La perspectiva de género: una asignatura pendiente en la investigación médica
¿Sabías que menos del 30% de los participantes en ensayos clínicos son mujeres? ¿O que la mayoría de las dosificaciones de fármacos que vemos en los prospectos no tienen en cuenta la biología femenina? ¿O que tecnologías sanitarias habituales como los catéteres, los stent o los marcapasos han tenido que evolucionar para adaptarse al cuerpo de las mujeres porque en sus inicios eran demasiado grandes?
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la perspectiva de género no se ha tenido en cuenta en el ámbito de la salud a lo largo de la historia. La evidencia científica ha demostrado que existen diferencias de género entre hombres y mujeres en este campo, y cada vez son más los profesionales que insisten en que es necesario hacer estudios teniendo en cuenta esta variable para garantizar la prevención, la mayor precisión en el diagnóstico y la igualdad de derechos de las mujeres a ser atendidas y tratadas de forma eficaz y eficiente.
Aunque las diferencias poco a poco van siendo menores, la mujer sigue estando infrarrepresentada en este sentido, empezando por el ámbito universitario. Y es que son muy pocas las facultades del entorno sanitario (medicina, farmacia, enfermería, fisioterapia, etc.) en las que hay asignaturas específicas sobre diversidad de género.
Así lo asegura Mª Trinidad Herrero Ezquerro, catedrática de Anatomía y Embriología de la Universidad de Murcia y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, que participó recientemente en un desayuno informativo sobre salud femenina organizado por la compañía farmacéutica Organon. “Que el cuerpo de las mujeres no responde igual a las distintas enfermedades se debería incorporar de manera sistemática en la formación de los estudiantes”, reclama.
Organon está muy focalizada en la salud de la mujer y organiza de forma habitual encuentros y talleres para mejorar esa igualdad de género, paradójicamente marcando las diferencias que deben tenerse en cuenta en el diagnóstico y tratamiento. Uno de los últimos proyectos que ha puesto en marcha ha sido Organon Light Up + Conectados, una serie de talleres online dirigidos a profesionales de la salud que terminaron el 25 de noviembre.
En eventos de este tipo promovidos por la farmacéutica ha participado también el cardiólogo Héctor Bueno, coordinador del Área de Investigación Cardiovascular del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid) e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Para él es esencial tener en cuenta las diferencias biológicas a la hora de desarrollar un fármaco. “Desde el punto de vista cardiovascular, por ejemplo, los estrógenos que predominan entre la adolescencia y la menopausia son fundamentales en la mujer”.
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Insiste en la importancia de tener en cuenta el menor tamaño corporal de las mujeres, que afecta a las dimensiones de órganos y arterias, y del metabolismo, la masa y la diversidad existente en la composición del organismo. “Las mujeres tienen una proporción de grasa mayor que los hombres, lo que afecta a la acumulación o eliminación de algunos fármacos”.
Para concienciar sobre esta realidad, así como dar un mayor recorrido a la prevención de enfermedades cardiovasculares en la población femenina, acaba de presentarse en España el movimiento Corazón de mujer, inspirado en el Go Red For Woman creado por la Asociación Americana del Corazón, que en Estados Unidos ha influido en una reducción superior al 30% de la mortalidad cardiovascular femenina a nivel nacional.
Iniciativas como esta buscan también mejorar la recogida de datos en las historias clínicas de las pacientes, que no siempre hacen hincapié en aspectos específicos del género femenino como la menopausia, el uso de anticonceptivos o factores relacionados con el embarazo.
“Existe el error común de extrapolar a las mujeres los conocimientos acerca de las enfermedades que, por lo general, han sido estudiadas principalmente en hombres”, asegura la Dra. Herrero. Un ejemplo de ello es que la representación de las mujeres en la fase inicial de los ensayos clínicos oscila entre el 21% y el 32% de media, con diferencia entre patologías, según uno de los pocos estudios que existen al respecto: Inclusión de mujeres en ensayos clínicos de nuevos medicamentos y dispositivos, del Dr. Somnath Pal, profesor en la Universidad St. John de Nueva York.
“Los resultados de estos ensayos, realizados con un procedimiento científico estricto pero con una premisa sesgada desde el inicio, han hecho que se asuman realidades de salud que no concuerdan con los determinantes de salud de las mujeres. Y no solo eso, sino que biológicamente los sistemas inmunológico, endocrino o cerebral no funcionan ni reaccionan igual en ambos sexos, incluso en lo que respecta a las respuestas a los tratamientos”, explica la catedrática.
Cada vez más profesionales insisten en la necesidad de hacer estudios teniendo en cuenta la perspectiva de género para garantizar la prevención, la mayor precisión en el diagnóstico y la igualdad de derechos de las mujeres a ser atendidas y tratadas de forma eficaz y eficiente.
Soluciones
Según estos expertos, aunque el tiempo y el empuje del feminismo han ido cerrando ligeramente la brecha, todavía queda mucho trabajo por hacer, empezando por las bases de las estructuras sociales, culturales y económicas. “Tenemos que cambiarlo desde la educación de nuestros niños y forzar algunas situaciones con leyes que se cumplan, aunque generen rechazo”, reflexiona el cardiólogo del 12 de Octubre.
Algo que comparte la Dra. Herrero, que añade como soluciones mejorar la formación en este campo entre los profesionales de atención primaria, “que son los que más cerca están del paciente”, así como activar las escuelas de salud para formar a la población en general y organismos que aseguren la transmisión del conocimiento científico de forma veraz y contrastada.
Desde su punto de vista, esta situación no está únicamente localizada en España, sino que es algo generalizado a nivel mundial, ya que son muy pocos los centros universitarios que enfocan sus estudios hacia esta brecha de género tan concreta. Según Herrero, la Universidad de Viena (Austria) ha sido pionera al instaurar una cátedra relacionada. Por otra parte, el Instituto Karolinska (Suecia) cuenta con un área de investigación centrada en la salud de la mujer, y está participando con la Universidad de Murcia, entre otros centros de conocimiento, en un proyecto europeo financiado por la Fundación ‘la Caixa’ para arrojar más luz en este ámbito.
“Nos va a permitir conocer más detalles para mejorar la salud de las mujeres, puesto que esa infrarrepresentación también desemboca en un infradiagnóstico y, en consecuencia, en un infratratamiento. Todo va encadenado, por eso necesitamos contar con mayores conocimientos específicos, ya que si tratamos a nuestras pacientes de forma precoz el curso de sus enfermedades va a ser mucho menos complicado”, asegura la miembro de la Real Academia Nacional de Medicina.
Otros nichos poblacionales infrarrepresentados
La Dra. Herrero puntualiza que, en realidad, el nicho poblacional que más representatividad tiene en el campo de los ensayos clínicos es el de los varones adultos jóvenes y de raza caucásica. “Hasta en los modelos animales suele predominar el uso de machos adultos jóvenes”, asegura.
Además de las mujeres, en el ámbito de la I+D existe una menor representación en ensayos de los niños, mayores y personas de otras razas o etnias.
Es decir, al igual que ocurre con las mujeres, en el ámbito de la I+D existe una menor representación en ensayos con población pediátrica, con personas de edad o con personas de otras razas o etnias, como principales ejemplos. “En cada uno de estos casos las circunstancias son diferentes y las reacciones también lo son. Lo bueno es que la medicina cada vez más está enfocada hacia lo personalizado, y esa individualización del tratamiento en cada caso nos va a ayudar a tener un mayor conocimiento, fragmentado por grupos poblacionales, por sexo o por edad”, indica la especialista médica.
En este sentido, también es interesante tener en cuenta las circunstancias culturales, sociales y económicas concretas de los pacientes, que pueden modificar la expresión de la salud y de las enfermedades en cada etapa vital de cada individuo.
“Por ejemplo, los cuidados de la familia siempre suelen recaer en las mujeres. Tener que compaginar estos cuidados con su trabajo fuera del hogar implica un conflicto de roles que, generalmente, desemboca en problemas de salud mental debido a factores tales como el estrés, la ansiedad la depresión o trastornos de conducta alimentaria”, asegura José Mª Bleda, sociólogo experto en determinantes sociales de la salud y profesor de Sociología en la Universidad de Castilla-La Mancha.