Empleo, bienestar y mayor calidad de vida marcan el valor social del medicamento

Son muchos los estudios y expertos que relacionan la inversión en salud con la prosperidad de un país y con la reducción de las desigualdades sociales. Varios de estos análisis y teorías, en los que también se abordan los beneficios de la colaboración público-privada en el campo de la I+D+i, se plasmaron en el I Foro de Alto Nivel sobre el valor social del medicamento celebrado recientemente por Farmaindustria.

Más allá de la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos, y el despliegue de plantas de fabricación a lo largo y ancho del planeta, la industria farmacéutica tiene también asociadas a su actividad una serie de beneficios de carácter social. Desde la creación de empleo hasta la ampliación de la longevidad media, pasando por la mejora de la calidad de vida de los pacientes, las dinámicas de las empresas que la componen y los productos que sacan al mercado aportan diversos beneficios a la sociedad.

Un ejemplo de esta realidad lo encontramos en algunos de los trabajos del economista Frank R. Lichtenberg, profesor de la Universidad de Columbia (EE.UU.) y especialista en el campo de la economía de la salud desde hace más de 30 años. Uno de sus últimos estudios, aún pendiente de publicación, está relacionado con el tratamiento del cáncer en España entre los años 1999 y 2016, y tiene como objetivo analizar el impacto de los fármacos innovadores en los pacientes oncológicos.

Según explicó en el I Foro de Alto Nivel: El medicamento y el valor social de invertir en sanidad, organizado recientemente por la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica (Farmaindustria), la comercialización de nuevos medicamentos oncológicos consiguió aumentar la esperanza de vida de pacientes con cáncer en España 2,77 años en el periodo analizado.

Según sus cálculos, solo en el año 2016 el número de fallecimientos entre estos enfermos se redujo un 29%, unas 42.000 muertes menos. Y desembocó en una caída de los AVPP (los años de vida potencial perdidos, un concepto habitualmente utilizado en investigación sanitaria) de 333.000 antes de los 75 años. Todo ello está asociado a un arsenal terapéutico cada vez mayor y más moderno contra los distintos tipos de cáncer a los que pacientes y oncólogos se enfrentan diariamente.

Se trata de nuevos medicamentos con un alto nivel de coste-efectividad: según las cifras aportadas por Lichtenberg el gasto en estos fármacos por cada año de vida ganado fue de casi 3.300 euros por paciente. Un coste mucho menor que la renta per cápita de España, que en 2016 rozaba los 24.000 euros y que supone el límite marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar ese coste-efectividad de una o varias terapias.

Inversión en salud

El profesor de la Universidad de Columbia ha realizado a lo largo de su trayectoria otros trabajos relacionados con el sector sanitario y la industria farmacéutica en los que se han recabado diferentes conclusiones. Por ejemplo, que hasta el 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados en la primera década de este siglo se debía a los nuevos medicamentos comercializados en ese periodo.

O también que por cada euro de gasto en nuevos medicamentos se consigue un ahorro directo en otras prestaciones sanitarias de entre 2,3 y 7,2 euros, así como beneficios indirectos que van de dos a ocho veces el coste de la inversión farmacéutica, una idea que también lanzó Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social (CES) en el mismo foro.

“La pandemia nos ha hecho ver que teníamos las prioridades equivocadas y que lo acertado es invertir en salud pública, ya que mejora la equidad del país y aumenta la eficiencia económica. Un euro invertido en este ámbito es un multiplicador en términos económicos y de empleo, muy superior al que puede darse en otros sectores”, explicó Costas.


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Este reconoció que desde el punto de vista macroeconómico no es fácil plantear modelos predictivos que determinen cómo la inversión en salud incide en el crecimiento y la productividad. Algo en lo que coincidió otra de las ponentes del Foro, Marta Trapero, profesora e investigadora de Economía de la Universidad de Lleida, según la cual es importante diseñar mecanismos de medición y análisis que determinen cuál es el valor que genera la innovación en el ámbito de la salud.

En este sentido, el portavoz del CES aseguró que hay coincidencias en el último siglo “que nos hacen ver que inversión en sanidad y crecimiento económico están relacionados”. Y puso el ejemplo de dos etapas del siglo pasado: el tramo posterior a la II Guerra Mundial, de los años 40 a los 70, cuando se crean los grandes sistemas nacionales de salud y se impulsa con fuerza la industria farmacéutica; y la que va de los 70 hasta finales de siglo, acercándose hasta nuestros días, en la que la inversión en sanidad se estanca.

“En la primera los datos de crecimiento, productividad, dinamismo económico, creatividad de la población, etc. se desarrollan de una manera extraordinaria. Mientras que en la segunda los indicadores económicos no han sido tan positivos en ningún momento. Puede ser una casualidad, pero la coincidencia en el tiempo hay que tenerla muy en cuenta”, dijo Costas.

En este sentido, su discurso no solo se centró en la I+D, también en otros aspectos de salud, como fomentar la mejora de la alimentación en la infancia: “Son muchos los especialistas médicos y psicólogos que aseguran que una mala alimentación entre los cero y los tres años repercute en una mala salud y, por consiguiente, en una pérdida de prosperidad para el país”.

El responsable del CES habló sobre la necesidad de invertir para mejorar el acceso a una alimentación sana y completa para todos los niños, no solo para que se mantengan fuertes y sanos y evitar una consecuencia económica de mayor gasto en sanidad. “Se ha demostrado en diferentes estudios que los pequeños que no comen como es debido tienen más dificultades para seguir la escolaridad de forma normal, para llegar a la universidad, para encontrar empleo, para tener un buen salario e ingresos a lo largo de la vida. Además, tienden a padecer patologías graves. Evitarlo servirá para generar importantes beneficios a largo plazo”.

“Invertir en salud pública mejora la equidad del país y aumenta la eficiencia económica. Un euro invertido en este ámbito es un multiplicador en términos económicos y de empleo, muy superior al que puede darse en otros sectores”, Antón Costas.

Plan para una salud de vanguardia

Otra etapa en la que se han destinado todos los recursos posibles a la sanidad ha sido la de la pandemia, un momento difícil que trajo consigo un elevado coste en pérdida de salud, en líneas generales, y, sobre todo, en vidas. Puso en jaque a todas las economías del mundo, pero ha traído a posteriori aprendizajes que han derivado en un cambio de estrategias con resultados positivos, según el análisis de Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa del Gobierno de España. “Hemos salido de ella con determinados indicadores reforzados”, apuntó durante su intervención en el Foro.

Este recordó que el trabajo conjunto entre el entorno público y el privado fue decisivo para desenvolverse en los primeros meses de contagios y confinamientos. Y, en materia de investigación y salud, también fue esencial para desarrollar las primeras vacunas, así como para distribuirlas entre la población.

Un trabajo colaborativo que desde el Gobierno quiere mantenerse, a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, dotado con unos 160.000 millones de euros, que está poniendo uno de sus focos en la innovación en salud. Uno de los instrumentos que ya se han puesto en marcha para conseguir este objetivo es el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) para la Salud de Vanguardia, en el que van a participar no solo las Administraciones públicas, también centros de investigación biomédica, empresas, hospitales y centros asistenciales, así como representantes de los ciudadanos y de los pacientes.

Se trata de una iniciativa que busca impulsar la creación de un sistema sanitario público y accesible de altas prestaciones basado en la medicina de precisión, las terapias avanzadas y la inteligencia artificial. Cuenta con una inversión inicial de unos 1.650 millones de euros (para el periodo 2021-2023), en la que más de 1.100 millones los aporta el sector público y casi 500 millones vienen del privado.

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<p>Imágenes del I Foro de Alto Nivel: El medicamento y el valor social de invertir en sanidad, celebrado recientemente, y en el que se abordaron los beneficios sociales del medicamento y de la inversión en sanidad. Fotos: Farmaindustria.</p>

Imágenes del I Foro de Alto Nivel: El medicamento y el valor social de invertir en sanidad, celebrado recientemente, y en el que se abordaron los beneficios sociales del medicamento y de la inversión en sanidad. Fotos: Farmaindustria.

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<p>Juan Yermo, director de Farmaindustria. </p>

Juan Yermo, director de Farmaindustria.

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<p>Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa.</p>

Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa.

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<p>Antón Costas, presidente del Consejo Económica y Social (CES). </p>

Antón Costas, presidente del Consejo Económica y Social (CES).

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<p>Diego Vizcaíno, socio director del área de Economía Aplicada de Analistas Financieros Internacionales (AFI).</p>

Diego Vizcaíno, socio director del área de Economía Aplicada de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Según datos de los Ministerios de Sanidad y de Ciencia e Innovación, el proyecto generará una contribución de más de 4.300 millones de euros al PIB y permitirá la creación de cerca de 12.700 nuevos puestos de trabajo, de los cuales un alto porcentaje serán de alto valor añadido, asociados a la investigación y a la actividad clínica.

Uno de los objetivos que se ha marcado es el de mejorar la digitalización del Sistema Nacional de Salud (SNS) y de impulsar el desarrollo y utilización de herramientas tecnológicas seguras que consigan que el servicio tenga una cohesión y una coherencia territorial. A ello se quiere añadir la implementación de una base de datos integrada que permita la recogida, el tratamiento, el análisis y la explotación de los datos procedente de las distintas fuentes para mejorar la prevención, el diagnóstico, el tratamiento, la rehabilitación y la investigación.

Al mismo tiempo, se busca posicionar España como país líder en la innovación y desarrollo de terapias avanzadas, orientadas a la curación de enfermedades metabólicas, como la diabetes, y neurodegenerativas, como el alzhéimer o la esclerosis múltiple.

Alcanzar estos hitos no solo reportaría grandes beneficios a los pacientes que padecen enfermedades crónicas como estas en cuanto a la recuperación de su calidad de vida, sino que aportarían importantes réditos económicos en cuanto a recaudación gracias a las patentes. De la misma forma, se conseguiría mejorar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) reduciendo el número de pacientes crónicos que necesitan un seguimiento continuado y que dependen de determinados tratamientos con costes más elevados.

El Perte ha establecido además unas líneas transversales orientadas, entre otros aspectos, a digitalizar y modernizar la capacidad industrial, y a impulsar instrumentos y estructuras para la colaboración entre el tejido científico y empresarial, así como a fortalecer la formación de los profesionales del sector.

El Perte para la Salud de Vanguardia aportará más de 4.300 millones de euros al PIB y permitirá crear cerca de 12.700 nuevos empelos asociados a la investigación y a la actividad clínica, según fuentes ministeriales.

Un sector con mayor proyección

Otro de los trabajos de los que se habló durante el Foro de Farmaindustria fue el informe Inversión en sanidad: la vía española hacia la prosperidad, expuesto por uno de sus coordinadores, Diego Vizcaíno, socio director del área de Economía Aplicada de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Este documento plasma una serie de cifras generadas por la actividad del sector sanitario en su conjunto: en el año 2018 generó alrededor de 94.600 millones de euros, que equivalen al 8,7% del PIB; por otra parte, dio trabajo directo e indirecto a 1,8 millones de personas, el 10% del total de afiliados a la Seguridad Social, de las cuales el 75% son mujeres. A eso se añade el alto nivel de cualificación de las tareas que realizan estos trabajadores, superior a la media nacional y muy vinculado al modelo de formación dual a través de diversos sistemas de incorporación de residentes en medicina, enfermería y farmacia.

El informe también aborda la importancia del sector farmacéutico en el conjunto de la economía española. Nuestro país es el 12º exportador mundial de productos dispensados en farmacias y las empresas de esta industria cuentan con más de  plantas de producción dentro de nuestras fronteras, donde se fabrican medicamentos por valor de 16.000 millones de euros de los cuales el 75% se exporta, lo que supone una cuarta parte de la producción y de las exportaciones de los sectores de alta tecnología (según el Estudio sobre la implantación industrial del sector farmacéutico en España).

Al mismo tiempo, las inversiones anuales en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos por parte de esta industria superan ya los 1.200 millones de euros (datos de 2021 aportados por Farmaindustria), de los cuales casi la mitad (593 millones) se dedica a colaboraciones con hospitales, universidades y centros públicos y privados. Es decir, se trata de un entorno con recursos para la innovación, la creatividad y la disrupción que, según el discurso de Antón Costas, son esenciales para la prosperidad de un país y de todas las personas que en él conviven.

“Ya casi el 20% de toda la I+D industrial que se hace en nuestro país la desarrolla la industria farmacéutica. Esto supone más del 9% de la I+D llevada a cabo por la totalidad del sector empresarial de nuestro país, y el 6% de la investigación total de la economía española”, explicó el director general de Farmaindustria, Juan Yermo.

No obstante, Vizcaíno recordó que nuestro país tiene una importante dependencia del exterior en términos de material sanitario, y habló sobre la conveniencia de desarrollar más la capacidad de producción doméstica, por razones de autonomía y de seguridad en el abastecimiento. Pero también como una nueva vía de crecimiento para el sector y para la economía española.

“Lo bueno es que no partimos de cero, sino que tenemos un buen nivel para crecer. De hecho, analizando los datos que hemos recabado en el estudio podemos afirmar sin lugar a duda que España tiene una importante ventaja competitiva en el ámbito de producción farmacéutica”, aseguró el portavoz de AFI.

Además, recordó que la inversión en el sector sanitario es un instrumento eficaz para redistribuir la renta y reducir la desigualdad de oportunidades, tanto a nivel social como territorial. Según el estudio de AFI, si el sistema de salud no estuviese sufragado por el Estado, el valor de los servicios sanitarios supondría más del 25% de su renta para la población más pobre frente al 6% de la de los más ricos.

Eso sin olvidar el esfuerzo económico que desde varias comunidades autónomas se realiza para garantizar el acceso a una sanidad de calidad en aquellos territorios de la España rural que están más despoblados y donde la población está notablemente envejecida, tanto en lo relacionado con la dispensación de nuevas terapias como con la realización de pruebas, seguimientos y consultas.

Según las palabras de Vizcaíno y los resultados recogidos por el informe de AFI, un Plan de Inversión en Sanidad (2021-2025), en el que se deberían dedicar mayores recursos a la atención primaria y al refuerzo de la capacidad industrial y tecnológica vinculada a la salud, elevaría de manera estable en dos puntos los recursos destinados a la asistencia sanitaria en relación al PIB. Y, al mismo tiempo, supondría un aumento del PIB en el periodo 2025-2040 en 427.000 millones de euros, sumando los incrementos de cada año y sin tener en cuenta el valor del dinero en el tiempo.

Contenido realizado bajo acuerdo de colaboración con Farmaindustria.
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