “liderar este cambio hacia la transición energética con planes sostenibles a largo plazo que generen empleo y garanticen el futuro laboral de las personas implicadas del entorno y la actividad económica de esas zonas, aprovechando, además, los recursos renovables donde existen”, como es el caso de la central de Andorra. Donde no hay, “ofrecemos nuestras instalaciones para plantear planes viables mediante concursos internacionales”, añade la responsable de Proyectos de Reindustrialización de las centrales térmicas de la compañía, Paloma Hernández.

Por su parte, la Central Térmica Litoral de Carboneras, en Almería, comenzó su desconexión en diciembre de 2021, tras casi cuatro décadas de servicio, y en este caso su plan Futur-e incluye un concurso internacional (en colaboración con la Universidad de Almería) para buscar proyectos de desarrollo económico e industrial en los terrenos de la central una vez cerrada, además del estudio de proyectos para la generación de empleo ligados a la energía verde.

Desde el pasado mes de enero, la mesa de evaluación del Concurso Internacional del Proyecto Futur-e está estudiando los 14 proyectos procedentes de 10 promotores diferentes relacionados con la economía circular, la acuicultura, los biocombustibles, el turismo o la logística, entre otros. Para analizar la idoneidad de las ofertas presentadas, esta mesa de expertos tendrá en cuenta aspectos como su adecuación a las necesidades de la zona, su viabilidad empresarial, su capacidad para generar empleo o la sostenibilidad en el municipio.

El proceso de desmantelamiento de esta central en Almería lo está realizando una empresa local especializada que ya ha realizado donaciones de material de las instalaciones a entidades de la zona para su reutilización.

La central de Compostilla, en León, también está siendo desmantelada con una previsión de finalización de los trabajos de unos 48 meses. En ello trabajan 156 personas, más del 78% residentes en la comarca del Bierzo, a los que se ha dado prioridad.

En su proceso de desmantelamiento la compañía estima que se extraerán cerca de 270.000 toneladas de residuos, que serán tratados para su posterior valorización y reutilización. Algunos elementos que han formaron parte de esta histórica central se donarán a entidades sin ánimo de lucro de la zona, o para ser, a partir de ahora, piezas de museo e incluso maquinaria para talleres de formación.

<p>Algunas piezas de la central térmica de Compostilla serán donadas como piezas de museo o como maquinaria para talleres de formación. Foto: Endesa.</p>

Algunas piezas de la central térmica de Compostilla serán donadas como piezas de museo o como maquinaria para talleres de formación. Foto: Endesa.

El concurso internacional lanzado para darle una nueva vida a esta instalación ha seleccionado siete proyectos empresariales que generarán 160 puestos de trabajo y una inversión de más de 260 millones de euros.

Las propuestas elegidas en este concurso están vinculadas al sector de la movilidad, la prestación de servicios sociosanitarios, dos iniciativas para fabricar productos industriales y materiales de construcción a partir de subproductos de procesos industriales y de residuos, y una planta de producción de hidrógeno.

En el caso de As Pontes, en A Coruña -la mayor central térmica española, con 1.400 MW instalados y en funcionamiento desde 1976- ya se ha iniciado el proceso de transición recolocando a los 174 empleados de la central, así como a personal de las empresas auxiliares.

Allí el objetivo es desarrollar hasta 1.505 MW de capacidad eólica, con 1.581 millones de euros de inversión y 125 puestos de trabajo estable en su operación y mantenimiento. También se ha iniciado la búsqueda de emprendedores que quieran aprovechar las capacidades industriales de As Pontes para desarrollar allí sus proyectos innovadores.

Contenido realizado bajo acuerdo de colaboración con Endesa.
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