¿Cómo lograr una transición exitosa hacia el cero neto en Latinoamérica?

La crisis climática, la pérdida de la biodiversidad o la contaminación no son exclusivas de países o regiones, sino que golpean en todos los lugares, aunque de desigual manera. Sus efectos se ceban con aquellas regiones que ya son vulnerables por sí mismas y en los que las economías y las sociedades están más castigadas.
<p>Santiago de Chile bajo los efectos de la contaminación. </p>

Santiago de Chile bajo los efectos de la contaminación.

Ese es el caso de los países de América Latina y el Caribe en los que se espera que para 2030 los impactos socioeconómicos del cambio climático sean iguales o peores a los que causó la pandemia de la covid-19 en 2020, con un aumento en la pobreza extrema hasta un total de 86 millones de personas.

Ante este horizonte, once países de la región se han comprometido a lograr cero emisiones netas, la mayoría de ellas para mediados de siglo. Esa transición a una economía neutral en carbono puede beneficiar a la región con 15 millones de empleos nuevos netos y un 1 % de crecimiento adicional del PIB para 2030.

Estas economías deberán redirigir entre el 7 % y el 19 % del PIB (hasta 1,3 billones de dólares) al año de su gasto público y privado hacia soluciones climáticas. Para ello, el financiamiento internacional jugará un rol fundamental, aunque se considera que será insuficiente.

Alcanzar emisiones netas iguales a cero requerirá la acción de empresas, hogares y agencias gubernamentales de diferentes sectores de la economía.

Se estima que en la región los sectores con más emisiones son la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra (44 %); seguidos del transporte (15 %), la electricidad (13 %), la manufactura y la industria (10 %), los residuos (6 %) y los edificios (3 %); mientras que el resto (9 %) se relaciona con emisiones fugitivas y otros procesos de quema de combustibles.

Para ayudar a conseguir la meta de la neutralidad de carbono, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha hecho público su informe Prosperidad libre de carbono: cómo los gobiernos pueden habilitar 15 transformaciones esenciales, en el que se ofrecen una serie de opciones para que los gobiernos consideren e inicien la transición hacia un futuro próspero sin emisiones de carbono, y se presentan evidencias de los beneficios sociales y económicos que los países de la región pueden esperar como resultado de los cambios a realizar.

Además de lo anterior, también se mencionan explícitamente las transformaciones sectoriales y las políticas necesarias para desbloquearlas, a partir de un diagnóstico de los obstáculos que impiden que estas transformaciones sucedan.


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Falta de infraestructuras, problema en varios sectores

El documento está estructurado en seis secciones enfocadas en sectores concretos (electricidad, transporte, agricultura, silvicultura y uso de la tierra, edificios, industria y residuos) y cada una de ellas incluye una o más transformaciones clave para alcanzar las emisiones netas iguales a cero partiendo de la definición de la visión que describe la meta que se espera alcanzar.

En el sector eléctrico, el BID propone acelerar la generación de electricidad variable y flexible libre de carbono a través de fuentes como la energía solar, eólica, geotérmica e hidroeléctrica, y también la eliminación gradual de toda la generación de electricidad procedente de combustibles fósiles.

Las principales barreras a las que se enfrentan esas propuestas son el capital inicial necesario, los diseños del mercado energético, la falta de infraestructuras, y los impactos negativos en las regiones y en los trabajadores que dependen de las industrias de combustibles fósiles.

En cuanto al transporte, las tres propuestas son: la reducción del transporte motorizado individual y el aumento del transporte público; el reemplazo de los vehículos de pasajeros de diésel y gasolina por vehículos eléctricos y de cero emisiones, y cambiar el transporte de mercancías por el ferrocarril, el agua y las tecnologías de bajas o cero emisiones.

La falta de infraestructuras vuelve a ser, de nuevo, la mayor barrera para lograr la implementación de esas propuestas de transporte en los países de la región.

La transición a una economía neutral en carbono puede beneficiar a la región con 15 millones de empleos nuevos netos y un 1 % de crecimiento adicional del PIB para 2030.

Para mejorar lo concerniente a la agricultura, silvicultura y uso de la tierra se considera fundamental la modernización de las prácticas agrícolas, lograr la conservación de los bosques y ecosistemas con alto contenido de carbono, y adoptar dietas que reduzcan la huella de carbono de los alimentos.

Los métodos agrícolas tradicionales son difíciles de cambiar, ya que los agricultores operan en un modo de subsistencia o baja productividad, mientras que la deforestación causada por el aumento de la demanda de alimentos intensivos en el uso de la tierra y los subsidios agrícolas que incentivan la producción de carne y productos lácteos, es el principal problema para conservar los ecosistemas y cambiar el tipo de dieta.

Es necesaria una mayor eficiencia en edificios e industria

Por lo que respecta al sector de la edificación, es primordial conseguir la mayor eficiencia energética posible para la estructura de edificios y aparatos, la electrificación de estos últimos y el despliegue de la generación de electricidad solar y de agua caliente.

Esas acciones plantean barreras de entrada principalmente, ya que los costes iniciales de la adopción de edificios eficientes energéticamente son altos, al igual que los costes de sustitución de hornos y estufas a otros sistemas alimentados por alternativas libres de carbono.

En el sector industrial, el BID propone electrificar la industria de generación de calor bajo (es decir, la que tiene necesidades de calor moderadas relacionadas con procesos como el vapor a temperatura baja o media, la cocción o la pasteurización) y reemplazar todos los combustibles y materias primas de la industria pesada y de altas temperaturas con alternativas de bajas emisiones.

Estas iniciativas se topan como problemas como el coste relativamente alto de la electricidad en comparación con el carbón o los productos refinados del petróleo, y la falta de acceso a suficiente chatarra reciclada (ya que hay que cambiar maquinaria y la mejor manera para ello es la utilización de acero reciclado en lugar de acero primario).

Por último, en cuanto a residuos, se propone trabajar hacia una economía circular, reducir la pérdida y desperdicio de alimentos, e implementar una gestión activa del metano para la eliminación de la materia orgánica.

En materia de residuos, el BID propone avanzar hacia una economía circular, reducir la pérdida y desperdicio de alimentos, e implementar una gestión activa del metano para la eliminación de la materia orgánica.

En estos casos, las barreras son debidas a que los incentivos económicos para que los productores cambien la producción a enfoques circulares son bajos, a que los elevados costes iniciales y los bajos beneficios a corto plazo para la transición perjudican la adopción de la economía circular, y a que las elecciones de dieta basadas en la carne y los sistemas de subsidios mal diseñados también impiden la reducción de los residuos orgánicos.

Cómo gestionar la transición

El BID señala en su documento que las intervenciones gubernamentales y la priorización de las medidas a tomar han de depender de los contextos locales.

Los gobiernos pueden considerar diferentes factores al desarrollar hojas de ruta, como, por ejemplo:

  • La urgencia de la acción para alcanzar los objetivos de emisiones netas iguales a cero, que depende de si la inacción bloquea el desarrollo intensivo en carbono y dificulta la acción posterior.
  • Las sinergias requeridas entre acciones de reducción de emisiones y las prioridades de desarrollo.
  • El espacio fiscal, la capacidad institucional y el capital político disponible para invertir en hacer realidad cada intervención del gobierno.

El organismo gubernamental y su nivel de gobierno (por ejemplo, municipal o federal) que debe intervenir también depende del contexto del país, principalmente de las instituciones locales y de las atribuciones legales. En ese sentido, el documento sirve como aportación a los gobiernos para que puedan diseñar estrategias de descarbonización.

Como resumen, podemos concluir que este interesante informe del BID nos acerca a la realidad de la búsqueda del cero neto en Latinoamérica, con similitudes y diferencias respecto a la senda que recorremos en Europa, pero con propuestas de transformación en sectores de la economía y barreras a superar que pueden ser, en esencia, extrapolables a cualquier lugar del mundo.

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