Crecimiento sostenible y resiliencia van de la mano

En un mundo de continuas y superpuestas disrupciones, las organizaciones necesitan crear y gestionar la resiliencia para garantizar un futuro sostenible e inclusivo para todos.

En la actualidad, las economías y las sociedades están soportando varias crisis simultáneamente, todas ellas con un gran impacto humanitario y efectos de segundo y tercer orden potencialmente duraderos.

Problemas como el cambio climático, la pandemia de la covid-19, una recuperación muy débil y el peligro de la estanflación, y ahora la invasión rusa de Ucrania, plantean cuestiones urgentes de resiliencia organizativa que no pueden ni deben abordarse de forma aislada.

Estos acontecimientos que han marcado el mundo se superponen en el tiempo, magnificando su impacto, provocando que se pueda definir, cada vez más, la época actual por la interacción de perturbaciones complejas, con sus orígenes dispares y sus consecuencias a largo plazo.

Las instituciones no están totalmente preparadas para la nueva realidad. Muchas reaccionan por separado a cada perturbación con respuestas inconexas y, antes de que puedan recuperarse, la siguiente crisis está a la puerta.

Estas son algunas de las ideas que surgen del documento Resilience for sustainable, inclusive growth del Foro Económico Mundial (WEF) y realizado en colaboración con McKinsey & Company, sobre el complicado contexto en el que nos encontramos y que tiene consecuencias directas en el crecimiento de las economías.

Ese informe es fruto del análisis del contexto y los objetivos del llamado Consorcio de Resiliencia que fue puesto en marcha por el WEF en la reunión anual de Davos de 2022, con el fin de reunir a líderes comprometidos de los sectores público y privado para fomentar la resiliencia en todo el mundo, economías e industrias.


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Para Børge Brende, presidente del WEF, “una parte importante del crecimiento anual del PIB dependerá del grado en que las organizaciones y las sociedades desarrollen la resiliencia”.

Tal es así que se espera que puedan existir diferencias de crecimiento de entre el 1% y el 5% a nivel mundial, dependiendo de cómo respondan los líderes a los numerosos retos, como el cambio climático, la transición energética, las interrupciones de la cadena de suministro, la disponibilidad de la asistencia sanitaria y las desigualdades de ingresos, género y raza.

¿Cuáles son los retos que se plantean al crecimiento sostenible?

Para lograr un crecimiento sostenible es mucho más importante realizar una buena gestión de las dificultades que no una gestión de la continuidad.

De manera similar, las crisis dañan las instituciones y las comunidades, pero los procesos de reconstrucción, como los realizados después de la crisis económica del 2008 o de la pandemia de la covid-19, pueden crear bases más sólidas para crecimientos futuros.

Por tanto, la resiliencia se convierte en algo más que medidas de protección. Es también la capacidad de reinventar e innovar en respuesta a las perturbaciones.

Por otro lado, las crisis significativas no son eventos de un solo tema confinados dentro de categorías rígidas, sino que traspasan las áreas de experiencia y responsabilidades predefinidas, ganando impulso a medida que crecen en alcance y en todas las regiones.

Los problemas que desencadenan las crisis y las respuestas de los sectores público y privado a estos problemas primarios tienen efectos iniciales y producen efectos secundarios y terciarios, que pueden dar lugar a un nuevo problema primario.

Para sortear estas rápidas interacciones, las organizaciones deben responder con conjuntos de soluciones correlacionadas que puedan ajustarse a medida que evolucionen las condiciones.

La resiliencia es algo más que medidas de protección. Es también la capacidad de reinventar e innovar en respuesta a las perturbaciones.

Otro de los retos para el crecimiento sostenible está relacionado con la falta de preparación y las respuestas inadecuadas que pueden magnificar los daños de las crisis.

Una respuesta deficiente debido a decisiones tomadas bajo presión y a gran velocidad pueden tener consecuencias imprevistas y magnificar fácilmente los daños causados directamente por una crisis. En cambio, una respuesta eficaz puede limitar considerablemente los daños.

Por último y como casi siempre, las crisis y las perturbaciones son más profundas en los países más pobres, entre los segmentos de población más marginados y vulnerables y, en particular, en los estados frágiles y afectados por conflictos.

Lo anterior deriva en un aumento de la fragilidad y la disminución de la resiliencia entre algunas poblaciones o en algunos contextos nacionales que pueden plantear riesgos adicionales de efectos indirectos, como interrupciones más profundas de la cadena de suministro, aumentos de la pobreza extrema y la posibilidad de conflictos.

Hacia un marco de resiliencia común

El debate actual sobre la resiliencia sigue caracterizándose por las diferencias de interpretación y la opacidad sobre los objetivos, la mensurabilidad y los ámbitos de actuación.

En consecuencia, el requisito previo para un enfoque coordinado y sistemático de la resiliencia es la de realizar un marco común de resiliencia que proporcionaría a las organizaciones un lenguaje, una estructura y unos objetivos comunes en materia de resiliencia, así como orientación sobre cómo proteger y mejorar la sostenibilidad y la inclusión en un entorno de crisis y perturbaciones más frecuentes.

Dentro del marco, las organizaciones podrán identificar acciones preventivas, inversiones proactivas y áreas para profundizar en la cooperación entre los sectores público y privado.

De manera similar a los marcos ASG o de sostenibilidad, el marco de resiliencia deberá ayudar a los líderes a ver más allá de los resultados inmediatos y los objetivos financieros a corto plazo. Esto permitirá a los dirigentes comprender y sopesar los costes y beneficios de determinadas acciones de fomento de la resiliencia.

Por último, el marco de resiliencia fomentará, por su diseño, la cooperación de las organizaciones de los sectores público y privado para apoyar la sostenibilidad y la inclusión en todas las sociedades.

Para las empresas, la resiliencia se traducirá en un crecimiento empresarial sostenible, mientras que para las sociedades la resiliencia permitirá un crecimiento económico significativo, haciendo hincapié en la mejora de la calidad de vida, la igualdad y la inclusión.

Para las empresas, la resiliencia se traducirá en un crecimiento empresarial sostenible. Para las sociedades, permitirá un crecimiento económico significativo, más igualitario e inclusivo.

La resiliencia es como un músculo que debe ser ejercitado

Las organizaciones suelen considerar la resiliencia desde el punto de vista del riesgo. Las soluciones suelen ser defensivas, centradas en la creación de reservas económicas y en la evitación de riesgos, enfoques que tienden a limitar el crecimiento en lugar de apoyarlo.

El nuevo enfoque de la resiliencia va más allá de la postura defensiva hacia las estrategias orientadas al crecimiento y se centra en la creación de un sistema flexible que se oriente y se adapte más rápidamente a las perturbaciones y los cambios del entorno.

Una estrategia activa se basa en la flexibilidad y la rapidez, permitiendo a las organizaciones asumir más riesgos en lugar de menos. En este contexto, las reservas económicas se convierten en un poder residual para protegerse de las incertidumbres que se resisten a las respuestas más inmediatas.

Según el WEF, el músculo de la resiliencia se fortalece a través de tres acciones clave: preparar, percibir e impulsar.

La primera acción consiste en invertir antes de que se produzcan grandes perturbaciones para reducir la magnitud y la velocidad del impacto. Por lo general, pueden adoptarse tres tipos de medidas: diseñar la flexibilidad de los productos y procesos, crear mecanismos de reserva y reforzar las relaciones entre organizaciones.

Para la segunda acción se propone responder adecuadamente a los problemas, unificar la gestión de riesgos y crisis en un marco de resiliencia empresarial, realizar estrategias basadas en pruebas de resistencia y actuación en función de los resultados, y aplicar la planificación a las cadenas de suministro.

Como última acción se pretende lograr que las organizaciones de los sectores público y privado actúen con rapidez, garantizando una respuesta eficaz en las primeras fases de las crisis y pivotando para salir de la interrupción más rápidamente que sus pares.

Lo anterior se conseguiría principalmente con la creación de equipos interdisciplinarios que rompan con los silos que en muchas ocasiones existen en las organizaciones.

Para finalizar este interesante documento, el WEF dedica un capítulo a los siguientes siete temas de resiliencia que marcarán nuestro futuro más próximo: clima, alimentación y energía; personas, educación y resiliencia organizativa; sanidad; desarrollo económico sostenible; comercio y cadena de suministro; resiliencia digital, confianza e inclusión, y capacidad financiera y de riesgo.

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